domingo, 8 de julio de 2012

Virginidad prostituida





Imagen de José Antonio Gutiérrez González, Premio Nacional de Fotografía


Si queréis gozar de un paseo virtual por esta costa, entrad en el Google Earth y buscad Águilas (Murcia, España) Sobrevolaréis los acantilados del monte de Cope y os podréis detener en sus calas el tiempo que queráis. Desde allí podréis empezar a intuir la seducción de los detalles, que necesitan el contacto directo para manifestarse en su esplendor natural.


Vender el alma al diablo (a cambio de la eterna insatisfacción, no lo olvidemos) es propio de los hombres que quieren ignorar su naturaleza necesariamente mortal, su caducidad temporal. La tierra no tiene dueño, aunque hay quien la compre y la venda creyéndose en su derecho de hacerlo porque algún papel así finja acreditarlo.

La recreación virtual de lo que podría ser un atentado contra el mundo. Sus detalles los podéis conocer, por ejemplo, llegando al destino del siguiente enlace a La Verdad
Mientras las vidas se extinguen, los paisajes permanecen inmutables o levemente transformados por cambios imperceptibles para el ritmo humano. Un secarral, una marina, un cabezo o una playa son siempre paraísos exuberantes de vidas que ignoramos y despreciamos, encandilados como estamos por los verdores y ubérrimas naturalezas de otras realidades, que no son las nuestras. La vida de los aparentes desiertos tiene mala prensa. En ellos hay que engendrar, ladrillo, hormigón y maderas nobles, oasis de muerte.

Este vídeo os puede dar una idea de la catástrofe que debemos evitar

Para conocer con detalle el desastre ecológico, podéis leer el Manifiesto en defensa de la Marina de Cope que contiene, enlazado tras un simple clic, la siguiente fotografía de su Torre:


No se puede conocer el mundo siendo turista y cliente. Para vivir el paisaje es necesario no moverse de la raíz. El universo habita en un grano de arroz o una atocha castigada por el salitre y el sol: dedicar la vida a intuir su conocimiento, que nunca será total, es la gran aventura de quien se mueve porque permanece. Podemos seguir ignorándolo todo mientras pensamos que viajamos. La hipercinesia de quien viaja para llegar al falso no moverse frente a la bendita hiperestesia de quien vive la fotografía que hace siempre a la misma piedra. El segundo puede prescindir de la cámara. El primero roba trofeos al tiempo que no vive con sus gadgets: mira para un futuro sin emoción, sin presente pasado, sin melancolía adelantada… La belleza morirá en la pantalla y, otra vez, el arte tampoco será superior a la vida.
La vida, en el paraíso de la Marina de Cope, ha creado su obra de arte perfecta: ha esculpido sus relieves; ha compuesto las sinfonías de sus noches y sus días; ha dictado los poemas que susurra el viento a quien los quiere escuchar; ha destilado sutiles perfumes y sabores salobres en la alquitara de sus formas; ha pintado, decantando la luz, los azules de su cielo y su mar… Ha engendrado al dragón dormido que vigila horizontal sus horizontes. El tiempo, incluso, ha matizado hasta integrar en el paisaje fábricas humanas que pudieron ensuciar su costa. La Torre de Cope corta la brisa como un tajamar de levantes domado por los ocres, bañada en azules; como un mascarón de proa del barco de tierra varado en el mar sigue oteando la costa abierta al mundo. El puerto romano, camuflado totalmente ya en la roca que lo albergó, sigue esperando los barcos que hace siglos que no abarloan en su lomo. Y la roca, isla en miniatura anclada desde siempre como una galera en una de sus playas, sigue sin llegar a tierra seca.  O las cuevas excavadas en la piedra arcillosa de Cala Blanca, mágico castillo ahora de lo que fue vivienda y aprisco en otros presentes. Nada que ver con la construcción invasiva y destructiva de los especuladores de sueños y sombras artificiales que quieren, una vez más, prostituir la virginidad del paraíso, rijosos ante su eterna niñez. Como una Lolita sin literatura o un Tadzio sin un Gustav Aschenbach que trascienda la pureza de su belleza adolescente sin mancharla con sus manos, esta frontera con el mar, humillada, ignora su suerte. Mancillada la tierra y las aguas ya no hay vuelta atrás y la donjuanesca sed de sexo les llevará a otras virginidades más lucrativas. Ese expolio de leguleyos disfrazado de opulencia, edulcorado con falsas sirenas, somete el paisaje a un peinado mortal de saladares, tarays, cambrones e higueras en nombre del progreso y la prosperidad.  La belleza intacta se corrompe siempre cuando se toca. Clonar el bienestar globaliza la miseria porque amputa la diversidad. Un jardín no es nunca un paraíso, aunque se le pueda parecer.
Esto no es un réquiem ni una elegía: es un ditirambo. Estas fotografías, lejos de la postal turística, son una reivindicación de lo que es esta costa y quiere seguir siendo ante los ojos de quienes todavía no lo han gozado en toda su dimensión de realidad y sinestesias marineras, tragando su polvo, recorriendo sus senderos y acantilados sin barandas, disfrutando del rigor de su sol y volviendo a casa con el salitre como segunda piel. Ser sombra bajo su torre de defensa; licuarnos en su mar; ser huella en sus senderos; mimetizarse en sus camas de algas: vivir en su paisaje y llegar a ser,  momentáneamente, infinitos.  Ser ricos en desposesión para poder regresar a este lugar y a transformar nuestra ausencia en la elegía del querer volver siempre.  Pasear una mañana de febrero y no encontrar a nadie y sorprender el diálogo íntimo entre la tierra y el mar. Reír una noche de agosto con las lágrimas de san Lorenzo rasgando la negrura de un cielo no contaminado de luz eléctrica. La experiencia se extiende desde Puntas de Calnegre hasta la Ensenada de la Fuente, custodiada y aislada del continente por la sierra del Lomo de Bas: dieciséis kilómetros atravesados por ramblas (de los Pinares, Elena, del Gato, de la Galera…) que desaguan y se enraízan en playas como Cala de Siscal, Cala Blanca, La Galera, Las Pulgas, Pozo de las Huertas, Rambla Elena, el Rafal, del Charco, el Sombrerico o la siempre cambiante entrada al mejor baño de la bahía de la Torre de Cope. En cada una de ellas parece latir, en su ausencia de ostentación, una sátira minimalista a la saturación de los excesos. Contemplar el prodigio sacia nuestra sed de tierra virgen sin corromperla y nuestra hambre de agua que comemos con los brazos y los ojos.

                         

                                                   

La entrada a la playa de la Torre de Cope sorprende por su cambiante aspecto. Pero, sobre todo, porque tras ese desfiladero entre tierra y mar nos espera un arenal inmenso de un baño que no podemos acabarnos porque nos cansamos de caminar sin que nos cubran las aguas.


Dejemos que el reino de la intemperie siga campando a sus anchas, que sus dunas fósiles sigan dejándose amar por las inclemencias del litoral. Dejemos en paz al paisaje que nos da paz precisamente por ser como es, secarral fértil, por permitirnos disfrutar de su universo submarino de infinitas arenas y caprichosas esculturas rocosas. Dejemos que las praderas de posidonias invadan todo lo que puedan para dar salud al mundo. Ese recorrido de la emoción no se acaba nunca y somos nosotros los que debemos pasar por él, cambiantes y garantes de su pervivencia por encima de nuestras vidas, que deben asegurar que lo dejamos en herencia sin lucro a nuestros hijos, al cobijo de su anchura.
En los siglos XVI, XVII y XVIII, los piratas berberiscos y los corsarios turcos intentaron asolar la costa a los pies del cabezo de Cope, rica en pesca, con agua potable en la misma raya del mar y una industria almadrabera que regalaba atunes a tierra. Ahora los piratas estamos en todas partes: lo somos cuando compramos y cuando vendemos; desde dentro de nosotros mismos y desde fuera. Es lo que tiene la globalización: vivir como en Noruega en pleno litoral murciano. Apple está ya trabajando en una aplicación para su iPad en la que los clientes del resort puedan jugar con el paisaje asesinado mientras se bañan en la piscina de agua salada artificial del complejo hotelero homicida.
Marina de Cope: baluarte de la vida.










Para saber más y mejor, podéis consultar la siguientes fuentes:


http://www.youtube.com/watch?v=EBKs-Fx37co&feature=related 
Documental de hora y media que explica con mucho detalle parte de la historia y la situación de la Marina de Cope. Su título, El dragón vive, es toda una declaración contra el asesinato de su hábitat, en el que hay pruebas de presencia humana desde el Eneolítico.

http://www.youtube.com/watch?v=zQW0pxLlfec
Vídeo con información sobre la situación amenazada de esta parte del litoral murciano. Salvemos la Marina de Cope  es su título.

Diferentes webs y blogs en los que  poder leer información sobre la geología, la fauna, la flora y la situación legal y cultural del territorio:
http://www.um.es/eubacteria/marinadecope.html (Paraísos naturales mediterráneos: el Parque Regional de Cabo Cope)

http://es.wikipedia.org/wiki/Parque_Natural_de_Cabo_Cope_y_Puntas_de_Calnegre (Wikipedia)

http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Especial:Libro&bookcmd=download&collection_id=ba9a6507b862f0ca&writer=rl&return_to=Parque+Natural+de+Cabo+Cope+y+Puntas+de+Calnegre

http://www.larazon.es/noticia/6766-la-urbanizacion-marina-de-cope-echa-a-andar (Articulo publicado en La razón el 25 de mayo de 2012)

http://www.la-actualidad.com/pdf/especiales/planos_marina_de_cope.pdf (Información inmobiliaria de propaganda para albergar el "mayor complejo turístico de Europa)

http://www.ayuntamientodeaguilas.org/airmarinadecope.htm (información oficial del ayuntamiento de Águilas sobre el proyecto de construcción de Marina de Cope)

http://www.um.es/eubacteria/eubacteria2/cabocope.pdf (Artículo de Pedro Guerrero Ruiz titulado Cabo Cope. Memoria de un símbolo, en el que defiende un desarrollo sostenible)


11 comentarios:

  1. Que precioso... me ha encantado el lugar.
    El cuidarlo nunca debería ser duda, mantenerlo libre una obligación con nosotros mismos.

    Saludos almendrados ;)

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    1. Ese lugar, Teyalmendras, es el punto geodésico de un alma ajena, de momento, al mundanal ruido. De momento, alguna construcción aislada y los efectos colaterales de su "agriculturización" manchan su paisaje. En los años 70 hubo un proyecto firme para colocar en él una central nuclear que la presión ciudadana (y otros aspectos, seguramente más determinantes que no conocemos)acabó por desestimar.
      Vale la pena pasear por sus caminos bordeando el mar, solo, disfrutando de la esencia vital que nos insufla.

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  2. La poesia de un paisaje visita estos Limbos.

    Esperemos que la poesia sea una arma cargada de futuro y pueda vencer la barriobajez de unos dineros que sólo buscan la rendibilidad a corto plazo. Dentro de 30 o 40 años esto sería una ruina sin vuelta atrás.

    Un abrazo y ánimos con la lucha porque razón no os falta.

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    1. Muy bécqueriano eso de la poesía que visita el poema (o el texto lírico). Ese poema, en todo caso, querido Galderich, sabemos que está cargado de pasado y de presente denso cuando lo disfutamos "in situ": su futuro dependerá de la inteligencia de la presión que podamos hacer (m´s que de la cantidad de presión misma) Debemos buscar los "padrinos-altavoz" que puedan hacerse oír en las plataformas mediáticas adecuadas para hacer público el posible desastre... Está claro que la evidencia del ultraje a la vida no será fácil de defender en tiempos de crisis y miopía cultural (porque de cultura se trata también): la golosina de los puestos de trabajo y la reactivación industrial de la comarca es demasiado reclamo para las urgencias de la coyuntura en la que estamos.
      En fin, cuantos más personas conozcan el diseño del desastre, más conciencia habrá para poder detenerlo (o para llorarlo cuando los bancos lo hayan hecho irreversible). No hay una situació intermedia: abierta la brecha, el caudal del negocio (si es productivo, claro) anegará esa Marina que hemos conocido. El caso del Algarrobico de Carboneras (a unos 50 km de la Torre de Cope) es un chiste (de mal gusto) si lo comparamos con lo que aquí quieren destruir (que no construir)
      ¡Gracias por apoyar la causa, compañero!

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  3. Cada terra genera els seus destructors i els seus defensors: simplement cal que els segons siguin més forts i perseverants que els primers... Cap als setanta a Menorca cridàvem "Qui estima Menorca no la destrueix!" i d'alguna cosa va servir i ara cal tornar a cridar el mateix. A Àguilas us convé buscar el vostre crit i ser molts i rocosos.

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    1. Tots som, en algun moment, cavall de Troia. Som causa i conseqüència del que ens envolta. Menorca i Águilas, llunyanes però agermanades per paisatge i mar, són un objectiu llaminer per utilitzar-les com a reclam i plataforma per vendre el que no és. Un turista busca, gairebé sempre, un paradís que li han explicat a l'agència de viatges (o similar): Marina d'or és la hipérbole real a terra del que els turistes volen comprar; els creuers són la versió aquàtica de la mateixa aberració...
      Caldrà cridar, caldrà fer mediàtica la campanya que faci públic el que és meridianament evident: som les arrels que tenim i les que volem tenir; som un punt mòbil sobre els plànols que són la base perquè ens poguem desplaçar. L'home com a modificador del paisatge que és (per necesitat de progrés) hauria de ser capaç de mantenir satuaris laics, com a museus vius, per poder recordar (sense estética de Walt Disney o de parc temàtic)el que som.
      Potser ocupar aquest espai, gaudint del bany salvatge sense dutxes ni comoditats és una forma de reivindicar la seva singularitat, erma i fèrtil alhora.
      Gràcies per recolzar la causa. Águilas també és, d'alguna forma, una illa.

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  4. ¡Cómo te entiendo, amigo Ábradas!¡Robar un paisaje como robar la vida! Quienes consumen lo que les rodea no le entenderán: los que viven lo que habitan sí. Yo he estado, contigo, bajo sus aguas (incluso antes de que me conocieras): he aguantado la respiración para bajar lo que hiciera falta para llegar al fondo donde te esperaba ese pulpo que luchaba por seguir siendo... Esperemos que el paisaje, y los que lo amáis, seáis ese pulpo en la defensa de la vida que la economía quiere pervertir. También he visitado la breve tripa del dragón dormido: sus estalactimas y estalagmitas, como lágrimas del tiempo, simbolizan en lo difícil del acceso, la dificultad de la explotación turística que debería, como resistencia, plantar ese paisaje a los bancos. Propongo, desde is limbos particulares, una cruzada estajanovista ecológica contra los poderes prostituidores.

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  5. ¡Así me gusta, querido Ábradas! ¡El arte siempre reivindicativo! Hay que tener mucho cuidado con los buenos espacios naturales, porquè se tarda muy poco en destrozarlos.

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    1. Dice Albert Camus:
      “No es la lucha lo que nos obliga a ser artistas, sino el arte el que nos obliga a ser luchadores”
      Defender aquello que nos hace vibrar el vivir es una obligación cultural, sea arte o vida o paisaje... Los lugares se hacen al margen de los hombres y son los hombres los que los prostituyen para un placer efímero y egoísta y fútil.

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  6. entregas como estas, hace fanáticos a los lectores,
    saludos

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    1. ¡Y visitar el espacio amenazado que dicta las palabras de su defensa es todavía mejor!
      Gracias por seguir ahí leyendo...
      ¡Salud!

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