sábado, 5 de abril de 2014

Destellos LVII

Altar laico: estampas, pulpos, papeles y libros. Universo profano profanador, rincón del mundo. Cápsula lírica en la noria sin centro del tiempo. Puñal hacia la luz.






La impaciencia mata la ciencia. La usura de la avidez asesina  la duración. Es el suicidio de la inmadurez, naufragando en tiempo. Unos dan cuerda a relojes como Sísifo: en el esfuerzo, aparentemente inútil, gozan de la consciencia de su hacer. Otros, ajenos a su importancia, dejan correr el tiempo sobre sus muñecas, digitalmente: en la felicidad  de la facilidad, pasean inconscientes por su anestesia. La nueva pedagogía cultiva la intuición sin el esfuerzo del conocimiento: placer vacío del tocar lo que otros pensaron y te cobran.
He muerto. Ya solo soy perfil. Queda mi perfil solo. Soy un recuerdo eterno y solitario de tres o cuatro redes sociales, disperso y sin convergencia ya en ningún yo.




La ventana es la pantalla de cine más vista de la historia. Cuando la televisión o los ordenadores, las tabletas o móviles ganen la estadística, habrá perdido la vida. La vida como la entendíamos.
Redundancia del ruido: ruido que se explica con ruido (diálogo de estadio de fútbol entre rugidos de goles; filosofía de discoteca) En el silencio, las ausencias dictan significados susurrados al oído. Redundancia del silencio: páramo fértil.
Reloj: traducción espacial del tiempo, circularidad cerrada de lo lineal infinito. Eternidad fractal de relojes superpuestos y en fila, sin primero ni último. Y el hombre entretenido en darles cuerda, absurdamente: todos son autónomos, activados por la cinética del tiempo, su padre.

Cuando vivir no permite la vida entre tanta identidad fragmentaria y distribuida, somos estares al pairo.

Abismo de nadas, maquillado del abigarramiento de los todos que nos entretienen.

Somos el eco de las ondas gravitatorias primordiales de hace catorce mil millones de años: el latido de un cero siempre fundacional.
Árbol: pirotecnia cuajada de raíces con vocación de altura. Las palmeras siempre lo han sabido. Un bosque es la traca visual final de fiesta mayor.
El anverso del reverso y viceversa: en esa yinyágnica dinámica se nos va la vida.
Aplazar el presente por exceso de celo vividor: vivir siempre en diferido, no vivirlo por no tener tiempo más que para otra cosa.
Aquello que no puedo recordar es ajeno a mí: soy lo que puedo llevar en la danza de mi memoria. Y en la lanzadera de los cálculos de mis proyectos. Lo que vegeta apuntado en las agendas vive afuera, sin corazón.
Corazón de mi corazón: coraza de su centro más vital, fractalmente abisal, aunque con fecha de fabricación y de caducidad.

6 comentarios:

  1. Buenos Limbos como siempre, particularmente inspirado el del la ventana y el de "aplazar el presente". Me hacen gracia todas estas reflexiones sobre el tiempo que pones al principio y se insertan también en algunos aforismos. Ahora mismo, llevo dos años en que simultanear dos carreras como filología y derecho deja muy poco margen a mi vida para tener tiempo libre. Trato de pensar que ya lo tendré en el futuro, aunque como se suele decir... tal vez me equivoque XD

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    1. La inspiración, querido Eduard, es, como sabes, una cierta predisposición a leer las coyunturas desde una cierta originalidad, desde dentro y con vocación de osar exportarlas hacia afuera. Que los “Destellos” tiendan al aforismo, desde una cierta pedantería lírica, parece marca de la casa de esta inspiración abradeña. Vivir es espirar hacia la expiración que nos anula: yo intento trenzar mi respirar con la inspiración que me permite enriquecer la mirada. Compartirlo en estos Limbos enriquece mi ilusión de vivir.
      ¡Estás hecho todo un Gil de Biedma del siglo XXI!: él aprendió la filología como autodidacta y pululó por la carrera de Derecho por imposición nutricia. Tú estudias ambas carreras… Espero que, machihembrando lo mejor de las dos disciplinas, seas el mejor de los letrados (con la combinación de leyes y poesía que sea necesaria en cada momento). Piensa que el tiempo es siempre tuyo.

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  2. "La vida como la entendíamos" és el que desapareix per entrar un món nou que ens porta a mil i una reflexió com aquests "destellos".

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    1. “Destellos”, estimat Galderich, que són pampallugues d’ombra en un món hiperil.luminat. Segueix essent el nostre món, però hem de batallar per ser respectats: la novetat, per sí mateixa, no justifica la seva bondat, como no ho fa la realitat consolidada en en temps passat. Cal un diáleg dels temps per avançar: entre les arrels i les ales hi ha sempre l’esser humà que vol volar. Potser la reflexió és el fil necessari per conectar l’origen al futur.

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  3. Veo, querido Ábradas, una nueva encarnación del surrealismo, un surrealismo de generación digital: los trajes deshabitados son aquí perfiles de redes sociales vacíos, fachada sin vivienda, rostros sin persona (máscara desetimologizada, si me permites la pedantería neologística). “La vida como la entendíamos” fue, es y será un lugar común, un desfase necesario para seguir siendo como sociedad. Pero está bien que reivindiques otra forma de ver y vivir el mundo: el latido del cero fundacional que siempre somos, como dices, también está compuesto de lo que tú y yo hemos sido (y recuerda que fuimos contra los que eran y querían imponer su seguir siendo). La vida es una controversia, un esperpento, que diría el iluminado borracho al final de Luces de bohemia. Pues eso. Que tus destellos nos sigan iluminando en el camino hacia lo mejor que podamos ser.

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    1. Que me siga siguiendo, querido don José María, que me aliente desde aquí y desde sus versos me llena de energía para escribir (o para seguir pensando lo que veo, aunque no lo comparta).Efectivamente, el progreso material, como ya avanzó W. Benjamin en La obra de arte en su reproductibilidad técnica, democratiza la cultura, pero también la automatiza, la enajena. La pulsión digital (literalmente) toca para llegar, llega sin caminar: que los objetivos estén en los prólogos es muy eficiente, pero poco formativo. La vida como la entendíamos usted y yo, ya no se entiende. Ellos, sin demasiada oposición por nuestra parte, sabrán hacer. Esperemos que mejor. Somos exiliados de nuestro tiempo.

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