lunes, 30 de junio de 2014

Destellos LX



El ajolote, ese extraño y cortazariano anfibio, expande sus branquias como alas para volar en el agua.






Ser farero, no. Ser eremita o humilde luz de posición de pesquero en la mar de invierno. Sabio porque sé que siempre se vive entre el antes y el después y que en la duración de ese momento, sin la usura de la impaciencia, hay un mundo: lo que he sido y lo que quiero ser, concentrado en lo que soy. Intramuros del yo habita un tú (ese yo del porvenir): el que soy el instante que media entre el agua y el aire.

Anfibio volador: eso es el poeta.




Nada dura más que lo efímero bien vivido.



El dolor no tiene nombre, aunque se puede compartir. La tristeza sí admite los disfraces léxicos para entretener los puentes tendidos hacia la muerte.



Ya no vamos hacia nosotros: hemos quedado fuera. Ajena a mí; ajeno a ti: sonámbulos náufragos de un sueño, derrotados por la necesidades asimétricas del amor.




En mis ojos, la noche. La mañana en los tuyos. En los crepúsculos nuestro amor.




Pletórico de transparencia, me revelo en la cámara oscura de mi intimidad.




Un reloj dentro de un cajón es como un corazón.




El relámpago reivindica la oscuridad. El trueno, el silencio.




Murió ahogado para borrar la frontera entre el agua y él.




Un hoy tan lleno de actualidad que sobresatura su densidad: esos son los días en los que nos buscamos sin encontrarnos.




Quizás llamarlo axolotl lo haga más sugerente. Si te atrae y te apetece conocerlo mejor, capúzate en esta poza. Respirar por las plumas, bajo el agua, no está al alcance de todos.



4 comentarios:

  1. M'ha agradat molt Pascual!! en especial, la frase " Nada dura más que lo efímero bien vivido". Molt ben expressat. Una forta abraçada

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    1. Som perquè passem; perquè sabem que hem de passar, necesariament: el “carpe diem”, com el tictaqueix del rellotge dins el calaix que és el cor, ens ho recorda a cada batec de temps.

      Car-pe di-em car-pe di-em car-pe di-em…

      Viure bé allò efímer és la clau del passar: es a dir, gaudir plenament la fugida del temps és viure. És la essència de la duració, que és més una qualitat aspectual del temps que un paràmere quantitatiu.

      Gràcies, Clara, per fer duradors aquests “Destellos” amb la teva lectura.

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  2. Inquietante axolotl, querido Ábradas. Una buena revisión del albatros baudelairiano: la majestuosidad aérea que se hace torpeza al aterrizar es aquí un habitar la frontera imposible y anfibia del dejar de ser para ser sin estar en ninguna de las naturalezas plenamente. Volar dentro del agua o nadar en el aire. Como ese relámpago que es porque nace en la oscuridad o el trueno porque es hijo del silencio. Como en tu cuento del siempre empezar “La luz del tiempo”, el universo del poeta es el de la concreción de lo indefinido, el limbo de la realidad sentida y pensada sin prisa. Como el suicida amante de la mar que se ahoga para ser siempre frontera, plétora que sabe nadar en la sobresaturación de actualidad, ese mar en el que naufragamos los demás.

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    1. La humildad del poeta no está, como bien sabe, don José María, en ese lugar común simbólico (cada vez más falso por obsoleto y anacrónico) del farero: desde su atalaya solitaria ilumina la noche, pero hay una pretensión en su altura. Desde que Baudelaire hizo que el poeta perdiera su aureola en el barro de las calles parisinas y nos enseñase, además, que la insatisfacción es la esencia del ser (mortal, corriente y moliente, sin endiosamientos), la metamorfosis de la naturaleza lírica ha tenido diferentes encarnamientos. Me ha parecido que el ajolote, como anfibio peculiar, puede ser una buena aproximación.
      Los “Destellos”, como siempre (desde hace ya sesenta y una ráfagas) son imperceptibles luces de posición de embarcaciones seguidas, desde su límbico espacio, por los ajolotes-poetas que las miran mientras se sienten verse mirar, cortazarianamente (y con algo también de Carlos Barral)

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