martes, 15 de julio de 2014

Destellos LXI


La mirada ciclópea para sorprender la totalidad de la nada. Ojo de la mónada lírica: grito visual sordo.




Alquimia de la poesía:

agua seca;

fuego frío;

aire metálico;

tierra evanescente.

Materias elementales enquistadas y náufragas en el vacío del éter por la gracia lírica. El poeta puede forzar léxicamente la naturaleza de mundo: su sangre siempre late roja. Sorprende los estados en su frontera: delicuescencia, sublimación, condensación, evaporación, solidificación… En sus transiciones coloca su simiente. En el cálido hielo. En la fresca llama. En el sólido viento. En la tierra cuajada. En la nube hecha niebla sobre el mar y sus cantiles. En los márgenes difusos entre lo sólido, lo líquido y lo gaseoso.

Sublimación del esperar: eso es el poema. Los “destellos”, simplemente, atajos impacientes, piscolabis. Intrascendencia de lo trascendente ignorado.


Fuego, agua, tierra y aire buscando su centro.







El amor que se hace costumbre es herrumbre.




Herido de presente, me desgajo sin centro.




No se puede editar la vida. La vida editada es cine o literatura.




Ser emprendedor supone autoexplotarse, competir, egoístas, contra un titán invisible impuesto. Los ritmos de la vida son otros. Para progresar, la audacia está en ser. Reinventarse es una patraña: te reinventan sin consultar al que quieres ser desde dentro. Usura egotista de los tiempos.




La sonrisa perpetua y la erección perenne son signos de la tragedia.




Te quiero, precisamente, porque no te entiendo. Te amo porque quiero entenderte.




Hay objetos que emiten recuerdos.




Los datos germinan y arraiga el conocimiento. Los datos se siembran y entre sus tallos y flores habitan las ideas que el viento trae y lleva. En esa coreografía el mundo se hace algo más nuestro, aunque ajeno siempre.




Dios: la totalidad de cuanto me contiene y cuanto contengo.




Los cuatro elementos. Manuscrito inglés del siglo XI.


5 comentarios:

  1. Ese cajón de sastre que es tu pensamiento me seduce y me inquieta. Todo son palabras. Pero entre un “Destello” y otro hay un abismo: de tono, de transcendencia, de tema… Me gusta. Este zapping conceptual, sin embargo, no sé si navega bien por estos mares binarios. Claro que, supongo, escribes para ti y no para que te lean. Lo contrario sería un error. Leer es consecuencia de esa causa que es tu escritura. La alquimia de la poesía a la que invocas, efectivamente, es la única que puede adjudicar a los sustantivos los adjetivos de una antonimia imposible. Sigue fundando lo elemental en tus Limbos.
    Sigue tiñendo de mirada la realidad.

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    1. Lo esencial, querido don José María, es de una invisibilidad que solo se revela ante quien quiere escuchar en vez de oír y mirar en vez de ver. Eso es lo que intento: escuchar, mirar, sentir y entender líricamente lo que me rodea y me construye. Es un contrapelo poético que hace saltar polvo de realidad en lo que toca: los que me lean pueden, si se detienen lo suficiente en esa duración, salir de estos Limbos moteados de sus brillos. No valen nada: solo hacen cosquillas.

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  2. Manual de poesia que José Maria Quiroga Plá debe contemplar desde los Limbos con una sonrisa perpetua porque esta es la trageida de la muerte, o no?

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    1. Esto, admirado Galderich, es una jubilación eterna. Sin las miserias del morir al día, vivo un vivir sin lastres. Como dice en sus Cuernos de don Friolera Valle-Inclán, disfruto de las miserias terrenales desde esta otra orilla, con la visión de altura que la vida necesita para ser digerida sin la indigestión machadiana del estar “au dessus de la mêlée”. Eso no de ve cuando tienes consciencia y estás vivo en la vida (si o eres un cráneo privilegiado como Valle).
      Y sí, este Ábradas me hace sonreír con su manejo lírico de la lengua. Deseo que no desista y que siga regalándonos “Destellos”, “Sonetos de carne” o lo que se proponga.

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    2. El amigo Quiroga, Galderich, vive en la suerte de estar muerto con el dolor de morir ya muy lejano, olvidado. Es todo futuro. Cuando la tragedia se comprende, es decir, cuando superas la ignorancia humana y sabes que el destino no existe, todo es diáfano en su oscuridad. Quizás sea una comedia sin enredo, sin acicates negativos que iluminen su superación. Quizás estos Destellos me los dicte el propio Quiroga Plá mientras duermo. Sé que tras sus gafas de eterno miope clarividente, ríe de esto que decimos.

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