viernes, 30 de enero de 2015

Haikus XX








A los Sables, marineros en tierra huérfanos de huertos submarinos.



Como un espectador de lujo, el barco atalaya su mar desde la Marina de Cope. Quiso descansar en sueño bajo las aguas que le dieron la vida y lo han condenado a una vigilia tantálica: no pudo elegir su destino y los musgos de secano olvidarán las algas que pudieron habitarlo. Los pájaros y la lluvia, escasa siempre en estos saladares, serán los peces y salobres con los que habrá de conformarse.

         Un barco en tierra siempre es náufrago.


        
              Plantar un barco
      como quien siembra peces.
      Naufraga el aire.