domingo, 27 de septiembre de 2015

Arquitrabes XIV: Agudeza y arte de ingenio



        
 
Retrato de Luis de Góngora (1561-1627) posterior a 1622. Copia del siglo XVII del original de Diego de Velázquez. Óleo sobre lienzo (60x48 cm) Fundación Lázaro Galdiano (Madrid)
         





      Góngora nunca fue tan agudo como cuando mató al lector diletante de biblioteca con el vértice de sus Soledades.







sábado, 26 de septiembre de 2015

Diálogo de aforismos I



 
Eco y Narciso de John William Waterhouse (1903). De la ausencia de reflejo nace el amor al alrededor. Solo el mar contiene ese espejo: mirarlo también te enamora.
         


           Aforismos en su sentido más laxo: respetan la brevedad y un cierto regusto doctrinal, pero no pretenden establecer reglas de comportamiento o de conocimiento de la vida. Serán, apenas, pincelas impresionistas en el cuadro de la necesidad de existir y de querer saber para ser.

         Las inercias mismas de la vida serán las conductoras del hilo argumental. Las lecturas, sistemáticas u ocasionales, darán los temas o los enfoques. Y las ideas interlocutoras quedarán al albur de la casualidad de las coyunturas que son la vida.

         Aforismos que pueden ser epitafios. Aforismos que pueden ser simples destellos. Aforismos que pueden ser burbujas léxicas que buscan la trascendencia de la nada.

         En su cruce resplandece la transparencia de la epifanía. Que es toda tuya en cada diálogo. 

  Aquí naufraga el primero de los diálogos.




“Me paso mucho tiempo contemplando cómo es el agua”

Santa Teresa de Jesús, en una carta (La cita flota en mi memoria y naufraga en las redes líquidas etéreas, pero no he podido pescarla para referenciarla)


“¡Oh cristalina fuente,
si en estos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!”

San Juan de la Cruz. Cántico espiritual. Según el manuscrito de la Madres Carmelitas de Jaén. Madrid: Espasa-Calpe, Clásicos Castellanos, 55, 1969. Edición de Matías Martínez Burgos. Adaptación al castellano actual de Pascual Gálvez (vv. 21-25, lira 12)


“Aquí yace alguien cuyo nombre estaba escrito en el agua”

                   John Keats, epitafio sobre su tumba romana.


“Desde niño, tan lejos como vaya mi recuerdo, he buscado siempre lo que no cambia, he deseado la eternidad […]

Luis Cernuda. “Escrito en el agua” en Ocnos (1942). Madrid: Turner, 2009.



“Si tú has sido para mí,
desde el día
que mis ojos te estrenaron,
el contemplado, el constante
Contemplado”

         Pedro Salinas. El Contemplado (1943-1946). Madrid: Visor, Visor de      Poesía, 2004.


“Todos los fuegos el fuego”

Julio Cortázar. “Todos los fuegos el fuego” en Todos los fuegos el fuego. Barcelona. Edhasa, Pocket, 11, 1994.







Transparencia sólida, espejo de silencios densos, eternidad mutante de muda estrofa cifrada en olas maestras, condensación de todas las miradas, horizonte de verticalidad mística, infancia recobrada ante su rostro inabarcable: mar de aguas que bautizan las muertes que somos para ungirnos en vida. Esencia del cambio que permanece: contumacia de la identidad instantáneamente renovada para seguir siendo.

Contemplación del agua: siempre la misma, siempre otra. Aprender a ser la estatua que ve, habitada de mirares.





domingo, 13 de septiembre de 2015

Haikus XXIII














Agua somos y al agua vamos aunque nos creamos tierra o polvo o fuego o aire. Agua enamorada, tal vez. Bioluminiscencia incluso en la sombra que proyectamos.
Otro verano, en ese vaivén del tiempo tan marino, se va. Su estela nos hará navegar otra vez, ontológicamente, hasta esa orilla que queremos ser para volver siempre a empezar sin dejar de ser.






        
                     A penas, somos
         una sombra mojada
         que borra el agua.





Destellos LXVIII



 
Luna lorquiana: luz que eclipsa la maestría del farero





                                                        A Ari Jai Alai, por su sugerir. Por su luz.


Vocación de lector de periódicos de papel atrasados. Todos están en la hemeroteca virtual: estar todos anula que haya uno.

Filosofía del portero. Maduración de la idea para evitar el gol: soledad colectiva. Responsabilidad, previsión, espera tensa, ver venir el movimiento desde el centro que se ha pensado y es: salir al encuentro de lo que viene. Agilidad, reacción. La intuición domada que fluye. Antes fue mecánica, procedimiento pensado.

Enseñar a aprender. Pedagogía de farero: su faro ambiciona horizonte, generoso en luz. Cíclope ciego que enseña a ver. Aprendió de Edipo y de Borges (estos llevaban el conocimiento en el pozo de su oscuridad)






Diógenes con su linterna busca maestros y solo encuentra pedagogos.




La felicidad no es la burbuja insaciable del siempre más: es el ancla con la que intentar amarrar lo que se eleva sin conseguirlo.




La pedagogía y la ofimática han secuestrado la educación en el espejismo de hacer fácil la felicidad. Enseñar es ahora ser ingeniero de Ikea.




El paradigma verbal de “amar” cobra sentido con la madurez, cuando ya no te lo preguntan.



El onanismo intelectual eyacula hacia adentro. Tántrico, fertiliza sus ideas para poder sembrar sus frutos en el exterior después. La polinización es un acto social que crea valles y bosques.



Emparrado en la vida, esperas que el sol y la espera te hagan madurar. No es mala pedagogía: atalaya estoica entre el acelerar la aceleración del precipitarse con método. Precisión de la duración hacia la maduración.




El centauro ontológico que somos necesita amor para el alma de su mente y sexo para la sangre de su cuerpo.




Derviche arcano sobre el ombligo.




Anarquía del sentimiento: vaivén de lo apolíneo a lo dionísiaco. Y viceversa.




Luz de muerte del conocimiento. La metáfora visual lo declara: ilumina el mundo una sombra: el farero es un extranjero en su faro. Los navegantes naufragarán y serán devorados por las sirenas mecánicas inalámbricas.