El hombre siempre ha sido binario y corpóreo, buceador de su alma: ahora se busca en el no verse, materialmente. La luz de la sombra da miedo. |
“Escrituras de luz embisten la sombra, más prodigiosas
que
meteoros.
[…]
Paso con lentitud, como quien viene de tan lejos que no
espera llegar.”
Borges, Jorge Luis. “Jactancia de quietud” en Obra poética, 1 (1923-1929). Madrid: Alianza, Biblioteca Borges,
0016, 1999, pág. 76-77.
[…]
El fred del seu demà és una instància.
Els
orfenats i hospicis eren durs,
però
més dura era la intempèrie.
La
vertadera caritat fa por.
És
com la poesía: un bon poema,
Per
bell que sigui, ha de ser cruel.
No hi
ha res més. La poesía és ara
l’última
casa de misericordia.
Margarit, Joan. “Casa de misericòrdia” en Casa de Misericòrdia. Barcelona:
Edicions Proa, Els llibres de l’Óssa menor, 288,2007, pág. 23.
Joan Margarit lo explica con una simplicidad que aturde, como una epifanía
de lo obvio que no hemos visto. El hombre vive en la intemperie y ha ideado dos
formas de combatirla: la técnica y la poesía. La ciencia para hacer habitable
el mundo, materialmente. La palabra lírica para conseguir asumir nuestro lugar
en el mundo, una vez que el dolor (esa bestia mutante sin antídoto inmediato
posible) ha destilado la tristeza que sí se deja conducir. Quizás para llegar a
esta certeza, meridiana y luminosa, sea necesario ser catedrático de cálculo de
estructuras: cubrir la cabeza y vestir la emoción desde el interior del yo, haz
y envés de la habitabilidad del universo: dualidad tan vieja como la humanidad,
cuerpo y espíritu que este poeta arquitecto revela, vitalmente.
Dice, también, que “la llibertat és una llibreria”: metáfora perfecta para
acotar cabalmente esa cabra loca que es, a veces la libertad. Infinita
posibilidad en el cauce del orden, premeditado o aleatorio, de una estantería.
No hay libertad sin la cuadratura de la posibilidad: sin orden, la libertad
tiende a ser naufragio.
Así estos Destellos: ráfagas erráticas de luz dictadas por la voz de la
vida y su pauta.
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Para que todo fluya, primero hay
que construir su cauce.
(Proverbio
abradeño)
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La novedad mata la curiosidad: el interés se suicida por
la necesidad fractal de la actualización compulsiva.
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Mar: vacío lleno de agua.
Cielo:
vacío lleno de aire.
Hombre:
vacío lleno de yo.
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La pobreza extravagante
de un corazón eviscerado, fuera de contexto. Un corazón que da la muerte.
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Clicar para actualizar, como una condena a lo Sísifo, sin
aparente trauma ni esfuerzo. ¡Qué lejos del mecánico y rutinario dar cuerda al
reloj!
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Información: excipiente de la cultura. No tiene principio
activo: puede ser el contexto de un naufragio.
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Teocentrismo: antropocentrismo: internetcentrismo.
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La información desborda el cauce de la cultura; la
técnica el de las necesidades.
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Envasar vacío al vacío; perimetrar la ausencia; dar
volumen al hueco: esas pueden ser las misiones posibles del poeta.
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Somos ovíparos sin paciencia ni tiempo, sin voluntad para
empollar. Somos abortos de la prisa, aunque mamíferos.
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Por el ojo entra la luz: el pensamiento lírico la tiñe y la expande. |