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Eco y Narciso de John William Waterhouse (1903). De la ausencia de reflejo nace el amor al alrededor. Solo el mar contiene ese espejo: mirarlo también te enamora. |
Aforismos
en su sentido más laxo: respetan la brevedad y un cierto regusto doctrinal,
pero no pretenden establecer reglas de comportamiento o de conocimiento de la
vida. Serán, apenas, pincelas impresionistas en el cuadro de la necesidad de
existir y de querer saber para ser.
Las
inercias mismas de la vida serán las conductoras del hilo argumental. Las
lecturas, sistemáticas u ocasionales, darán los temas o los enfoques. Y las
ideas interlocutoras quedarán al albur de la casualidad de las coyunturas que
son la vida.
Aforismos
que pueden ser epitafios. Aforismos que pueden ser simples destellos. Aforismos
que pueden ser burbujas léxicas que buscan la trascendencia de la nada.
En
su cruce resplandece la transparencia de la epifanía. Que es toda tuya en cada
diálogo.
Aquí
naufraga el primero de los diálogos.
“Me paso mucho tiempo contemplando
cómo es el agua”
Santa Teresa
de Jesús, en una carta (La cita flota en mi memoria y naufraga en las redes
líquidas etéreas, pero no he podido pescarla para referenciarla)
“¡Oh
cristalina fuente,
si
en estos tus semblantes plateados
formases
de repente
los
ojos deseados
que
tengo en mis entrañas dibujados!”
San Juan de la Cruz. Cántico espiritual. Según el manuscrito de
la Madres Carmelitas de Jaén. Madrid: Espasa-Calpe, Clásicos Castellanos,
55, 1969. Edición de Matías Martínez Burgos. Adaptación al castellano actual de
Pascual Gálvez (vv. 21-25, lira 12)
“Aquí yace alguien cuyo nombre estaba
escrito en el agua”
John
Keats, epitafio sobre su tumba romana.
“Desde niño, tan lejos como vaya mi
recuerdo, he buscado siempre lo que no cambia, he deseado la eternidad […]”
Luis Cernuda.
“Escrito en el agua” en Ocnos (1942).
Madrid: Turner, 2009.
“Si
tú has sido para mí,
desde
el día
que
mis ojos te estrenaron,
el
contemplado, el constante
Contemplado”
Pedro
Salinas. El Contemplado (1943-1946).
Madrid: Visor, Visor de Poesía, 2004.
“Todos
los fuegos el fuego”
Julio
Cortázar. “Todos los fuegos el fuego” en Todos
los fuegos el fuego. Barcelona. Edhasa, Pocket, 11, 1994.
Transparencia sólida,
espejo de silencios densos, eternidad mutante de muda estrofa cifrada en olas maestras,
condensación de todas las miradas, horizonte de verticalidad mística, infancia
recobrada ante su rostro inabarcable: mar de aguas que bautizan las muertes que
somos para ungirnos en vida. Esencia del cambio que permanece: contumacia de la
identidad instantáneamente renovada para seguir siendo.
Contemplación del agua:
siempre la misma, siempre otra. Aprender a ser la estatua que ve, habitada de
mirares.