El amor es pulsión y recreación: en su simbiosis nace,
crece y se alimenta. El deseo inventa el itinerario de su inmolación, de su
precipitarse, efímero en su diana. Son el camino y la diletancia los que
aceleran en su espera forzada y a contrapelo el placer que buscan. La víspera
del gozo saliniana puebla de “carpe diem”
los prólogos del destino.
Este sonetillo
a la inglesa, palabra y carne, mitologiza la vida real para darle perspectiva.
El
orgasmo es un destino
que
anhela encontrar su fuente.
No
sigue pasos ni puentes
porque
busca su camino.
Su tragedia bebe el vino
que
conduce hasta la muerte
precipitando
la suerte
de
saberse muerto y vivo.
Se hace el amor en sus actos,
crece
en cada suicidio
de
caudales destilados
que
son mar y son abismo.
Piedra
que busca su espada
en
ondas de laberinto.