“El viejo mundo se
muere. El nuevo tarda en aparecer.
Y en ese claroscuro
surgen los monstruos”
“El pesimismo del
intelecto, el optimismo de la voluntad”
Antonio
Gramsci
“Yo soy yo y mi
circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo a mí”
José Ortega y Gasset
“Ara ve Nadal,
matarem el gall i a la tia Pepa li’n farem un tall”
Voz de la tradición
“De la nada nada
sale”
Parménides / Lucrecio
”La lluvia no nos nombró
esta vez
no lo hizo
el derrumbe
nos ha dado
una nueva montaña
y una alta brisa
final
sobre lo devastado”
María
Auxiliadora Álvarez,
Las noches y las nadas
“We can always start again”
De una etiqueta sobre agua infusionada
Unge y unce de presente el tiempo que nos damos. Somos la raíz y las alas, la causa y la consecuencia: la glándula pineal neocartesiana conecta nuestro cuerpo al alma membrana del dios algoritmo en la que todos participamos bebiendo de ella y alimentándola. El nuevo maná es tóxica ambrosía: cifras que nos liberan. El cuerpo de Cristo y la sangre de Cristo encarnados en el simulacro panóptico del interior de la caverna, con vistas al universo servido por Amazon, a crédito.
Morimos de vida, que diría Unamuno. La razón vital también puede pedir métrica lírica libre. Somos personas sentipensantes que nos vendemos como individuos, engatusados por la melodía dulzona de la inmediatez: somos infinitos y nuestros, hacia adentro y limitados y suyos, en un alrededor en expansión inabarcable que compramos como nuestro y es ajeno y alienante. Vivimos de y en la razón poética, zambranianamante. No hay aplicación que lo suplante ni metaverso que lo compense.
En la transición, tenemos que ser. Estamos, por tanto somos si queremos ser. Y no hay más redentor que la voluntad de seguir siendo: ese yo en el que te esperas al otro lado del puente de todos los presentes que es presente hacia presentes futuros. Para ello nos preparamos, para esa venida siempre por llegar hacia la que vamos sin dejar de sernos en todos los ahorayaquí. Liturgia de la espera fértil de lo por nacer: vivir el domingo pascual en cada ciclo eterno de cada momento. Momento memento: “memento mori”; “memento vivere”: plantar “carpe diem” sin usura en el “tempus irreparabile fugit” con la azada de “primum vivere” desde el “deinde filosofare”, “de chill” de verdad, sin negocio.
¿Somos esclavos de la realidad o de la verdad? ¿Vivimos aislados en la globalidad más absoluta? ¿La circunstancia nos hace o la hacemos? ¿Somos centro o alrededor? ¿O estamos en un centro que es alrededor que nos haces clientes-centro? ¿Somos un margen periférico que se cree centro? ¿Somos solo contexto y nos hacen sentir texto? ¿Somos quienes pensamos que somos o solo un excipiente para que el mundo pueda seguir siendo sin nosotros?
Abismación, fractalidad pixelada: pantallas que se reflejan en pantallas y construyen ilusión de sinergias que pueden serlo y, simultáneamente, son vampirizaciones dulces. Felicidad en la caverna de Platón, con guiño saramaguiano, de sombras que provocan sombras que nos parecen más reales que la sangre y el sudor que ensucian la asepsia metavital.
Solo somos cuando pensisentimos: alma y cuerpo, al unísono, osmóticos, sintiendo y pensando que somos en la sinergia de la intuición intelectual. Noesis vital.
La navidad nos espera en su
caos de faralaes y criptomonedas: en el tránsito hacia ese tiempo de paréntesis
de anestesia feliz, alguien se está gestando para nacer y para poder morir
fertilizante, concentrado y centriparapetado, entre tanta dispersión
centrifugadora.
En la intemperie de todo,
el hogar.
En el magma de la globalidad
islas de ser buscan su ser más suyo
y solo se encuentran en el barullo
en el que ganan perdiendo su mar.
La transición es oportunidad
de redención: surfeando el abuso,
con alegría combates el humo
y ante sus embates das claridad.
Decidir es querer ser y encontrarse
en las contracorrientes: hiere y sana,
infierno interno que es fuero de cielo,
en el fluir de vivir, la luz que llevo
como riendas: sé que quien pierde y
gana
funda la frontera de cada instante.