sábado, 23 de diciembre de 2023

Destello domado en un caos sistémico: villancico para 2023

 

Neogótico ateo ecumémico





                        “Dies d’alegria,

                         joia per tothom,

                         perquè a l’establia

                         ha nascut un noi”


Voz y ecos de la tradición (perevergianizada)


“qué sabrás tú del amor si no sabes del que sienten

los jóvenes yonquis de mi barrio y sus abuelas amorosas /

en él se rompen”

                                              José Daniel Espejo. Perro fantasma (2023)



“Cuando un ruido no te gusta, escúchalo”

  John Cage, citado por Diego Sánchez Aguilar en Los que escuchan (2023)


     “Un día que al gallo le pareció bueno, cogió el niño las sábanas de su cama y te ollas de cobre y se escapó con el gallo al horizonte de aquella ventana. Llegaron a una meseta rasa, en cuyo borde estaba el horizonte que se veía lejísimos desde la casa, y esperaron a que bajase el sol y se derramara la sangre.

Poco a poco vieron venir una nube rosa; luego una niebla rojiza les envolvía y tenía un olor ácido, como a yodo y limones. Por fin la niebla se hizo roja del todo y nada se veía más que aquella luz densísima entre carmín y escarlata. De cuando en cuando pasaba una veta más clara, verde o de color de oro. La niebla se hizo cada vez más roja, más oscura y espesa y dificultaba la luz, hasta que se vieron en una noche de color escarlata. Entonces la niebla empezó a soltar una humedad y una lluvia finísima, pulverizada y ligera, de sangre que lo empapaba y lo enrojecía todo. El niño cogió las sábanas y se puso a sacudirlas en el aire hasta que se volvían del todo rojas. Luego las estrujaba en las ollas de cobre y volvía con ellas al aire para que se embebieran de nuevo. Así se estuvo hasta que las tres ollas fueron llenas”

             Rafael Sánchez Ferlosio. Industrias y andanzas de Alfanhuí (1951)


        “Abuelas fueron muchas, tantas: todas. Porque el principio es la idea y la idea nunca es idea, son ideas siempre. Las abuelas tejieron y tejieron desde los tiempos más antiguos, los del mito, hasta los más recientes, los de la liberación y los del adiós y los del después verdadero con sus propias manos, muchas, tantas: todas las manos del mundo tejiendo desde siempre una única red de historias que, textura contra textura, se fue superponiendo a la propia realidad hasta ser ambas la máscara misma, el mismo texto”


Jorge Carrión. Membrana (2021)


“Es más fácil imaginar el fin del mundo que el final del capitalismo”


                                Mark Fisher & Fredic Jameson & Slavoj Zizek




     Este mundo es un corral. Global, sí, pero con cada corazón de sangre en su ser en un aquí y ahora físicos e intransferibles. Un corral de talentos dependientes de subcontratas, alienados de alegría hipotecada. Cacareo de poses y memes (mímesis vírica de la originalidad estandarizada por la moda intramuscular inoculada por los ojos): intimidad en patio de vecinos panóptico.

Alpiste digital en la mano de la pantalla. Para volar. Gallinas que vuelan. Que crecen sin raíz en una industria de hacinamiento en el metaverso (mataverso, meteurgencia y sacacuartos) que estamos alimentando con nuestro falso vuelo. Todos. Menos los que viven en un margen sin futuro ni posibilidad de alas. Hereje me siento del dogma de la libertad liberticida.

Matar a la madrepadremaestre aborta la dirección porque todas son posibles en el mercado del templo algorítmico en el que rezamos. Todas y ninguna.

En tiempos de navidades con vocación gótica de leds en bucle, fanfarronean las plazas su márquetin. En cada hogar hombres barbados de rojo cocacola trepan, alma de algodón sintético, hacia los abetos de plástico chino. O cabalgan encamellados tres reyes ateos hacia abetos víctima de invernaderos de frío artificial. En la fiesta del consumo todo, revuelto como la puta y el tuerto, es cambalache en un cajón de sastre organizado por la mano invisible muy visual del mercado.


                            Como con cerezas en cementerio

                        los abetos se enguirnaldan de espumas 

sacrificando su verde a la usura

de bolas, lazos, luces y dispendio.


El corazón de la guinda es veneno

en dosis madeinchina de burbujas

                        que nos compran luciendo baratura

                         tan cara que en su barro nos cocemos.


                      Estructuras metálicas de leds,

                         góticas, simulacran alegría

                         con coreografía de Carey:


                      La masa humana, arrastrando su vuelo,

                          espumillonada de purpurinas,

                          amazonea en su azacaneo.