Primera
aproximación a la médula de saber. Descartes tuvo que improvisar, entre tanta
duda metódica de su sistema lógico cartesiano, un estuario para conectar la “res cogitans” de la mente con la “res extensa” del cuerpo. En ese nudo de sustancias, en ese centro
osmótico de naturalezas habita el hito de ser, la trasminación que cuaja en
presente los tiempos, los espacios y la luz. En esa encrucijada, filosofía,
matemáticas y poesía levantan su arco del triunfo efímero y eterno como una
epifanía. El poeta amasa su cochura y el horno de la poiesis cuece la palabra en su transubstanciación.
Filosofía + Matemáticas
= Poesía
Matemáticas +
Economía= Especulación
La
primera es la ecuación que engendra versos como este para acercarnos en su
lejanía la mar:
“Dans
un tumulte au silence pareil”
(Dentro de un tumulto azul de
silencio)
Paul
Valéry. Le Cimentière Marin (1920)
O
como este, “Danza de la muerte”, de Federico García Lorca, cruel y lúcido, de Poeta en Nueva York (1929-1940) que alma
la materia léxica:
“De la esfinge a la
caja de caudales hay un hilo tenso
que atraviesa el
corazón de todos los niños pobres”
La
segunda ecuación arma algoritmos sin corazón que rigen los destinos humanos
desde la virtualidad real de sus deseos libres pervertidos. El dogma del
número, falazmente axiomático, asertivo y aséptico, abole el del mito con todo su lastre de
fábula, sangre y espítitu.
Entre
la verborragia y el silencio, la poesía.
Entre
el azul y la estadística, la palabra precisa en su sugerir abierto.
“Solo
sé que no sé nada”
Sócrates
Solo lo que se nos presenta en la
mente con distinción y claridad es intuición evidente de conocimiento: antes
del método, todo es provisionalmente falso.
La certeza es producto de la racionalización metódica del magma del pensar que
destila la idea universal.
René Descartes
“De lo
que no se puede hablar, es mejor callarse”
Ludwing Wittgenstein
“La mejor forma de
decir es hacer”
José Martí
“No
se pasa de lo posible a lo real, sino de lo imposible a lo verdadero”
María Zambrano
“Dios” es un objeto intralingüístico
y no murió con Nietzsche: vive en la
palabra, podemos hablar de él sin que tenga que ser más que materia léxica.
Sobre el dios extralingüístico es mejor guardar silencio para no enlodazar el
pensamiento y levantar la torre de babel de la confusión de causas y efectos
como ladrillos de ignorancia ignorada.
Hacer es decir y decir es hacer. Decir
es construir con palabras sobre los planos mentales que ha diseñado el
pensamiento, ese arquitecto que ha interpretado las palabras como conceptos
para bajar el infinito a la escala
humana.
Ignorar lo que sabemos abona el
pensamiento. Saber lo que ignoramos siembra el pensamiento abonado. Ignorar que
ignoramos y levantar sobre sus cimientos vanos el pensamiento puede dar lugar a
imperios al pairo de “brokers” y cuñados que nada saben de lo que dicen saber
pero actúan y hacen actuar fuera de la lengua.
El vate comunica el conocimiento que
la investigación poética le ha revelado y, palabra en boca, teje los mimbres
que desvelan los centros a quien quiera escuchar con los ojos, sin más prisa
que la que alimenta la pausa, sin más
velocidad que la de la duración.
La poesía es la bisagra pineal del
armazón humano.
“Bello es el ser sin apetito”
Byung-Chul Han