
Epifanía de la lectura: los discursos interpretativos de la realidad trenzan su verdad para hacerla "aletheia" axiomática sin dogma.
A mis alumnos de filosofía.
A Clara, por la lección vital.
“Si las puertas de la percepción se purificaran, todo se le aparecería al hombre tal cual es, infinito”
Aldous Huxley & William Blake & The Doors
(Las puertas de la percepción-Matrimonio de cielo e infierno-“Break on through”)
¿Somos por deducción o por inducción? ¿Somos porque nos pensamos y porque nos piensan? ¿Seguimos siendo en el largo ser de la descendencia genética, pre-ego y post-ego? ¿Muere Dios en Jesús, que sube al empíreo a ser Dios palomizado sin dejar rastro humano en el suelo, sin transcender genéticamente? ¿Es el cuerpo (“res extensa” putrescible) la tumba del alma (“res cogitans” inmarcesible) en el amparo omnipotente, omnisciente, perfecto e infiniterno de Dios?
La navidad es un templo del tiempo. Costumizado para consumir, el pesebre es centro comercial (de cuerpos y almas) y nosotros un alrededor que se cree centro en cada yo. Centros sin médula, vertebrales del sistema que es maelstrom de atracciones. Repetimos el gesto heredado y lo donamos al futuro, cada vez más monetizado, más de una inmaterialidad material de criptomonedas y algoritmos. Y cada hogar entroniza su pesebre de eterno retorno de lo idénticamente diferente.
Cada año nace Jesús en todas las casas ungido de muerte redentora. Año cero de un todo parcial que venía de un todo total. El fuego de la Anunciación, con pastores borrachos y un Hermes platonizado, ilumina hoy en los árboles de navidad de leds infinitas de la caverna algorítmica. María fue el laboratorio de un trabajo de campo donde transustanciar una deducción inductiva. Aquí y así estamos dos mil veinticinco años después: empíricos de cuerpo e idealistas de alma, en una ósmosis que nos da la glándula pineal que nos hace humanos entre las sombras de verdad con las que nos dejamos iluminar (y donde el negocio inventa que Rosalía es epifanía con su lux).
Dios es el campo de Higgs y nosotros una excitación de agua que lo habita, capicúas tensos en la fricción de vivir, luz humana perceptible en lo insondable de su velocidad.
Mitología obstétrica
Sobre paja calentada a mugidos
y rebuznos y el aliento perplejo
de un padre putativo que es atrezo,
María pare un hombre deducido.
En otro teatro de madre virgen
abre su regazo de par en par
para que entre la luz del palomar
y fecunde su altar ineludible.
Sin placer, violada por el destino,
la mujer se deja hacer resignada
para dar a luz con dolor divino.
Desentrojando luz entronizada,
chapuza de un empíreo empírico,
desconcibiendo a dios se nos desangra.