domingo, 9 de diciembre de 2012

Destellos XLV


Frente al minimalismo virtual de la nada, el abigarramiento fractal y físico del todo presente y tocable. Antes de que las sombras de aquel acaben por fagocitar a este y trasladarlo a su espacio sin espacio...


     
       “[…] Pero ahora no, estamos en el tiempo de la anestesia, estamos en el tiempo en que las cosas hacen poco ruido. La bomba no mata con el ruido sino con la radiación alfa que es (en sí) silenciosa, o con los rayos de deutones, o con los rayos gamma o con los rayos cósmicos, todos los cuales son más silenciosos que un garrotazo. También castran como lo rayos X. Pero yo, ya, total, para qué. Es un tiempo de silencio. La mejor máquina eficaz es la que no hace ruido. Este tren hace ruido […]”
MARTÍN-SANTOS, Luis. Tiempo de silencio (1961). Barcelona: Seix Barral, Biblioteca Breve, 1985 24ª, páginas 291-292-


Como los Fragmentos de Novalis, estos Destellos buscan su lugar en el mundo, paralelos al discurso racional o trenzándose con él, duración en la urdimbre del ruido. En el silencio aséptico, quieren ser palabras fertilizadoras, agitación, toxina germinadora en una septicemia que nos devuelva a la vida, desde la médula que ignoramos.  Eclipsados por lo siguiente, avanzamos sin apoyar el pie; pero nadie nos ha enseñado a volar ni aprendimos de nadie. Se actualiza la sangre, bombea vida sin nuestro permiso, inconscientes de su prodigio, el músculo más responsable y discreto: pero hace falta poner al día, con alerta consciente y con vocación obsolescente, las expansiones técnicas de nuestro cerebro, si queremos seguir presentes.
Unos Destellos para quien añora una vida a la que poder seguir dando cuerda.




En la oscuridad, el edificio, ajedrez de luz y sombra, parece una radiografía de la intimidad.
Vivir sobre la tumba que construimos. Cavar para crecer: ¿Qué dices que estás tan callada?
Ver en cada reflejo el último espejo antes de la muerte. Y salir del marco de la realidad.

Rodeados de malabaristas del humo, de gestionadores de la nada por arte de birlibirloque, hacemos la biopsia de nuestro corazón solos ante una pantalla lisonjera, psicotrópica, irisada y falsa.

La felicidad y la libertad están sobrevaloradas.

Letra muerta en papel mojado: eso somos por hiperinformación.
La gravedad su ley impone a todo lo que se erige: hasta lo más enhiesto se vence a su peso. Todo se horizontaliza.
Elevar al cubo             
(de la basura)
el pensamiento.
Vivir siempre en la víspera del gozo (ignorando lo tantálico y sisífico de su imán motriz)
Morir y nunca tener la experiencia suficiente para afrontarlo ni la serenidad para poder contarlo.

5 comentarios:

  1. Coincido en que la sobrevaloración de la felicidad y la libertad; y del lujo en general. De todos modos, mi favorito termina siendo el antepenúltimo.
    Por cierto que esta tirada de Destellos está impregnada de un cierto pesimismo que espero no deba ser motivo de preocupación.
    Sigue aportándonos estos maravillosos aforismos.
    Un abrazo!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ese "cierto pesimismo", querido Eduard, no es de este que escribe, respira y sueña, sino de su voz literaria, impostada. Quiere ser un pesimismo lúcido: balizas apenas luminosas en el mar del "todo vale".
      Me abrazo a tu "abrazo" y nos abrazamos sin abrazarnos.

      Eliminar
  2. si, morimos silenciosamente y anonimamente.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y es una lástima, Aris: morir sin poder vivir la muerte nos priva de una experiencia trascendente en la frontera de fronteras. Quizás morir más de una vez sería la solución, pero eso queda en el ámbito de la literatura, cuya experiencia no vale, en este caso, para la vida y su muerte. Y la muerte ajena tampoc vale: el dolor lo eclipsa todo.

      Eliminar
  3. algunos epigramas incisivos, contrastando el status quo
    bien por ti
    saludos

    ResponderEliminar