A Miguel Quiroga de
Unamuno ( in memoriam), José María Quiroga y, sobre todo, a Laura Quiroga, por lo que de
Unamuno todavía corre por sus neuronas.
“[…] Yo me voy sintiendo profundamente antieuropeo. ¿Qué ellos inventan
cosas?, invéntenlas.[…]”
Carta de Unamuno a Ortega
y Gasset, 30 de mayo de 1906.
“[…] Que inventen, pues, ellos y nosotros nos aprovecharemos de sus invenciones.
Pues confío y espero en que estarás convencido, como yo lo estoy, de que la luz
eléctrica alumbra aquí tan bien como allí donde se inventó […]”
Unamuno. “El pórtico del templo”, julio de 1906
“[…] mientras me preparo a pensar cómo pueda españolizarse a Europa, que
nada digno de ser probado puede ni probarse ni desaprobarse”
Unamuno.”Sobre la
europeización (arbitrariedades)” en La
España Moderna. Madrid, diciembre de 1906.
“[…] Venceréis pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza
bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para
persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón, derecho. Me parece
inútil pediros que penséis en España”
Unamuno.
Respuesta a Millán-Astray en el paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12
de octubre de 1936 en la llamada por entonces “fiesta de la raza”.
(No
todos los historiadores y biógrafos de Unamuno suscriben estas palabras como
las literales de don Miguel, pero sí el sentido de lo proclamado)
“[…]Pero ahora no, estamos en el tiempo de la anestesia, estamos en el tiempo
en que las cosas hacen poco ruido. […] Es un tiempo de silencio. La mejor
máquina eficaz es la que no hace ruido. Este tren hace ruido […]”
Luis Martín Santos. Tiempo de silencio (1961). Barcelona,
Seix Barral. Biblioteca Breve, 1985, págs.. 291-292.
[…] se ve en el vacío, mira el cuerpo inerte que tiene ante sí, a su mujer
luego, y exclama acongojado: “¡Hijo mío!”. Al oírlo se levanta la Materia, y
yéndose a la forma le coge la cabeza, se la aprieta entre las manos convulsas,
le besa en la ya ardorosa cabeza y le grita desde el corazón: “¡Hijo mío!”.
-¡Madre! – gimió desde sus honduras
insondables el pobre pedagogo, y cayó y desfalleció en brazos de la mujer.
El amor había vencido.”
Unamuno. Amor y pedagogía (1902)ç
“El
problema del nosotros” : “Interdependencia global” : “El universalismo
individualista” : “Pensar desde la coimplicación” : “Ser-con” : La
intercorporeidad” : “La trama de lo común” : “Esta vida es mía”
Marina Garcés. Un mundo común. Barcelona, Edicions
Bellaterra, 2013. (Secuencias de pensamiento tomada prestada de algunos títulos
de los capítulos de su propuesta filosófica)
Hace
un siglo de algunas de las citas anteriores. Y sería ingenuo asumirlas a pies juntillas
hoy. Cambiemos España por persona y,
para algunos, quizás, tome el posicionamiento unamuniano sentido. Cambiemos Europa por “lobbys” de la innovación y,
quizás, el discurso del pensador nos sea más cercano. Nunca, creo, los
intereses del progreso acelerado han aromatizado tanto del opio de la felicidad
el mundo. La felicidad de la facilidad. Hay un feudalismo “democráticamente”
asumido, por nuestro bien, en los gestos dulces de los que han hecho de la
persuasión su pingüe oficio. La globalización nos iguala por la parte que
interesa a algunos, sin atender a la diversidad. Esos algunos son los que nos
van a redimir de la miseria espiritual, como los fantoches del compadre Fidel
valleinclanianos, pero en su tabanque, no en el nuestro. El economocentrismo
tecnocrático es una medusa que alimentamos para que sea bella y mortal. Y no
hace ruido: seduce, vampírica, vendiéndonos los sueños que excita.
Agonía
del humanismo, unamunianamente. En cada Caín late un corazón de Abel. Cada Abel
amortaja a un Caín. David apedrea directamente a dios para ser Dios. Su orgasmo
lo patrocina cualquier entidad que se lucra con su “sin ánimo de lucro”.
Volver
a Unamuno puede darnos luz en esta tenebrosa claridad. La ósmosis entre dos
crisis, entre dos cambios de parámetros, debería ayudarnos a progresar sin
perder perspectivas al buscar disrupciones salvapatrias mentales. La
obsolescencia es la dictadura de la novedad.
Me
están robando la alegría los mismos que me venden la felicidad.
“La insatisfacción es una broma
mefistofélica de dios.
Cerró su creación primera por
reformas eternas.
Tiró a un agujero negro la llave del
paraíso
y fundó
un Edén de neón
de almizcle humano cebado.
Perdido entre rascacielos de la
ciencia del lucro,
de la vida pródiga,
el proxeneta, amparado en su disfraz
de God,
es asesinado en cada esquina
para aparecer, redivivo, en la
siguiente.
A demanda es y no es,
está sin ser
o es sin estar.
Sabe que se ha hecho clave de bóveda
del tecnocentrismo,
“password” del economocentrismo
tecnocrático.
(Falsamente democrático,
colaboraticida y colaboratocrático
egolatrocentrista en simulacro
altruista
de postureo onfálico de petimetres)
Claustrofobia del exceso.
Disidencia de la ortopatía.
Ictus, trombo en las venas de la
telaraña social.
Laberinto sin Minotauro, sin Ariadna,
cosidos a pérdidas por láseres y wifis
en la tridimensionalidad plana de la
aséptica pantalla.
Conducidos por lazarillos suicidas y
ciegos de pasado.
Turistas y clientes del parque temático
del instante:
Mickey Mouse blande la botella de
Coca Cola
como una antorcha
de libertad
Coaching
personal
Mindfulness
holístico
para la conquista del empowerment.
Poliedria de aristas ignorantes,
hedonismo disfrazado de estoicismo,
cinismo huérfano de Diógenes,
criado por Midas
(con Tántalo amordazado jugando a la
oca
con Prometeo y Sísifo
en el armario)
Somos metonimia de humanidad,
sinécdoque ontológica
del caos,
sinergia de egoísmos en dispergia.
Subcontratas de ideas.
Perdidos en los andariveles
entre la vida
y la ciencia,
volatineros,
trepadores de la cucaña
sin premio
y con zanahoria.
Ser que es por y en lo que hace
y produce.
Rehenes de la metacognición
solipsista y burocrática,
adulados por la simpatía del
comercial
que trata como persona porque quiere
clientes
y computa como individuos
a sus evidencias de éxito personal
(así lo declarará el director de
personas
-eufemismo de recurso-
de su empresa)”
Pensaba Unamuno venido al aquí de
este ahora.
En el prado de Berceo, ebrio de
pensamiento, contemplativo,
ante el fluir fluvial del vómito,
espejo de mente y mundo,
río que se precipita y se anula y
corrige en un atropellado
querer correr.
Unamuno trisca triste, después,
por las ramas del árbol de la
ciencia,
saciado el apetito del cuerpo,
insatisfecho el del pensar:
“Crecer contra la normalidad, por
oposición.
Educando la intersubjetividad
lastrada de yo,
combatiendo la ludificación usurera
de ellos,
preñando las posibilidades
de epitametafísica.
Construyendo con ideas
un mundo común, centrifugado el yo
en la cuba centrípeta de un nuevo nosotros”
(En la dispersión de la diversión
el eje vertebral del centro
ensarta los vaivenes caprichosos
y margina las sobras y alrededores
de embaucadores valores añadidos
para
centrar el poema:
ventana abierta al laizado
prado de Berceo
en el que querer sentarse a ser
junto al Unamuno fractal y matrioska
corazón de la idea)
El hombre buscándose, paralelo a la circunstancia impuesta. |
Los árabes ya lo decían: "siéntate a esperar pasar el cadáver de tu enemigo".
ResponderEliminarEstas palabrejas y neologismos serán descabalgados de su setial por otros que los substituirán a manos de otros iluminados que necesitan la verborrea para engañarnos.
No defallezcas ni "te roben la alegría los mismos que me venden la felicidad." Espéralos pasar con una sonrisa de alegría en los labios.
Apreciado Pascual,
ResponderEliminarQué asombroso que algunos vean claridad en Unamuno, cuando los menos afortunados tan solo vemos en Unamuno al atormentado Unamuno. Al de siempre, al que nos dio más respeto que consideración
Me alegro poder pasar por este espacio de pedagogía y ver a Unamuno. Y ver a otros maestros que pululan por este mundo desnortado.
Un abrazo