domingo, 10 de abril de 2011

Destellos IV

Elementos en suspensión en el aire o el agua de la vida. Motas de polvo que danzan, etéreas, al ritmo anárquico de su luz; plancton que, errante, recorre los mares y les da sentido y alimento. Así, estos destellos pululan por los espacios constelados de la mente del mundo: esa gran bóveda que nos pertenece y a la que pertenecemos. Sus infinitas capas superpuestas somos nosotros. Los destellos nos conectan.

Beber el mar con los ojos y en la casa sin costa.

Si estuviese soltero sería más alto, pero no habría crecido tanto.
En el trabajo de investigación de la vida, los hijos son las hipótesis de lo que siempre queda por descubrir.
Que el cariño inmanente que te habita deje sentir sus tentáculos fuera del ser.
Cuado, aún dormida, te abandonas ingrávida a la expansión de tu cuerpo encuentras mi molde para ahormarte, plácida, por unos minutos, a la vida.
En celo busco un misterio amordazado en lo alto de la mina: hendidura arriba, un corazón con coraza ahuyenta las vísperas del placer.

Pétalos dobles de carbonato cálcico en espera de ser ocupados por un molusco ermitaño, náufrago en tierra todavía.
Meter el sentimiento en el microondas para acelerar la felicidad, por sobreexcitación. Su llama fulmina la posibilidad, sin fuego.
Desear es instintivo: sentirse deseado, humano, alimento del yo. Quiero ser hombre: que para sentirme animal, me basto.
Amaneces con las manos dormidas, residuo de un sueño que empiezas a soñar cuando despiertas dispuesta a tocar: el mundo se hace piel ante tus dedos y espera en orfandad recurrente tu tacto.
Gracias por alentarme a hacer del aura viento para emborracharme de sed.

2 comentarios:

  1. Destellos en lo limbos... Lo mejor es que los destellos son una sensación y los limbos no existen, por esto són hermosos.

    ResponderEliminar