miércoles, 27 de abril de 2011

Destellos VI

Castillos en la arena sin arquitectura, pura circunstancia del capricho del momento. Chisporroteo espermático gaudiniano con voluntad efímera de aguja gótica. Accidente del tiempo y el espacio: coyuntura, encrucijada del aquí y el ahora en la coctelera del pensamiento. Balbuceos sin filigranas: reverberaciones  en el silencio más oscuro o en el mediodía más denso de luz. Reflejos de claridad sobre la superficie bruñida; ecos escupidos por el ruido… Reverberos. Destellos.
Loor de multitud: olor de palmas trenzadas y futuros cadáveres liofilizados en los balcones que ahora varean y peinan el aire. La mojama vegetal ya habita en la fiesta. Esta víspera ya contiene el huevo de la resurrección, también.
Hic et nunc: ser todo posibilidad y promesa.
Móvil: escapulario de la incomunicación en la nueva Babel.
Ese beso, esa mirada, es acaricia sin  más porqué que el querer hacerlo (cuando ya no se espera) son las  boyas del mar en que naufragamos y que nos salvan de morir atragantados del salobre veneno de la inercia a la que nos encadenamos y por la que remanos. ¡Qué fuerza para un simple gesto!
Piensa en ti, mitifícate en tu pasado, transforma en películas las fotos y emociónate viviéndote. Ya eres un personaje literario: pide el futuro  que quieras, que la memoria es el umbral del olvido y no hay peor amnesia que la del porvenir.
Tengo nostalgia del presente porque las cosas que lo habitan yacerán como pecios en el océano del olvido.
Todos podemos ser un Gregorio Samsa metamorfoseado y podemos sufrir la tragedia, egofóbicos, atrapados en un yo irreconocible y  hermético, sin un Kafka que nos de voz.

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