Jitanjaforizar a lo César Vallejo, sin pretensión juanramoniana de “dar el nombre exacto de las cosas” o hacer de su palabra “la cosa misma”; sin querer hacer poemas, a lo Huidobro, “como la naturaleza hace un árbol”. Sin sínquisis ni glíglico cortazariano. Música con argumento. Brillos hechos con la argamasa de la vida. Hay meteoritos que eclipsan por momentos noctilucas, pero su fulgor marino sobrevive a la fulminación celeste. Son los destellos: metamorfosis léxicas de la emoción que nos encauzan para ser.
San José carpintero (1642) de Georges de La Tour (1593-1652). Museo del Louvre, París |
Apuntalar la sombra para añorar el sol que levita del otro lado.
₪
A diferencia de la memoria, el olvido crece muy rápido.
₪
Prepara tu crema de sombra, factor de protección 50 contra los rayos aciagos que provocan el cáncer de alma.
₪
Todo tiene su origen, menos el origen: siempre está en el infinito de la eternidad.
₪
Malestares del malser.
₪
Neobarroco: cara iluminada a lo Georges de La Tour por el resplandor de un móvil en la oscuridad de un cine. Falta cultura del silencio, que también es mudo, pero genera ruido con su luz. La belleza es una interpretación.
₪
Cruzar los brazos: ese que no piensa mientras fluye hacia esa posición, ese que sin consciencia de gesto se enrosca como un “bretzel” y se hace un nudo, ese resultado sin diseño, eres, en esencia, tú.
₪
Estrategia del portero: verlas venir, pasividad activa; no busca: encuentra, se adapta, reacciona. Resignación optimista.
₪
Al otro lado del yo que me espera tiene su puerta el olvido. En esta habitación me encuentro. Y me reconozco.
₪
Hay miradas llenas de mundo, lejanas a aquella época en la que todo venía después. Hay que evitar volver al caos primigenio, que no cabe en el alucinado coso de un ojo.
₪
Los cinco minutos eternos del levantarse. Agujero del tiempo, como la muerte, pero del otro lado.
₪
El sueño de San José (1640) de Georges de La Tour (1593-1651). Musée des Beaux-Arts de Nantes |
Si, vivimos en un mundo neobarroco, mala imitación del gran George de La Tour.
ResponderEliminarYo nuestro mundo lo veo bastante neobarroco. Para ser exactos del periodo final, cuando la gente vivia en un feliz autoengaño del que la realidad los sacó olbigándolos a verse abocados a la Ilustración.
ResponderEliminarMuy bonitas estas reflexiones. Hace poco una amiga mía me trajo un libro de poesía finesa. Los poetas fineses, un poco como tu, practican una poesía siempre muy breve y de contexto intemporal. Sin embargo, ellos abusan un poco de la parábola.
Por cierto, mañana me matrículo en la facultad, para unirme oficialmente dentro de unos años a la escuela de los filólogos.
Sabes Ábradas, eres capaz de devolver la visión, de retomarla hasta justamente un limbo interior en vías de extinción. Fíjate en la traslucidez de esos dedos de la niña en "San José Carpintero", es precísamente lo que me hacen visualizar tus destellos, pero no de la carne en sí sino de la sombra del ser indecible.
ResponderEliminarUn abrazo.