A Esther Benedet, causante de estos versos hace unos años, que todavía son nuestros.
Fotografía de Carmen Gálvez Navarro |
Luz cuajada en flor o fruto,
el infinito en un punto.
Gestos acumulados
en el fondo de los espejos,
superpuestos,
abisales
hacia su punto de fuga.
Viajes entre la realidad y el deseo.
La contingencia de nacer
aquí
ahora.
Pureza anfibia.
La vida:
Sala de estar
de este milagro del ser.
Molt bona (boníssima) imatge ben acompanyat per un també molt bon (boníssim) text.
ResponderEliminarHa sido como dar marcha atrás a este itinerario del ser y de su estado, el ciclo abre su vivido trazo circular para convertirse en una pértiga del tiempo o tal vez de su génesis.
ResponderEliminarMe fascinó esa forma de la estrofa, sea caprichosa o no.
La fotografía es muy buena, genial además para el poema, esas dos botellas cómplices que quedan...
Un abrazo.
Me encanta este poema que ilustra el infinito metáforico a través de una parábola espacial. Hoy en mi diario reflexionaba acerca del infinito temporal. Al final el tiempo y el espacio son infinitos, sobre todo una vez ya están en nustra mente.
ResponderEliminarSuete maestro. Nunca dejes de escribir.
(Nota. Ya estoy matriculado en primero de filología.)
Me encanta el contenido y continente , eres un mago de las palabras inhabituales, te confieso que en alguna ocasión,tengo que pensar en el significado de alguna palabra y verificarla en el diccionario y así aparte de captar el mensaje, aprendo algo nuevo.
ResponderEliminarGracias por compartir estos bellezones con una humilde y sencilla bloguera.
Feliz finde
Muy lindo lo tuyo. Seguramente, debe verse precioso el sendero por el que pululan tus musas.
ResponderEliminarUn abrazo y es un gusto pasar por tu blog.
Desde Mar del Plata, República Argentina.
Jorge.