Los objetos contienen la vida que absorbieron, son puente entre lo que somos y lo que fuimos. |
“¿Qué es lo más
difícil? Lo que parece más fácil. Ver con tus ojos lo que se encuentra ya ante
tus ojos.”
Johann Wolfgang
von Goethe.
“Y te enviaré mi
canción:
“Se canta lo que
se pierde”,
con un papagayo
verde
que lo diga en tu balcón”
Antonio Machado.
“Otras canciones a Guiomar a la manera de Abel Martín y de Juan de Mairena”,
VI.
“Las cosas con
capacidad de convertirse en un recuerdo suponen el deseo personal de atender a
la vida, de vivir con atención, con amor”
Luis García
Montero. Una forma de resistencia.
(Razones para no tirar las cosas). Madrid: Alfaguara, 2012.
Ese “oficio de la mirada” que nos
revelaba Jacinto Luis Guereña en su poesía se aprende en el teñir la realidad
de mirada con cada ver consciente. Volver sobre las cosas responde a los lazos
del amor a la vida, es lealtad a lo que se ha mirado sin el desprecio usurero
del buscar lo siguiente. Usura de un falso “carpe diem”: ha mutado en goza lo por venir (sin saber que siempre
es un gozar del no gozar, un disfrutar de la insatisfacción). ¿No estamos
vivos, acaso, porque la sangre siempre vuelve al corazón y la realidad a
nuestro cerebro? ¿No es ese volver la llave del seguir siendo?
No ver lo que se tiene delante, si se
ha cultivado la nostalgia, no nos desahucia de la vida, pero la hace gozar en
diferido. Siempre es mejor que vivirla en virtual. Cuando se añora lo que ya no
es estamos gozando de la duración. Y la duración es la vida, es el volver, es
revisar (remirar y volver a ver).
Quien fotografía su intranscendencia
cotidiana está cultivando recuerdos en el tiempo, está enraizándose en el río
heraclitiano que nos lleva. Su huerto es el de la duración.
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Todo hombre es inmortal porque no
puede vivir su muerte.
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La nostalgia es el espejo desazogado y enaltecedor de lo
perdido.
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Pie: pez abisal de la cama.
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Realidad
aumentada: nota a pie de página de quien no ve lo que tiene delante. Memoria (o
inteligencia) exógena.
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La virtualidad es la agonía alegre de una perenne actualización,
una procesión silenciosa hacia la penitencia de la supervivencia inducida.
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Falsa democracia aquella que piensa y hace la trampa
antes que la ley.
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Un futbolista es un esclavo de lujo.
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Educar es ir contra el instinto para crear la intuición
cultural que nos libera del “homo” (animal), potencia el “sapiens” (racional) y
equilibra sus extremos. Educar es buscar la intersección de intereses
divergentes.
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Aprender a naufragar: asignatura que siempre queda para
septiembre.
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La identidad habita en el reconocernos en los objetos que también fuimos |
Gracias per no utilitzar el ja tòpic Petit Príncep per a parlar de les obvietats més òbvies!
ResponderEliminar“Obvi” del llatí “obvius”, ens porta cap allò que surt al pas, comú, que li passa a tothom (ve de “via”, camí). Les obvietats no són, “per se”, descripcions de la realitat que cal “obviar” (és a dir, refusar, treure del mig). Les obvietats són el pal de paller de la realitat. La trascendència està en com les mirem: des de la indiferencia de cercar sempre allò que no és o des de un cert arrobament. Aquesta era la idea d’aquesta entrada: reivindicar les coses que tenim y que mirem sense veure. Fem fotografíes quan anem de vacances, però en fem de la nostra habitació. Bé, en fan, però per penjar-la a la xarxa social, no per objectivar-la per a un mateix.
EliminarLe Petit Prince (o Juan Salvador Gaviota) va tenir el seu temps (encara ho tenen per a moltes persones). Va esdevenir tòpic, a la seva pitjor acepció, perquè va vulgaritzar el missatge: allò esencial sempre és invisible, pren forma a la imaginació. Jo, més que a la fantasia, apel.lo a la qualitat de la mirada per veure el que hi ha: tocar-lo, fer-lo teu perquè et pots comprendre millor amb l’objecte. Si vols veure-hi ànima dins les coses, és només una de les possibilitats.
Estic per escriure un “Manifiesto de lo obvio”: en el fons, la vida s’estintola en quatre obvietats que transformem en cultura per fer-nos els interessants (que és la essència mateixa que distingueix a l’home de l’animal)
El volver como pauta de vida… Interesante propuesta, Ábradas. Planteas un eterno retorno pero sin salir de este ciclo. Curioso en un mundo que parece moverse por la baudelairiana ansia de lo nuevo. Ansia animal que parece calmarse por la velocidad digital. Pero, en el fondo, quien busca sigue encontrándose en lo que conoce: poco a poco va volando de un trapecio al otro, pero difícilmente se salta uno o se sube sin la red del reconocerse como trapecista.
ResponderEliminarEn esta cosecha de Destellos los hay, como en las sesenta y una entregas anteriores, una heterogeneidad muy atractiva: de la ironía (estilo “Arquitrabes”) de ver al futbolista (¿de primera división, imagino?) como un esclavo de lujo (¿y del lujo?), a la profundidad de la inmortalidad de los que no podrán nunca (eso parece) vivir su muerte, pasado por os posicionamientos ante la educación o la virtualidad monopolizadora.
Esa espada de madera, ángel custodio de tu biblioteca, vela por la defensa de tu identidad. Las cabezas de los muñecos de guiñol, en sus capas de papel de periódico y cola, en su encarnar en cartón la imaginación lorquiana, dan vida a tu vida.
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EliminarLos objetos, don José María, hablan de nosotros. Hay que saber sintonizar su voz con la mirada adecuada para encontrarnos en ellos. No es una cosificación, sino el cénit de su nadir. En este cambio de paradigma vital, en el que hay un anhelo de comodidad y una calificación desenfocada de romanticismo, los libros o la música también reivindican su materialidad. ¿Una librería o una discoteca en una memoria o en una nube preñada? No acumula polvo, no ocupa espacio y es. Pero hay un desprecio a su existencia, siempre resulta ajeno y custodiado por ese guardián caprichoso y dueño del todo o la nada que es la tecnología. No sé si el precio del peaje justifica el espacio que ahorra.
EliminarPrefiero la espada de mi abuelo.
Como siempre es un gran placer leerte. Soy yo ¿o has tomado una derivada hacia temas políticos? (Al menos, implícitamente políticos)
ResponderEliminarLíricamente reivindicativo, querido Eduard, en todo caso. Una protesta lírica contra los cauces que se nos imponen.
ResponderEliminarGracias por seguir paseándote por aquí.