Homenaje a José María Quiroga Plá,
por
lo que él sabe.
“Carpe diem” en “tempus irreparabile fugit”.
El “locus amoenus” del
instante. El “beatus ille” de este “hic et nunc” sentidos en directo. Como un castillo de
fuegos artificiales, los tópicos iluminan nuestro arrobamiento sin artificio:
acaso dando sentido y profundidad, verbalidad, a los instintos. Vivir bien
comido, bien cagado, bien descansado y bien follado no es suficiente: hay que
entenderlo así, tenemos que explicárnoslo en la noria de los días desde la
escalera hacia nosotros de las palabras y sus correspondencias, a
contracorriente del fluir del agua, a contrapelo de la intuición. Hay un yo
desnudo y fractal, esencialmente personal.
El
asperón de los días, si no toca y erosiona víscera o hueso, nos rejuvenece, nos
hace más fuertes, nos esencializa. El papel de lija de los instantes nos acerca
al yo más preciso porque elimina lo que le sobra.
Gracias, Ábradas, por dedicarme esta entrada: bien sé a qué te refieres. Ese “asperón de los días” es de mi “Hora Mala” (soneto acabado en París en 2 de marzo de 1942), publicado en mi Morir al día (1946). En tu “Arquitrabe” pervive la ironía que me permitió no abandonar la lucha. Hay en él una concentración de tópicos literarios que nos permiten vencer lingüísticamente la erosión de la desilusión. La juventud es un mito. La vejez es un mito. Solo el presente equidista entre ellos: y la noria de la mente riega la vida para fertilizarla entre lo que ya no se es y lo que se quiere llegar a ser. La madurez no es más que la consciencia de cada presente. La imagen del afilador observado por los niños (aún puedo oír el sonido inconfundible de su reclamo) es toda una declaración del corazón de tu idea.
ResponderEliminarPor cierto, ¿la noria de la imagen es la de la Ñora de Alcantarilla?
Don José María: ya sabe que ha sido usted fuente de inspiración desde que se cruzó en mi vida, por casualidad (¿o causalidad?), como todo. Que lo que no mata engorda (que equivale a “nutre” -que ahora, en estos tiempos, puede interpretarse como algo negativo-), que debemos crecernos ante el castigo, que el sacrificio (sin martirologio) nos hace mejores, cada vez tiene menos adeptos. Eso quería recordar en este “Arquitrabe”: someterse al desgaste de la vida nos permite vivir; las arrugas son metáforas de lo vivido; superar los contratiempos no enraíza en el tiempo… Y la palabra, desde los puentes de las correspondencias que tiende, es la única forma de validar las experiencias que no hacen más grandes. A todos nos sobra algo para ser (aunque nos quieran vender lo contrario) Los afiladores con sus asperones son más necesarios que nunca.
EliminarSí: la fotografía es de esa noria murciana.
Querido Pascual,
ResponderEliminarHe tardado más de lo debido en pasar por estos 'Limbos', que por lo que he podido comprobar son una agradable inmersión en lo universal, en tanto que humano, en una era en la que todo parece demasiado voluble como para que alguien se atreva a escribir sobre ello. Quizás en ese contexto resulte más reconfortante que nunca recrearse en ese instante de luz que rescata a la vida tal y como es y nos la entrega para que la comprendamos desde la intuición, pero también desde las condiciones que impone nuestra propia naturaleza. En vano se menosprecia cuán espiritual puede llegar a ser lo material; como bien dices, "El asperón de los días, si no toca y erosiona víscera o hueso, nos rejuvenece, nos hace más fuertes, nos esencializa." Esencia y tiempo parecen ser de nuevo la condición sine qua non para el "arrobamiento". Arrobamiento que tiene su principio, su final y su "noria" en el carpe diem, el beatus ille o el tempus irreparabile fugit.
Es un placer poder disfrutar de tus textos (ahora que no me es posible asistir a tus clases).
¡Saludos!
Te esperaba, Martina. Aunque nunca te pasaras por aquí, te seguiría esperando. En esa dimensión eterna de la espera que ahora parece que la han devaluado tanto que vale menos que nada.
EliminarGracias por tus palabras que ahondan las que son comentadas. Seguiré cultivando, inasequible al desaliento, esos universales humanos que, eso sí, el asperón de la técnica va reduciendo sin que pueda crecerse ante el castigo de la erosión porque se quedan sin voz. Pero estás tú: mirlo blanco de la síntesis perfecta entre el “era”, el “es” y el “será”.
La noria de los días siempre subirá, para quien la quiera beber, el agua de la corriente que va del origen al final. Ser repartidor de agua no es mal oficio (aunque esté mal pagado y tenga mala prensa)
La entrada desprende la exquisita sensibilidad a la que "Limbos" nos tiene acostumbrados, aunque no dejo de pensar que se nos escapa parte del mensaje, como si hubiese un motivo secreto que explica su contenido en relación a Quiroga-Pla.
ResponderEliminarGracias, Eduard. Lo que pueda escaparse no importa. Es, simplemente, un homenaje a Quiroga Plá: él me regaló la palabra “asperón” en su Morir al día y de él he heredado la fuerza de la esperanza, a pesar del desgaste de los días.
Eliminar