“stat rosa pristina nomine, nomina nuda
tenemus”
Final
de El nombre de la rosa de Umberto
Eco
“Si tu frescura a veces nos sorprende tanto,
dichosa rosa,
es que en ti misma, por dentro,
pétalo contra pétalo, descansas.
dichosa rosa,
es que en ti misma, por dentro,
pétalo contra pétalo, descansas.
Conjunto bien despierto cuyo centro
duerme, mientras se tocan, innumerables,
las ternuras de ese corazón silencioso
que suben hasta la extrema boca”
duerme, mientras se tocan, innumerables,
las ternuras de ese corazón silencioso
que suben hasta la extrema boca”
“La rosas I” de Rainer María Rilke
“El poema.
¡No le toques ya más,
que así es la rosa!”
que así es la rosa!”
Piedra y cielo, Juan Ramón Jiménez
Se
hace la rosa sombra de la caverna platónica. Se hace nombre sin luz para ser y
permanecer. Herida de ausencia. Se hace
huida proyectada desde una realidad que la tatúa en superficies. Se hace
recuerdo de la rosa que pudo llegar a ser mientras desera en su ser.
No
hay usura en su transubstanciación: ajado su rojo, pervertido su silencio de
aroma, apasiona y embriaga en su estela sonora que calla.
Tres
rosas ante el sol de la tarde. Tres cadáveres de belleza cultivada que cautivan
en su ramo el tiempo que embocan en su corola,
brizando entre los brazos de sus pétalos la eternidad concentrada que
nos regalan.
Las
espigas amortajan la esperanza de perpetuarse. Son columnas vertebrales de una
muerte de las que solo las salvará, encarnada, la sombra y la palabra.
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