A Manuel Aznar Soler, desde la admiración de compañero aprendiz. Por la generosidad de su magisterio y la fertilidad de su fraternidad analógica (con la libertad y la igualdad reguladas por su solidaridad intelectual). A Manolo, emprendedor sin usuras.
A Francesc Gomila, por la sintonía humanista de amplio espectro que nos hermana.
“Solo el alma que aprende a desencadenarse puede desvelar el enigma del quietismo estético”
Valle-Inclán. La lámpara maravillosa. Ejercicios espirituales.
“… frente al individualismo hay que entronizar la solidaridad en este mundo global tan empequeñecido por la técnica; frente al hombre valorado solo como productor-consumidor hay que realzar al que vive otras dimensiones humanas; frente a la obsesión por poseer más, la de hacerse mejor; frente a la competencia agresiva, la cooperación. Por decirlo de un modo que me es familiar, repetiré el ideal bicentenario de la Revolución francesa: “Libertad, igualdad y fraternidad”. Está todavía por realizar. Cierto que el capitalismo optó por la libertad y favoreció la de muchos, pero a costa de la desigualdad; cierto que el mundo comunista (que acabó siendo capitalismo de Estado) optó por la igualdad, pero a costa de muchas libertades. En profundidad, ¿en qué sociedad moderna se han instaurado la fraternidad y la solidaridad? Se dirá que es una utopía, pero vivir sin utopías es vivir desnortado, sin referencia última…”
José Luis de Sampedro. La vida perenne
“A veces un grito es mejor que una tesis”
Ralph Waldo Emerson
“Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”
José Ortega y Gasset. Meditaciones del Quijote
“Aquel que entre nosotros
lo sabe no lo sabe;
pero además ignora
que en verdad no lo sabe”
Upanishan
“Los límite de mi lenguaje significan los límites de mi mundo”
Ludwig Wittgenstein. § 5.6 Tractatus Logico-Philosoficus
A veces recogemos lo sembrado sin ser conscientes de las semillas empleadas. Un buen día, coincides con alguien a quien quieres y hace mucho que nos has visto y la serendipia epifánica abre caminos. La senda como terapia se enriquece con el diálogo. Hay conexiones que hemos cultivado y que vuelven sobre su siembra para ensancharnos.
Pasar de víctima a protagonista; de sujeto paciente-sufriente a sujeto agente; de objeto directo a sujeto rico en predicativos y desde las riendas de la circunstancialidad es un acto de voluntad y salud mental.
Hasta hoy, nunca el pasear había sido más coartada para restañar heridas como el peripatético de este viernes santo. Dos amigos desubicados que buscan reubicarse: ni La Pobla de Vallbona ni Águilas con su sol y sus gentes van a ser espacios de su vivir: sí Collserola y el pantano de can Borrell, continentes de sus contenidos dulcemente exiliados.
No hemos paseado solos. Y no por los paseantes que hemos encontrado sino por los que iban con nosotros, dentro de nosotros: han ido de una mente a otra por el puente colgante de la conversación. Es el diálogo que funda la alegría de la cultura: correspondencias que hacen que conectar A y B engendre C. Desde la autonomía intelectual analógica, sin prótesis digitales ni nubes omniscientes que nos hacen ignorantes y minusválidos de memoria fértil y significativa. Dos personas y un universo colaborativo de ideas compartidas con terceros, heredadas de terceros o engendradas por nosotros en la lectura del mundo que habitamos. Tanto tiempo conociéndonos y tan poco conocimiento real de quiénes somos, tras tanto abrazos tricolores y tantas horas de exilio compartidas, bajo la mirada de altura de nuestro Valle-Inclán (suyo y, por él, un poco mío).
“Es lo que hay”, dice la voz popular desmachadianizada, resignada, inerme ante el tsunami apisonador e incruento del capitalismo cognitivo. Hubo, hay y habrá alternativas al conformismo cómodo de las inercias impuestas desde la seducción. “Lo que quiero lo adquiero para poseerlo” (en antojo efímero y satisfactoriamente insatisfactorio): vivir por encima de las posibilidades humanas, algoritmizados, tiranizados por el ritmo cómitre del mercado de la felicidad. Pero no hay alternativa, dicen. Freud pervive en los “clickbait”, esos focos en el túnel de leds en que vivimos que nos orientan para occidentarnos (incluso desde el budismo de parque de atracciones alternativo y, por ello, con su clientela y sus turistas). El George Orwell-Nostradamus es el oráculo vaticinador y Aldous Huxley (pobre místico drogadicto) un ficcionador. La amenaza de tiranías dolorosas, con ejemplos del pasado, parece más convincente que la dictadura del placer de un futuro deseado desde las miserias de la historia. El imperativo lacera más que la persuasión coercitiva. La especulación persuasiva es el gran negocio: la interfaz es el antifaz de la nueva generación de piratas legales, con la estadística (¡Ay, matemática de Pitágoras, Platón y Descartes!) diseñando la realidad a demanda de los intereses corporativos de la libertad como fraude. El místico se abandona, se vacía, ante el abismo del universo: el suyo es un ensimismamiento sin narcisismo en busca de la sabiduría. Abandonarse ante la realidad simulada de la virtualidad es esclavismo 5G, abigarramiento minimalista: es una claudicación egoica, una acción por dejación que construye ignorancia y maleabilidad sistémica. Espiritualidad humana. Materialidad protésica. Hay una materialidad espiritual también. Y una evanescencia tecnocrática. Y es heroico parapetarse en lo lírico y ser épicos de sentimiento sin mediación de “coaches” ni gurús fantoches tuneados [con derecho de pernada meritocrática (algunas decenas de másteres –sin magisterio- en liderazgo, inteligencia emocional, “mindfulness”, heurística holística computacional o macramé terapéutico)]
La neuroética no puede ser patrimonio de la inteligencia artificial porque será neuroalgorítmica y, por tanto, inhumana. Sigo viendo al cómitre marcando un ritmo de palada insostenible desde esta alma, este cuerpo y esta morfología de la inteligencia heredada. Quizá sea una percepción obsolescente y el presente sea ya de cíborgs, de personas híbridas expandidas en datos exógenos. ¿La incompetencia de los antiguos humanos frente a la tecnología digital es el Rubicón del progreso?
Adaptarse no es claudicar. El trastorno adaptativo en una enfermedad social de los disidentes con consciencia. La inteligencia darwiniana, lejos de la naturaleza, adquiere unas formas exógenas que debemos saber gestionar desde sus aristas físicas para no ser devorados por la necesidad de atención diversificada en priorizaciones impuestas por el Mercado. Contemplábamos la naturaleza hasta verla como paisaje. Contemplábamos el espíritu en los templos. Ahora, zahorís tecnocreyentes, cerdos de la felicidad edénica, surfeamos sin atención sobre el espejo de Alicia verticalmente infinito de la pantalla. Sin sumisión conformista, sin resignación, desde la inteligencia dialógica y crítica, desde un posibilismo constructor de sinergias de progreso sin usura.
Reciprocidad osmótica, correspondencias, resonancias que armonizan diálogos contra las disonancias. Afinidades electivas y afectivas desde las que leer el universo. La amistad nos humaniza. Debemos cultivarla “a lo largo” y a la ancho para poder seguir siendo personas. Lo demás es tecnoenajenación y no literatura.
Delicuescentes,
evanesciendo en ciénaga,
vuelan las mentes
Brota la primavera en un zoom de vida. Los jardines son un simulacro logrado: arquitectura de naturalezas vivas en un trazado zombi de presuntos vivos. Ápices que en otoño serán agonía.
"Las cienegas" són realment el que ho empastifa tot però l'amistat cultivada involuntàriamenbt -perquè no és negoci- pot superar aquest llastre amb l'epifania del seu descobriment perquè la creiem oculta. Com molt bé va dir Gil de Biedma, amistat "a lo largo" i com molt bé dius, amistat a "lo ancho"!
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