Fotografía de Marcos García |
Lejos ya del espacio atrapado en ese instante, el haiku nos permite revivir el paisaje en otro tiempo. Las diecisiete sílabas encuadran una sensación: su marco nos permite volver a la quintaesencia de su naturaleza, viva entonces y rediviva ahora. La fotografía contextualizadora es ya anecdótica e irrelevante porque aquello que sugirió su encuadre es ya pervivencia y literatura, independiente de la realidad. Lejos de la evocación, es presente, materia transformada:fusión, solidificación, evaporación, condensación y sublimación para transportar en el pensamiento lo que fue y ya no es porque ha pasado a otro ser. De la realidad a su imagen poética, de la denotación estrecha e intransferible a la connotación de amplios vuelos y múltiples concreciones.
Las breves olas:
inasibles volutas,
los pies del aire.
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Dentro del mar
sin consciencia de mí:
ya soy paisaje.
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Mar estival:
en su líquido amniótico,
infantiliza.
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Tras los dos párpados,
la roja luz del sol:
cruz sobre el agua.
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Crepita el agua.
Balcón de posidonias.
Danzan las salpas.
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Son muy buenos, pero compartir temática y estar tan juntos puede dar pie a confusiones.
ResponderEliminarPara alguien como yo con mentalidad "narrativa", la brevedad y la intención de los haikús me parece un misterio. Es verdad que estos, apareciendo juntos, tienden a ser leídos como un solo poema. No sé como se hace eso en un blog, en un libro de papel debería parecer uno en cada página, y el blanco ayudaría a "individualizar" a cada uno.
ResponderEliminarQuizás, querido Ábradas, soluciones la falsa narratividad de tus haikus con algo tan simple como dedicar una entrada a casa uno: el tiempo y els espacio que mediará entre cada uno permitirá mayor profundidad, los individualizará, que es, supongo, lo que pretendes al salvar momentos del olvido.
ResponderEliminarPiena en su densidad: cada uno, pensando en los tiempos orientales, vale las pausas y las treguas de una entrada.
Gracias por vuestros comentarios,iluminadores entre los destellos que me ciegan, a veces. Pensaba que el símbolo que media entre haiku y haiku sería sufiente para cerrar los ojos y recrearse en el momento poetizado anterior. No recordaba que esto es un blog y que sus tiempos son los del flahs: lees mientras piensas que ya le dedicas más tiempo del que se merece y que hay otras propuestas, quizás más interesantes, que no puedes leer porque estás en esta. La pausa, la tregua de la que hablas, querido José María, es la actitud que nos falta para paladear: engullir es la condena de estos tiempos, el "fast reading" de la atomización de los intereses. Lo tendré en cuenta. Vosotros, que os habéis tomado la molestia de daros la pausa que la lectura necesitaba, habéis sido lectores. Y esto no es una tautología.
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