sábado, 11 de febrero de 2012

Destellos XXX











“¿Habéis visto a la avispa?
Ésa no. La que digo
no la ven las ideas.
La mía fue un calambre
-el verano un tremor, sordo el oído-
del mirar sin escuela, refulgía.

Ni amarilla ni negra. Nada de eso.
No era todavía un ser pensado.
Antes, antes, entero y vivo,
un destello –la avispa-
prendió fuego a los mundos

Vicente Gallego, “El destello” en Mundo dentro del claro.
Barcelona: Tusquets, Nuevos textos sagrados, 273, 2012, pág.57.


Géiser léxico. Tiempo en el destiempo: dices que quieres atrapar el instante mientras lo dejas escapar con el verbalizarlo. Por la boca se escapa el aire con el que debieras besar; las yemas de tus dedos son las letras que usurpan el tacto. La consciencia de presente te roba este presente mutante que siempre estás persiguiendo y perdiendo: Heráclito hace zaping bajo la luz de los flashes como un trilero de la oportunidad.
Presente: luz y sombra del tiempo; dinamo de la eternidad o agujero negro.
Cabalga los destellos, relámpagos que viven en los limbos y se alimentan de la atención efímera.

Crimen perfecto: el suicidio.
Presente siempre virtual del desvivirse. El desnacer tiene su centro en el aquí y el ahora deícticos, cuyas ondas diseñan un yo que nunca es del todo nuestro. El desmorir, como el esprintar en una cinta transportadora infinita en contrasentido, siempre nos devuelve al interior del punto y aparte en el que habitamos nuestra eternidad.
El diccionario no nos dice otra cosa, matiza la tragedia:
“Virtual”:
-“Que tiene virtud para producir un efecto” (desnacerse o frustrar el desmorirse)
-“Implícito, tácito” (todos los presentes encadenan su esencia en un contrato con la nada lastradora)
-“Que tiene existencia aparente y no real” (es la sombra de lo que fue y la estela futura de lo que será, quevedianamente)
Don Juan de instantes: súper ego axial del desnacer para desmorir que es el desvivir que nos estira de las extremidades hasta desmembrarnos y diluirnos en el presente extático, ya sin límites, pero ajeno.


Protocolo del descuido: ese moho sobre la materia urbana; esos pelos desgreñados; esas uñas descascarilladas; esa brizna vellosa por podar en el entrecejo… Ruina indómita.

En el centro de las afueras, el sur del norte busca la razón del descentrarse para encontrarse.
El vaivén binario del mar arrastra a las estaciones hacia lo hondo para transformarlas en lo que quieren ser mientras son otra cosa.
Carpe diem” circundado de “tempus fugit” como una isla circuncidada.

Poema: epítome de la vida.

El presente fecunda el tiempo: en él cabe todo el pasado; en él sueña todo el futuro.

4 comentarios:

  1. Impresionante, además esto llegó hoy, como caído del cielo.
    Gracias

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  2. A dónde mi entidad?Tantas fugas y transfugas. Soy o no. Pienso o me piensan. Tiembla carne, sacude tus nervios, que me veo informe.
    Siempre sus textos, sacuden. Grato leerlo. Carlos

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  3. Tus pequeños aforismos no se acumulan sin orden ni concierto en estos limbos. Antes bien, querido Ábradas, tienen ya una estructura que marca su consecutividad con un ritmo, valga la redundancia, muy poético.

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  4. Un texto para el recreo... genial para esta apagada y fría noche de domingo.

    Leerte... un placer.

    Saludos almendrados ;)

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