Amoraguados, para rendir culto, por fuera y por dentro, al agua que somos al fluir. |
A Pilar, como torpe
lenitivo a las noches que la vida le ha robado al amor.
A Pilar, por lo que sabe y
por lo que calla.
También
la vida tiene su retórica. La pide para expresar lo que siente. Ósmosis de
farallón y mar, por ejemplo. Sexo: “memento mori”. Golondrinas que, átomos de
gas loco, ocupan el máximo espacio de su vuelo, tricotando el aire en azar
medido.
En el papel cabe todo: en la realidad, no. Por
eso se buscan en la poesía.
Maraña
de alambre oscuro
en la fragua del deseo
ordena sus cabos locos
que son guía de
destellos.
El caos halla su sur
en la luz de su
desfuego:
alambique ovillador
que quintaesencia el
deshielo.
Es preciso desquererse
para destilar viveros
que adanicen el
cultivo
sobre el que volver
enhiestos.
Es todo agua su canto,
entroja la vida vuelos
de noria multicentrada
que se exilian en
besos.
Busca
espíritu la boca,
se deja ir desde
adentro.
La piel contiene a la
carne,
permite los escarceos
que una plétora difusa,
faro cegado de puerto,
negaría a la ósmosis
necesaria del
encuentro.
Cicatriz de la raíz,
herida abierta a su
peso:
dulce lucha que nos
hace
dos pecios sobre un
lecho.
Hi ha coses que en un Haikú no es poden dir...
ResponderEliminarUn haiku es una puerta en el campo. Un poema es una casa en el mundo.
Eliminari m p r e s i o n a n t e!
ResponderEliminarpor lo maravilloso
saludos
Gracias, Omar enletrasarte: hablar de la vida siempre puede impresionar si las palabras conectan experiencias, reales o conceptuales, entre los dos lados del espejo del poema.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEl romance, querido Ábradas, permite un ritmo musical y una andadura narrativa que siempre nos conducen a su canto o su recitación. En este caso, presentas una narración lírica cuya palabra clave, la que sustenta y dirige la rima, es “deseo”. Las imágenes desde las que lo haces, sugerentes, potentes, sacan a la luz, al exterior, el nudo confuso pero muy sentido del deseo. La escena final, trasminado el caos del deseo, trascendido, materializado, nos devuelve a la experiencia del naufragio controlado y necesario que es cada acto de amor.
ResponderEliminarEs efectivamente, querido don José María, un canto a la vida desde su entraña. Por eso lo del romance. También es una reflexión léxica para poder ser más conscientes de lo que sentimos cuando sentimos. Mientras se vive, se vive, no se habla. Pero si antes se ha verbalizado, la vivencia es más nítida, más vivencia. También se puede rememorar para revivir: son las palabras entonces las que rescatan el pecio que fuimos y no supimos ser.
EliminarGracias, siempre, por serme tan fiel