Cuando te notifican una multa cinco meses después de
haber cometido la infracción, el tiempo se hace causa y consecuencia fuera del
tiempo, como en otro mundo de otro tiempo de juglares noticieros. Pero te llega
por correo certificado y la gestionas por internet y todas las fronteras y
parámetros se cimbrean como juncos sin tallo.
Todo,
en exceso, asesina la oportunidad que ofrece, eternidad e infinito incluidos. Hay
un espacio y un tiempo humanos, otros geológicos y otros divinos. El ”¡Largo me lo fiáis!” de los donjuanes de
instantes es mota de polvo en el Cosmos en expansión y “No hay plazo que no
llegue / ni deuda que no se pague”. Testiculación e innovolatría casan mal y
son carne de divorcio. Pero gobiernan la casa. Y se disfrazan con tecnicismos
obsolescedores y diseños inclusivos y paritarios. Y expenden acreditaciones que
pervierten el criterio, lo cuadriculan en jaulas de grillos, lo encapsulan en
dosis de estimulan la opinionitis. Nadie grita en este tiempo de ruidos: el
diálogo quema naves antes de partir. Solo los andariveles endógenos, en circo
colaborativo, comunican los extremos del yo enyosado para blindarlo y
barnizarlo de nosotros.
Todo
es posible en cualquier parte y en cualquier tiempo porque poseemos la pantalla
mágica y, siempre ubicuos, bilocados, ucrónicos y simultáneos, vivimos la
experiencia estimulante de vivir mil vidas sin tener ninguna nuestra, por
experimentar fuera de la duración. El maelstrom del relativismo hace fractal la
comunicación y la funde en silencio blanco, en “mise en abyme” y espejismo.
Un buzón es una isla náufraga: la carta que pueda llevarse a la boca ya no
alimenta la duración.
Voy
a ser disruptivo por exhortativo en tiempo de alegría motivadora: ¡leed Amor y pedagogía de Unamuno!
El ruido, del yo circunvalador,
perfora
y preña de nada al actor.
Toda la presión del mundo
en
la cabeza que siente
va
aplastando la simiente
de
este gran erial fecundo.
Vamos sembrando semillas
mientras somos, inconscientes.
Germinan
para ser puentes
entre
tiempos y orillas:
Aquel beso que fue isla
navega
hasta tu boca
por
el túnel en la roca
que
el olvido legisla.
Son sarmiento o son flor
las
ideas que un día
fueron
rutina y guía
de
alumnos del amor.
Núcleo gordiano entre polos:
entre
memoria de genes
y
los futuros edenes
extruye
el tiempo los dolos
que son puntos de la recta
que
va buscando el sentido
de
cada nudo y latido
de
centro que se proyecta.
El silencio, cómplice del amor,
mide
las distancias del desamor
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