jueves, 27 de septiembre de 2018

Centro del ruido








         Cuando te notifican una multa cinco meses después de haber cometido la infracción, el tiempo se hace causa y consecuencia fuera del tiempo, como en otro mundo de otro tiempo de juglares noticieros. Pero te llega por correo certificado y la gestionas por internet y todas las fronteras y parámetros se cimbrean como juncos sin tallo.

         Todo, en exceso, asesina la oportunidad que ofrece, eternidad e infinito incluidos. Hay un espacio y un tiempo humanos, otros geológicos y otros divinos. El ”¡Largo me lo fiáis!” de los donjuanes de instantes es mota de polvo en el Cosmos en expansión y “No hay plazo que no llegue / ni deuda que no se pague”. Testiculación e innovolatría casan mal y son carne de divorcio. Pero gobiernan la casa. Y se disfrazan con tecnicismos obsolescedores y diseños inclusivos y paritarios. Y expenden acreditaciones que pervierten el criterio, lo cuadriculan en jaulas de grillos, lo encapsulan en dosis de estimulan la opinionitis. Nadie grita en este tiempo de ruidos: el diálogo quema naves antes de partir. Solo los andariveles endógenos, en circo colaborativo, comunican los extremos del yo enyosado para blindarlo y barnizarlo de nosotros.

         Todo es posible en cualquier parte y en cualquier tiempo porque poseemos la pantalla mágica y, siempre ubicuos, bilocados, ucrónicos y simultáneos, vivimos la experiencia estimulante de vivir mil vidas sin tener ninguna nuestra, por experimentar fuera de la duración. El maelstrom del relativismo hace fractal la comunicación y la funde en silencio blanco, en “mise en abyme”  y espejismo. Un buzón es una isla náufraga: la carta que pueda llevarse a la boca ya no alimenta la duración.

         Voy a ser disruptivo por exhortativo en tiempo de alegría motivadora: ¡leed Amor y pedagogía de Unamuno!







El ruido, del yo circunvalador,
perfora y preña de nada al actor.



Toda la presión del mundo
en la cabeza que siente
va aplastando la simiente
de este gran erial fecundo.

     Vamos sembrando semillas
mientras  somos, inconscientes.
Germinan para ser puentes
entre tiempos y orillas:

     Aquel beso que fue isla
navega hasta tu boca
por el túnel en la roca
que el olvido legisla.

     Son sarmiento o son flor
las ideas que un día
fueron rutina y guía
de alumnos del amor.

     Núcleo gordiano entre polos:
entre memoria de genes
y los futuros edenes
extruye el tiempo los dolos

     que son puntos de la recta
que va buscando el sentido
de cada nudo y latido
de centro que se proyecta.


    

     El silencio, cómplice del amor,
mide las distancias del desamor








No hay comentarios:

Publicar un comentario