A Valentina Sandoval y Clara Roldán por la fertilidad del
estuario.
A las luces de la decadencia iluminadora contra los flashes
para modular solidaridad entre generaciones.
A Susana Koska por traducirme “sinergia”.
Tiempo de fuegos
artificiales, de castillos pirotécnicos, de aspavientos con poca raíz y mucha
cancha. Ideas para desactivar ideologías. La letra no entra con sangre pero
tampoco con la vaselina, candyalgorítmica, con la que cebamos con cápsulas
consumibles la inteligencia.
“Vivir mata” podría
ser el eslogan de Perogrullo: su evidencia alimenta los días y las noches, nutre
de frontera de controversia el sentido de existir. Entre el fogonazo vital de
agosto y su eco tibio de octubre vive el diálogo de ser: no hay eco sin voz;
apagada la voz, el eco es voz que reverbera en su eco. Por mucho que
progresemos, sin milagro, no hay posibilidad de anástasis ni de apoptosis sin
epifanía: no nace nada ex nihilo. La rebeldía es motor: luz contra la
candela reveladora agostada que prendió la luz rebelada y que en su fertilidad
se apaga. Ontología del progreso. Somos demiurgos presentes del futuro; cada
uno de nosotros. El puente es el diálogo intergeneracional, la osmosis de
abrazos en el frontón de todos los aquí y ahora que ven más allá del muro de
los ecos.
Todos vamos a ser
Filoctetes: una serpiente o la flecha que heredaste de tu maestro te deja al
margen, señor de tu isla, apestado. Las habilidades aprendidas serán necesarias
para triunfar en las Troyas que se tercien. Tu sabiduría sigue siendo útil aunque no lo pareciera. Se trata de convencer,
no de competir: “vencer” “con”, un “win-win” que dirían
los estrategas del márquetin ahora.
Dos haikus,
uno reflejado en el otro en fuego de agua. Una imagen y un proceso. Un tiempo
en dos tiempos: capicúa de plétoras y anemias, uróboro de ríos y océanos,
retroalimentación de luces y sombras.
Fuego de agosto
Rescoldos
doradores
Luces
de otoño
La luz de otoño
Dora
con los rescoldos
Fuegos
de agosto
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