domingo, 28 de junio de 2015

Haikus XXII


Mario Navarro, metido en la frontera ola en su vía muerta, nos regala su transparente fertilidad




Porto Noia sorprende a la ola metaforfoseda en mortaja viviente, en vivificador amanecer.

 
Todas las olas: la ola (cortazarianamente) Siempre distinta, siempre la misma: eterno vaivén. Fotografia de Porto Noia





En ausencia de mar, su fertilidad preña nuestro deseo anfibio, sus olas rizan nuestro pensamiento. La erosión por el placer del roce nos hace playa.



        
                     Escupe tierra    

la ménsula de espuma:

frontera esperma.



La fuerza, sutil o violenta, del abrazo de la ola, contumaz, puede ablandar las rocas y hacerlas playa. Amor y tiempo. Fotografía de Ramón Bodegón.


jueves, 25 de junio de 2015

Destellos LXIV





 
Fotografías de Ramón Bodegón, a contrasol en Cabo Cope: el agua reclama el desorden de su ser, su naufragio en aire.

La novedad abisma los presentes (sin la belleza machadiana de su “Limonero lánguido”) Los sepulta hasta difuminarlos en olvido (ellos,  que fueron, incluso, epifanías, son en los ahora vigentes y efímeros, nada) Miramos por encima de nuestras posibilidades: leemos por debajo de nuestras necesidades. El exceso de oferta ahoga una demanda que se hace encontradiza, que tropieza en el caos organizado del cosmos social con lo que, generosa o arteramente, un alguien o algo “amigo” comparte.

Todo canal puede ser bueno si tiene el uso adecuado (y hay una variada diversidad de adecuaciones) Dime qué “amigos” tienes y te diré quién eres, podría ser la adaptación del adagio popular. Los hay que, literalmente, siguen a pies juntillas el nombre y se  exhiben tal cual: hacen valer el libro de jetas y postureo  físico. Otros gesticulan con palabras ajenas y propias, como si fuese un “thoughtface”. Todo puede estar bien, pero unos y otros caminamos sobre la cinta transportadora del progreso, enterrados los que fuimos (con todo lo que fuimos) por los que somos. ¿Para cuándo un “thoughbook”, un “conceptbook”?

Atomización del tiempo y del espacio en  unidades inaprehensibles, aceleradas y estériles (por frustrantes y abortivas) en su movimiento ubicuo, portátil y transtemporal. El todo que puede ser nada. Un atributo de la divinidad: el Árbol de la ciencia del bien y del mal está ahora tras una pantalla. Es la segunda Caída: la segunda parte del Pecado original, que pone en marcha un nuevo cronómetro para el hombre nuevo.

Desde la contemplación, el vórtice puede ser bello.







Sin lengua ni garganta, las sirenas cantan su silencio.




Rúbrica: viejo sabor de arabesco para savia nueva.




La libertad está sobredimensionada y ha pasado de aspiración a mito vital en presente impaciente. Debemos leer más a Emilio Lledó: Para vivir la libertad, para vivir en libertad y de la libertad, hay que forjar criterios en la fragua del pensar. Habitamos una confusión que reprime nuestra capacidad de elección al hacerla infinita. El embudo de embudos pasa su factura gratuita.




Refulge la quietud en la oscuridad del movimiento.




Despalpitarse. Para poder ser pálpito consciente sin anularnos: buscar el sonido sináptico del pensamiento sin interferencias.




“Todo”, “mucho” y “siempre”: aperitivos de infinito, puertas de su abismo.


Homenaje a Juan José Domenchina.

El perpetuo arraigo del nómada, del náufrago que es su propia isla.




Eclipse de luz: encandilamiento de los excesos.




El enigma de la belleza está en lo que esconde. Unas gafas de sol enriquecen los ojos que ocultan. Una fotografía da vida a la vida que inerte en ella se intuye.




Ulises y las sirenas. Herbert james Draper (1909)
Pieza de cerámica ática (480-470 a. C.)

 
Ulises y las sirenas. John William Waterhouse (1891)

martes, 23 de junio de 2015

Haikus XXI



 
 Flor y promesa sorprendidos por el ojo de Mario Navarro




En la celebración de la luz más ancha y la sombra más corta. En esa frontera temporal y cósmica, más telúrica que celeste: en un día preñado de espera de hogueras que conjuren la oscuridad, una planta de tápena nacida entre las rendijas de los sillares de una muralla me recuerda que, efectivamente, el verano nos habita. 

Un alcaparro, una tapenera, contiene, en su atalayar desde el campanario hasta el que ha volado, toda una cultura: κάππαρις: capparis (con su variante “tápena” –“tàpera”-): alkaparra… Griegos, latinos, musulmanes, mediterráneos han hecho suya la mata para ser lo que han sido. Y en el verdor de su botón, tras la abstinencia, estalla la belleza de una flor nívea con pestañas de actriz como fuegos artificiales al sol sordo del verano.



        
                          Flor de la tápena:

                     Belleza de la espera,

                     verde paciencia.




 
Capparis spinosa en  Otto Wilhelm Thomé, Flora von Deutschland  Österreich und der Ssheweiz (1885)  




Flores de tápena de Águilas (en la Wikipedia)




La tapenera busca arraigo en la belleza pétrea artificial, busca nuevos secarrales en los que cuajar, hace turismo. El Monestir de Sant Cugat no es mal terreno para seguir siendo y mirarnos en nuestra sorpresa.


domingo, 21 de junio de 2015

Arquitrabes XII: selfiecentrismo


Jorge Guillén ("selfie")





Una empresa de márquetin, emprendedora, como tiene que ser, pleonásticamente,  rentabiliza los narcisismos icónicos, con su correspondiente cuota de filantropía, “monetizando” (eufemismo metonímico material del lucro –en un tiempo de dinero sin monedas-) lo que denomina el “clásico selfie”. ¡A qué velocidad el presente se vuelve clásico ahora, en directo!

Quizás la reencarnación mitológica de Adán, reencarnado a su vez en Prometeo, tome cuerpo en el, desde su “selfie” encriptado, abismo binario del “big data” y robe, Robin Hood o señor feudal, la nueva capacidad de conocer. Adán usurpó la deidad del conocimiento; Prometeo el fuego; el “selfieperson” contemporáneo quizás llegue a dios: esa abstracción concreta que habita las nubes platónicas de la sabiduría. Desde la boca de embudo de su poder, la democracia o la dictadura dependerán de su formación.





Ciro Alegría,
un mediodía sin sombra,
tropieza con Jorge Guillén.
“El mundo es ancho y ajeno”- le dice.
El poeta, desdoblado en su cántico,
todo ya pleno,
le contesta mirándose en su móvil:
“Soy yo, en este instante,
Centro de tanto alrededor”


Cada uno
tomó su camino
de presentes sucesiones
de viviente muriendo.



Jorge Guillén a la sombra de su sombra: mediodía de sí mismo