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Expansión vital de la vida, fractalidad entrópica. |
Algún día intentaré explicar cómo vivo la duración. Mientras, la dejo
durar, hacerse corazón de mi tiempo, isla en el mar de la prisa por llegar
siempre tarde al querer llegar demasiado pronto. Dura lo que se vive.
Ser Rimbaud, intenso, desde la persistencia constructiva de Mallamé: hacer
de la epifanía una catedral léxica con apariencia de ermita. Dura el tiempo
también en el silencio denso del que sabe escuchar en el oír o ver en el mirar.
Es el tiempo del diletante, del que pasea sin rumbo lleno de comunión.
El fracaso de la esencia. El triunfo del simulacro. El “selfie” como impostura. Virtualidad que
desvirtúa en la falsa ubicuidad. Riqueza de posibilidades que empobrece.
Dura lo que hacemos durar. No es una cuestión de cantidad: es su calidad,
su aspecto verbal imposible de amojamar en una perífrasis durativa.
Masticar un caramelo como si lo chuparas.
Como el tuétano del ser de los huesos del estar.
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Crece la vida desde la muerte.
Le crece vida a la muerte que fuimos para llegar a la
muerte que seremos. O a la muerte que nunca fuimos para arribar a la muerte que
nunca seremos.
Nihilismo fértil: en el paréntesis del ser, la
consciencia nos brota como las yemas a los árboles o el agua a las montañas.
Borbotones verdes o de espuma que habitan el atanor del individuo para hacerlo
persona.
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El “tempus fugit”, en su fluir temporal,
circunda y estrangula el “carpe diem”
y lo arrastra y precipita hacia la nada de su infinito eterno.
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Soy todo yo. Efímero en lo que me brota hacia adentro.
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Sale el sol en
el móvil: ya es de día. Vivimos al calor de su pantalla, a merced de su
batería.
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Roca del nuevo
Sísifo: lista de tareas pendientes.
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Hay una pulsión de eternidad asesinada por el tiempo en
cada acto.
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Los hiperactivos dinamizan el mundo desde la tiranía
intolerante del no atender a la diversidad.
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Claustrofobia tecnológica desde pantallas que cantan (y
venden) la globalidad.
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La noche es la sombra que proyecta el día.
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Equinodermo enraizado preñado de verdes en el mar del aire. Ofiura de dedos fértiles que dan viento al aire. |