domingo, 30 de octubre de 2016

Arquitrabes XIX: silogismo con prisa (“fast syllogism”)



 
Academia de Atenas. Rafael Sanzio, 1510-1511. Fresco (500 x 770 cm).Museo de El Vaticano.
         



     La secuencia del pensamiento pide su tiempo. No el pensamiento prestado: el propio, el que se cuece a fuego lento para llegar a la intuición intelectual rápida. El algoritmo sin diagramas de flujo: el fluir de la idea que prende otra idea que ya había sido pensamiento. Actualizar el futuro exilia el presente de su tiempo: la madurez pide elevarse hacia lo hondo y el emprendimiento (el “entrepeneurship”, quiero decir) jugar al Monopoly con la realidad.Ç

     Con prisa no se puede pensar si no se ha pensado. El entimema, como atajo, suprime la premisa y se pierde por ausencia de raíz. Así nos llevan. Y así vamos. Lo que ya debía habitar la mente del ser pensante reside en cualquiera de las nubes binarias de lluvia ácida (pero celebrada como maná) y aborta el pensamiento en consigna de progreso.

Silogismo 0.

Todos los hijos son descendientes de un padre.
Un padre quiere lo mejor para su hijo.
Un padre, por amor, puede ser su hijo.


Silogismo I.

Todos los hombres son clientes.
Un alumno (y un padre) es hombre.
Un alumno (y un padre) es cliente.

Entimema I:

Como hombre que es, un alumno (y un padre) es cliente.

Entimema I (bis):

Todos los hombres son clientes, por tanto, un alumno (y un padre) es cliente.

Silogismo II.

El cliente siempre tiene la razón.
El profesor enseña a gestionar la razón.
El cliente diseña cómo se enseña lo que es suyo.

Entimema II:

Como el cliente siempre tiene la razón, el cliente diseña cómo se enseña lo que es suyo.

Entimema II (bis):

El cliente siempre tiene la razón, por tanto, la razón es suya y la administra como le place.

Entimema síntesis:

La educación la determinan los clientes, administradores de la razón, por amor.


miércoles, 12 de octubre de 2016

Unamuno en Entropía 3.0





 
El hombre circundado de circunstancia buscada para ser.




A Miguel Quiroga de Unamuno ( in memoriam),  José María Quiroga  y, sobre todo, a Laura Quiroga, por lo que de Unamuno todavía corre por sus neuronas.





“[…] Yo me voy sintiendo profundamente antieuropeo. ¿Qué ellos inventan cosas?, invéntenlas.[…]”

Carta de Unamuno a Ortega y Gasset, 30 de mayo de 1906.



“[…] Que inventen, pues, ellos y nosotros nos aprovecharemos de sus invenciones. Pues confío y espero en que estarás convencido, como yo lo estoy, de que la luz eléctrica alumbra aquí tan bien como allí donde se inventó […]” 


         Unamuno. “El pórtico del templo”, julio de 1906



“[…] mientras me preparo a pensar cómo pueda españolizarse a Europa, que nada digno de ser probado puede ni probarse ni desaprobarse


Unamuno.”Sobre la europeización (arbitrariedades)” en La España Moderna. Madrid, diciembre de 1906.



“[…] Venceréis pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón, derecho. Me parece inútil pediros que penséis en España”


Unamuno. Respuesta a Millán-Astray en el paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936 en la llamada por entonces “fiesta de la raza”.
(No todos los historiadores y biógrafos de Unamuno suscriben estas palabras como las literales de don Miguel, pero sí el sentido de lo proclamado)



“[…]Pero ahora no, estamos en el tiempo de la anestesia, estamos en el tiempo en que las cosas hacen poco ruido. […] Es un tiempo de silencio. La mejor máquina eficaz es la que no hace ruido. Este tren hace ruido […]”

Luis Martín Santos. Tiempo de silencio (1961). Barcelona, Seix Barral. Biblioteca Breve, 1985, págs.. 291-292.



[…] se ve en el vacío, mira el cuerpo inerte que tiene ante sí, a su mujer luego, y exclama acongojado: “¡Hijo mío!”. Al oírlo se levanta la Materia, y yéndose a la forma le coge la cabeza, se la aprieta entre las manos convulsas, le besa en la ya ardorosa cabeza y le grita desde el corazón: “¡Hijo mío!”.
-¡Madre! – gimió desde sus honduras insondables el pobre pedagogo, y cayó y desfalleció en brazos de la mujer.
El amor había vencido.”

 Unamuno. Amor y pedagogía (1902)ç


“El problema del nosotros” : “Interdependencia global” : “El universalismo individualista” : “Pensar desde la coimplicación” : “Ser-con” : La intercorporeidad” : “La trama de lo común” : “Esta vida es mía”


Marina Garcés. Un mundo común. Barcelona, Edicions Bellaterra, 2013. (Secuencias de pensamiento tomada prestada de algunos títulos de los capítulos de su propuesta filosófica)



         Hace un siglo de algunas de las citas anteriores. Y sería ingenuo asumirlas a pies juntillas hoy. Cambiemos España por persona y, para algunos, quizás, tome el posicionamiento unamuniano sentido. Cambiemos Europa por “lobbys” de la innovación y, quizás, el discurso del pensador nos sea más cercano. Nunca, creo, los intereses del progreso acelerado han aromatizado tanto del opio de la felicidad el mundo. La felicidad de la facilidad. Hay un feudalismo “democráticamente” asumido, por nuestro bien, en los gestos dulces de los que han hecho de la persuasión su pingüe oficio. La globalización nos iguala por la parte que interesa a algunos, sin atender a la diversidad. Esos algunos son los que nos van a redimir de la miseria espiritual, como los fantoches del compadre Fidel valleinclanianos, pero en su tabanque, no en el nuestro. El economocentrismo tecnocrático es una medusa que alimentamos para que sea bella y mortal. Y no hace ruido: seduce, vampírica, vendiéndonos los sueños que excita.

         Agonía del humanismo, unamunianamente. En cada Caín late un corazón de Abel. Cada Abel amortaja a un Caín. David apedrea directamente a dios para ser Dios. Su orgasmo lo patrocina cualquier entidad que se lucra con su “sin ánimo de lucro”.

         Volver a Unamuno puede darnos luz en esta tenebrosa claridad. La ósmosis entre dos crisis, entre dos cambios de parámetros, debería ayudarnos a progresar sin perder perspectivas al buscar disrupciones salvapatrias mentales. La obsolescencia es la dictadura de la novedad.

         Me están robando la alegría los mismos que me venden la felicidad.






“La insatisfacción es una broma
mefistofélica de dios.
Cerró su creación primera por reformas eternas.
Tiró a un agujero negro la llave del paraíso
y fundó
un Edén de neón
de almizcle humano cebado.
Perdido entre rascacielos de la ciencia del lucro,
    de la vida pródiga,
el proxeneta, amparado en su disfraz de God,
es asesinado en cada esquina
para aparecer, redivivo, en la siguiente.
A demanda es y no es,
está sin ser
o es sin estar.
Sabe que se ha hecho clave de bóveda
del tecnocentrismo,
“password” del economocentrismo tecnocrático.
(Falsamente  democrático,
colaboraticida y colaboratocrático
egolatrocentrista en simulacro altruista
de postureo onfálico de petimetres)
Claustrofobia del exceso.
Disidencia de la ortopatía.
Ictus, trombo en las venas de la telaraña social.
Laberinto sin Minotauro, sin Ariadna,
cosidos a pérdidas por láseres y wifis
en la tridimensionalidad plana de la aséptica pantalla.
Conducidos por lazarillos suicidas y ciegos de pasado.
Turistas y clientes del parque temático del instante:
Mickey Mouse blande la botella de Coca Cola
como una antorcha
de libertad
Coaching personal
Mindfulness holístico
para la conquista del empowerment.
Poliedria de aristas ignorantes,
hedonismo disfrazado de estoicismo,
cinismo huérfano de Diógenes,
criado por Midas
(con Tántalo amordazado jugando a la oca
con Prometeo y Sísifo
en el armario)
Somos metonimia de humanidad, sinécdoque ontológica
del caos,
sinergia de egoísmos  en dispergia.
Subcontratas de ideas.
Perdidos en los andariveles
entre la vida
y la ciencia,
volatineros,
trepadores de la cucaña
 sin premio
y con zanahoria.
Ser que es por y en lo que hace
y produce.
Rehenes de la metacognición solipsista y burocrática,
adulados por la simpatía del comercial
que trata como persona porque quiere clientes
y computa como individuos
a sus evidencias de éxito personal
(así lo declarará el director de personas
-eufemismo de recurso-
 de su empresa)”

Pensaba Unamuno venido al aquí de este ahora.
En el prado de Berceo, ebrio de pensamiento, contemplativo,
ante el fluir fluvial del vómito, espejo de mente y mundo,
río que se precipita y se anula y corrige en un atropellado
querer correr.
Unamuno trisca triste, después,
por las ramas del árbol de la ciencia,
saciado el apetito del cuerpo,
insatisfecho el del pensar:

“Crecer contra la normalidad, por oposición.
Educando la intersubjetividad
lastrada de yo,
combatiendo la ludificación usurera de ellos,
preñando las posibilidades
de epitametafísica.
Construyendo con ideas
un mundo común, centrifugado el yo en la cuba centrípeta de un nuevo nosotros”

(En la dispersión de la diversión
el eje vertebral del centro
ensarta los vaivenes caprichosos
y margina las sobras y alrededores
de embaucadores valores añadidos
para
centrar el poema:
ventana abierta al laizado
prado de Berceo
en el que querer sentarse a ser
junto al Unamuno fractal y matrioska
corazón de la idea)





El hombre buscándose, paralelo a la circunstancia impuesta.