domingo, 30 de julio de 2017

Hacer el muerto para vivir



 
Imagen de Rosa Emérita Martínez Manzaro. Rosa-Nenúfar.





         Trasciende el gesto cuando se piensa. La cruz sobre el mar resucita al crucificado en el mismo acto de su crucifixión, sin esperar a un tercer día. Horizontalidad y verticalidad, agua y aire, tierra y cielo, corazón y pulmones como intersección de extremidades. Mirar con los ojos cerrados para verse, pleno, por dentro, agua sobre agua, aire bajo el aire.

         Ajeno al mundo, centro, tú disuelto en el mundo, ingiriendo por la piel el ansiolítico del mar. Literalmente: relajante de la preocupación.

         Hacer el muerto, a voluntad, contra la muerte, sintiéndote muy vivo mientras el sol que te da la vida intenta secarte y tú, médula linfática, te diluyes, palpitante, respirante y salino en tu gran azul que te hidrata para poder seguir siendo. Ser un muerto es muy diferente. Estar muerto, un accidente. 

Hacer el muerto alarga la vida: fluir sobre el flujo de aire, tierra, fuego y agua de una playa da cauce al existir consciente.



Diluido el yo, aunque todo en mí:
nenúfar mediterráneo de sangre:




Ocupado en este despreocuparme,
sobre la calma del agua, hago el muerto.
Corcho vivo, isla al pairo, concierto
de vaivenes sordos en que encontrarme.

    Orlado de mar, sin actualizarme,
soy pozo, ebrio de sosiego, abierto
y flotante, mecido en el huerto
de respirar mar para concentrarme.

    Corcho con alas, desnudo de sobras,
cielo rojo de párpados, muy quieto,
circundado de rumor sin zozobras,
a disciplina de olas me someto.

El tiempo perderás si no lo cobras.
Este baño durará un soneto.







jueves, 27 de julio de 2017

El nuevo hombre



 
Tendido al sol, todo parece igual. Ambos son "souvenirs" globalizadores en una terraza real.



         El hombre nuevo se está fabricando. Lo estamos fabricando. Algunos viven ya entre nosotros y están en promoción. 

         Cuando corres eres tú el que te mueves con pasos humanos, abarcables con el pie, en distancias concebibles y tuyas, en un tiempo real. El mundo se mueve bajo tus pasos, pero esas dinámicas son del concierto de una orquesta sin instrumentos de la que no somos miembros. En la que tenemos partitura tocamos con instrumentos ajenos. Y mientras estás llegando, el universo se expande, quizás en la dirección contraria al sentido de tu correr. Y el tiempo fuera de los relojes se dispersa infinito mientras tú acabas siendo un manojo concentrado de huesos en la sombra.

         Esta luz de hoy, sin embargo, augura un destino de plétoras en cada instante, en cada paso.

         Perdonad, hombres nuevos: soy un hombre viejo que nació obsolescente, humano y humanista.





El hombre nuevo
es poliédrico, leguleyo ,
emprendedor

y usurero.

Autónomo y con criterio,
libre y cazador

felibérrimo

de oportunidades,
blinda con subcontratas
su competencia vital,
puebla con aplicaciones
sus posibilidades de progreso.


Este hombre nuevo,
cacareante
de su renuncia a la zona de confort,
desprecia lo que ignora
ahíto de saberes no inventados,
instalado en el vacío
del palo de ciego,
sin lazarillo maestro,
haciendo experiencia venal
la distancia entre el palo
y la realidad que no llega a tocar,
digitalizándola
en “gadget” que venderá
a otros hombres nuevos
sedientos de pulsión tantálica,
que disfrazan
de ecumenismo ecologista
su corazón de Midas.

Este hombre nuevo
edifica su horizonte
sobre la crucifixión
del círculo cuadriculado
de la humanidad.

    Este hombre nuevo,
nefelibato sin literatura,
exhibidor cínico de “smiles”,
en trato diario con las nubes,
es el constructo mecánico,
hueco de espíritu prestamizado,
que va a salvar el mundo
del lastre
de la cultura inútil,
implementado,
mercenario,
la eficiencia eficaz
de la perenne felicidad
que vuela, sin raíz,
hacia una luz que es sombra.

    Este hombre nuevo,
que ha aprendido a pensar sobre cojines
y minimalismos,
está inventado el grifo peaje
desde el que regulará,
transparente hombre de los caramelos,
el riego del nuevo Edén,
la satisfacción de toda nueva sed.









miércoles, 26 de julio de 2017

Haikus XXXVII


Un haiku vale más que una imagen. Y dos, más todavía.





Felicidad como recompensa. Madrugar. Enfundarte el disfraz de corredor básico. Y vencer el abandono del esfuerzo con el objetivo de llegar para ver. La pendiente hace de la carrera casi un caminar sin más horizonte que el que proyectas en tu mente desde tu memoria balizada de baladre. En la cima, la punta del farallón marino, eclipsado por un contenedor de basura y hormigón, regala el descenso.

Solo en la playa, desnudo, me visto de paisaje.

En unas horas, esta tranquilidad que fotografían estos dos haikus será patrimonio del próximo amanecer. Yo ya lo he gozado. Mañana repetiré.

(“Chicharra” y “gavina” son  los nombres que en Ábradas le damos a la cigarra y la gaviota. “Encanarse”, poco utilizado en el español estándar, significa pasmarse o quedarse envarado por la fuerza del llanto o la risa, quedarse detenido, encallado)

(La chicharra no puso la banda sonora: fue su ausencia la que delataba su persistencia de unas horas después, como protestando, silencio entonces, consigna contumaz después, por la afluencia masiva de bañistas)




Silencio. Sol.
La chicharra se encana,
taladra calma.

       Algarabía.
La densidad trepana
entre gavinas.









miércoles, 12 de julio de 2017

Haikus XXXVI



 
Orientarnos para no occidentarnos. El presente es un absoluto preñado de pasado y de futuro.



Haikus encadenados, pespunteándose en el vacío de la vieja tejedora de tiempo. Su leixaprén triangula sobre la nada que vestimos de urgencias y pintamos de omnipresente. Que ser siempre sinapsis desalienta cualquier empresa sin ánimo de lucro (las usureras saben cómo darle la vuelta para hacerlo negocio)

Frente a la creación mítica “ex nihilo”, los hombres apuntalados en nuestras contingencias debemos aprender a gestar “ex omne”. Porque solo desde el todo podemos concebir la nada, sabiendo que todo y nada nos vienen infinitamente anchos como traje o mortaja.

Correr sin huir también es duración.  Los pies desplazan el paisaje y la mente, mántrica y fértil, vuelve sobre la idea hasta hacerla poema. Correrse insemina, ensancha el yo y su periferia en haiku. Correr sin prisa: por el placer de pensar.




                                         En este instante,
el volcán de la muerte
hace y deshace.

         Mina los puentes:
son pasado y futuros
cuerpos presentes.

         Proyectar humo,
sublimar los deseos
borra los surcos.

         Nostalgiar duelo,
trasplantar las raíces,
funda lo nuevo.

         El magma ríe
entrañas que abolen
la superficie.

         Y el polen, sobre
un vacío de himen,
aborta soles.