martes, 27 de septiembre de 2011

El flash de la duración

La duración tiene mala prensa, aunque es la esencia misma del tiempo. Un instante de 42 segundos puede durar años porque su tiempo no es el del binario tictaqueo, sino la semilla que lo centra. No es un trozo de fluir: es su aspecto verbal imperfectivo, sin acabar de acabar nunca, instalado en un ahora continuo que habita pasados, presentes y futuros. Es un corazón lanzado al río heraclitiano que late y centra las ondas que lo concentran en todos los aquí de su fluir.
Robé una vez, allá por los años noventa del siglo pasado, 42 segundos a una emisora de radio: una cinta de casete (con su magia magnética, a pesar de lo troglodítico del término, a oídos de hoy) los congeló y me permitió disfrutar su duración instantánea durante muchas tardes. La pletina, jubilada por los nuevos reproductores, había quedado solo para el placer de esos 42 segundos. Cada tarde, al llegar del trabajo, la cinta magnética esperaba preparada en el punto exacto para regalarme la eternidad concentrada en menos de un minuto. No sabía ni cómo se llamaba la pieza ni el disco al que pertenecía y eso potenciaba su duración. A man of no for fortune, and whit a name to come, de 1991, cientos de veces escuchado (“Casting no shadow”, “A tiels leis”, “Hirose”, “You see”, “Multiple 12”, “Naviamente”)… Ni rastro en ese CD (de 1940 pesetas). Claro: “Noli me tangere”. Su misterio estaba ahondando en la duración, la estaba haciendo más deseada por intangible. Fueron los 42 segundos, un suspiro, un aguantar la respiración sin asfixiarse, los que erigieron su monumento, ahora ya sí, aquí. Pero su búsqueda sigue viviendo dentro de la piel de sonidos que tejen piano y voz.
“Noli me tangere”, de Wim Mertens, vive ya aquí, en los Limbos que se alimentaron de su escurridiza presencia. Ahora es duración presente, “carpe diem” sonoro.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Destellos XXII




Memoria de las palabras, 110 años después. ¿Qué queda del que fue?

Poner “Destellos” como la gallina pone los huevos: poiesis ovípara. La eclosión de las ideas se produce fuera del nido y del gallinero en el que pienso: es el lector quien incuba las palabras y las da a la vida. La mayoría de esos embriones fueron, sin embargo, semillas gestadas en la oscuridad del vientre antes de ser huevo. Poiesis vivípara: demasiadas ideas juntas hacen incompatible su crecimiento en la limitada placenta.
Poética viviovípara: la mirada engendra una idea; el vientre la gesta hasta que, como huevo, a medio vivir, sale a la luz. Al aire de la vida, las palabras la alimentan y completan su ser.
No sé si Unamuno y José María Quiroga Plá, a quienes pertenece la base de esta analogía, aceptarán esta metamorfosis. Quizás todos somos siempre semilla, huevo, esperma, óvulo provisional de una realidad por cuajar en otro lugar y otro tiempo.


Liturgia de la palabra. Sus hilvanes a las ideas, como uña y carne anestesiada, buscan la connotación del sacerdote que la pronuncia como inventada y le da, juanramonianamente, raíz y alas.
La ausencia es una muerte reversible: en otro espacio, en este tiempo. La muerte vive en un tiempo paralelo y diferente al nuestro y al del muerto que, con el cuerpo abandonado, se pierde en su espacio, mental e infinito, lleno de intersecciones y cavernas hacia nosotros. La materia de nicho reposa, tranquila, haciéndose naturaleza, a pesar del enterrador que la tapió con pulso firme y movimientos de yeso certeros.
Una mujer con gafas de sol. Rostro incompleto: mitad realidad, mitad imaginación.
Con la vana pretensión de hilvanar el poema a su vida. Hay versos con un corazón sin hilos. Esa tristeza que viene de lejos ya no tiene puerto ni coso en el que atracar o pelear para seguir siendo. La tristeza, al fin y al cabo, no es más que el prólogo o el epílogo de la alegría.
Como una abeja que liba flores muertas: así puede llegar a ser el amor.
La vida da argumentos a la poesía, pero cada poema tiene sus propias vidas
Divertirse no es olvidarse de uno mismo. Es todo lo contrario: es centrarse en la alegría de ser y de darse
Vida: acumulación de motivos para poder ser recordado en la muerte, sin pretensión de trascendencia. Ser es activar desde la existencia los argumentos que deben tener los que nos sobreviven para construir nuestra memoria en la otra orilla del tiempo, que ya no nos pertenece.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Destellos XXI

Imágenes poéticas iconoclastas y fundacionales. Diálogo con la realidad de caligrafía confusa en anotaciones en los márgenes de la vida: diario vital transcendido por la palabra, taquimecanógrafa de los detalles del universo, auscultadora de su música y su significado. El movimiento mental se fija en las letras: el lector las resucita y las hace andar como Lázaros redivivos que son ya transferencias a imágenes mentales, sugerencias de realidades que hay que ayudar a parir y  que pueden nacer como poemas visuales. El blog, con su cronología impuesta, redimensiona la vida.

Luna de París desde el aire. Fotografía de Carmen Gálvez Navarro 


La vida es vertical. Lo horizontal invita a la muerte. El mar es la horizontalidad vertical: toda la vida y toda la muerte en un mismo espacio.
No hay atajos hasta ti: es necesario aprenderte en la friega del día a día que extiende el tiempo, el  espacio y el conocimiento exactos entre tú y yo.
Cucaña de luna. Al final de la ensebada verga espera el esférico premio, lúbrico, regalando su zumo selénico.
El tiempo se diluye en la vida. ¿“Tempus fugit”? No: “tempus involvens”. Las horas nos rodean hasta fagocitarnos.
El poema es lo que dice y lo que contiene es lo que hay dicho en él. No hay poesía fuera del poema.
Alambique del recuerdo: abrir una brecha de viento en el aire.
La verdad es lo que rebosa de la mentira, su excrecencia, sus flecos, sus sobras.
La impostura, la hipérbole de la poesía: respuesta a la necesidad humana de exagerar para centrar la verdad. La desconfianza en el calibrar del tú, que creemos que tiende a rebajar la dimensión de lo narrado (como hace el yo) teje la paradoja de la mentira para fundar verdades.
Bajo los escombros de la palabra yace la palabra precisa que centra el silencio a su alrededor y se hace diana de las ideas. Las ondas que provoca hacen vibrar las orillas del sentimiento y zarandean el pantalán de lo inefable,  estremecen el pantalán de lo pensable.

domingo, 11 de septiembre de 2011

El corazón ante el espejo

A todos los adolescentes, que viven en esa frontera que va del que fueron al que querrían ser y se pierden en la densa complejidad de su presente, demasido cercano, demasido visceral para mirarse viéndose con la perspectiva que, a veces, les pide la vida.

Au musée (1999)
Invitation au voyage (2009)
Le temps suspendu (2003)

La revólte (2008)

Narcisse supplicité (2003)

L'indiférent (2006)
Todas las imágenes son de Gilbert Garcin




Hay que tener principios para llegar al fin
que es el principio del corazón ante el espejo.
Dentro y fuera,
                   esencia y cáscara:
Detrás de la máscara,
                                         la careta;
detrás de su hueco,
                                        la verdadera cara.


Metamorfosis del realizarse:
                                                                           n
                                                                 ó
                                                        i
                                                 s
                                         n
                                e
                        c
                s
desnuda    a
                  
                   hacia el YO    de hormonas,
                                               simientes,
                                               nervios
                                               y venas
         que electrizan el tacto
                                                y hacen saltar
                                                                           las chispas
del compromiso con la vida.
YO, contra MÍ, pero CONMIGO:
Lo que espero,
                            lo que busco
                                                        y lo que encuentro,
solo yo me lo doy o me lo quito,

                                                    solo,

principio y fin que habito la vida
y me confiesa,
                            joven o viejo,
                              
siempre,

         mi corazón, de nuevo, ante mi espejo.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Destellos XX


Caprichos del aire sobre la piedra que fue volcán en la frontera entre Almería y Murcia
Las palabras son como los rostros: ojos, nariz, boca, cejas…Todos iguales, todos diferentes. Las palabras son como los rostros: combinación de gestos, de letras: expresión infinita de lo finito. De “persona” a “perdona” se extiende el abismo de una grafía, de un sonido, si queréis. Entre “persona” y “persona”, en una perversión mutante de la gramática, habita la deixis de lo uno y lo diverso, la esencia misma del contenido de los disfraces.

Un beso, adánico, robado a la inercia de la vida, reinaugura la ilusión del instante y siembra emoción en la costumbre.
No le pidas pruebas imposibles para concretar tu amor: no puede inventar cada día una barba para volver a encontrar su cara tras el afeitado. Rejuvenécelo con tus caricias.
También los besos garantizan el más allá desde este ahora aquí.
Vivir en un ángulo muerto. Ser visto, solo, por los ojos ciegos de las esquinas y ser invisible pero presente.
Multiculturalidad, globalización: no ser de ningún lugar, no tener raíz. Ser todo raíz en cualquier lugar es una utopía (ese lugar sin lugar, esa proyección infinita de lo concéntrico hacia el horizonte). Y, además, es inhumano.
¿Cuándo caduca un libro de texto garabateado, anotado y estudiado por un alumno? En las escombreras viven millones de horas alimentadas en pupitres, con ilusión o pereza forzada. Quizás esa caligrafía esmerada y frágil se haya transubstanciado y forme parte ya de su calígrafo. Quizás sea para siempre basura.
Los ríos de tus venas y arterias fertilizan el cauce de tu cuerpo. Subterráneas, en circuito cerrado, se abren, vitales, para regar el mundo que cabe en ti y anegar las tierras que habitas. Alejandría nos espera en su delta: la luz del faro puede iluminar una biblioteca.
En el rescoldo del hogar vive también la llama: solo hay que soplar
Todo lo importante, menos la vida misma, se inaugura con un ritual, con una espera adornada y consciente: el amor, la amistad, la vocación…  Desde esa promesa de lo que será se construye el valor de lo esencial. El esfuerzo es antevíspera del gozo: la rutina de la víspera de  la “víspera del gozo” es necesaria para gozar. La felicidad gratuita es falsa y hueca.
Máquina de escribir, diapositivas, pluma estilográfica, plumilla…: retromodernidad. Frontalización ilusionante, motivadora, de lo obsoleto. Obsolescencia programada del progreso que vende como novedad lo viejo.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Destellos XIX






Serie de momentos robados al tiempo desde el istmo al tómbolo del Fraile.
Al fondo, Cabo de Cope
“6.54    Mis proposiciones esclarecen, así  quien me entiende las reconoce al final como absurdas, cuando a través de ellas –sobre ellas- ha salido fuera de ellas. (Tiene, por así decirlo, que arrojar la escalera después de haber subido por ella)
Tiene que superar estas proposiciones; entonces ve correctamente el mundo.
7    De lo que no se puede hablar hay que callar
Wittgenstein, Tractatus lógico-philosophicus. Madrid: Alianza, Alianza Universidad 50, 1987, pág. 183. Traducción (no muy acertada) de Jacobo Muñoz e Isidoro Reguera

Constelaciones de destellos, coyunturas estelares. Puertas hacia puertas que abren horizontes y puertos que nos pueden llevar a firmamentos marinos o mares celestiales porque volar y bucear son dos gestos que se confunden en la bisagra del plano. Fotografiar fotografías, pensar ideas, andar caminos no niegan la originalidad, permiten ensanchar la novedad de lo conocido. “Hablar por no callar”, como un oráculo, a veces (otras es charlatanería de chamarilero o de tertuliano pedante o huero) nos hace más humanos.”The rest is silence

Crecerse sobre la ola.
(Esta “ola” te lleva, si quieres, a esta otra del blog de Marisa Vegas El espejo de la luna, “neófitos de olas”)
Jesús es un zombi, fuera de plano ahora.
Palabra que se adhiere al hábito. Cesa la rutina y la palabra, esencial, incólume, pervive y nos habita.
Calibrar el volumen del vacío, respirar su hueco volumétrico, nos hace más humanos.
El tiempo pasa. Nos deja su paradoja.
Extranjero, visitante, turista, forastero; cliente de tu propio yo: no es perspectiva, es enajenación. “Car je est un autre”, pero desde fuera, sin el artificio literario del reconocimiento esencial del verse objetivado sin dejar de ser. “Changer la vie!”: desde la propia experiencia vital.
Una vida vacía es una vida que no se ha llenado.
Obsolescencia programada: dios es liberal, capitalista. Su diseño genético y ontológico, su experimento poético estaba pensado para caducar.  Pero el fruto del árbol de la vida, que puso en marcha el cronómetro de la cuenta atrás, inoculó a la palabra hecha carne algo más que la consciencia de rebeldía y de pecado. Nos regaló la inmortalidad, la perpetua actualidad, la redivivez desde la que avistamos el futuro fractal.
Mientras esperas, haz de la vida una obra de arte, alíñala con la retórica de la palabra (como un grabado en piedra): vuelve la vida como un calcetín o un guante (huellas de tus caminos y tus tactos) y vívela desde la emoción del artificio. “Ars longa, vita brevis”
Vivir en los tiempos implícitos de las películas, en los huecos de su fundido, en las secuencias rechazadas. Ser una toma falsa de verdad y ahondar en la necesidad de esa transparencia, de ese latir en los pliegues de la realidad.