Serie de momentos robados al tiempo desde el istmo al tómbolo del Fraile. Al fondo, Cabo de Cope |
“6.54 Mis proposiciones esclarecen, así quien me entiende las reconoce al final como absurdas, cuando a través de ellas –sobre ellas- ha salido fuera de ellas. (Tiene, por así decirlo, que arrojar la escalera después de haber subido por ella)
Tiene que superar estas proposiciones; entonces ve correctamente el mundo.
7 De lo que no se puede hablar hay que callar”
Wittgenstein, Tractatus lógico-philosophicus. Madrid: Alianza, Alianza Universidad 50, 1987, pág. 183. Traducción (no muy acertada) de Jacobo Muñoz e Isidoro Reguera
Constelaciones de destellos, coyunturas estelares. Puertas hacia puertas que abren horizontes y puertos que nos pueden llevar a firmamentos marinos o mares celestiales porque volar y bucear son dos gestos que se confunden en la bisagra del plano. Fotografiar fotografías, pensar ideas, andar caminos no niegan la originalidad, permiten ensanchar la novedad de lo conocido. “Hablar por no callar”, como un oráculo, a veces (otras es charlatanería de chamarilero o de tertuliano pedante o huero) nos hace más humanos.”The rest is silence”
Crecerse sobre la ola.
(Esta “ola” te lleva, si quieres, a esta otra del blog de Marisa Vegas El espejo de la luna, “neófitos de olas”)
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Jesús es un zombi, fuera de plano ahora.
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Palabra que se adhiere al hábito. Cesa la rutina y la palabra, esencial, incólume, pervive y nos habita.
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Calibrar el volumen del vacío, respirar su hueco volumétrico, nos hace más humanos.
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El tiempo pasa. Nos deja su paradoja.
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Extranjero, visitante, turista, forastero; cliente de tu propio yo: no es perspectiva, es enajenación. “Car je est un autre”, pero desde fuera, sin el artificio literario del reconocimiento esencial del verse objetivado sin dejar de ser. “Changer la vie!”: desde la propia experiencia vital.
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Una vida vacía es una vida que no se ha llenado.
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Obsolescencia programada: dios es liberal, capitalista. Su diseño genético y ontológico, su experimento poético estaba pensado para caducar. Pero el fruto del árbol de la vida, que puso en marcha el cronómetro de la cuenta atrás, inoculó a la palabra hecha carne algo más que la consciencia de rebeldía y de pecado. Nos regaló la inmortalidad, la perpetua actualidad, la redivivez desde la que avistamos el futuro fractal.
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Mientras esperas, haz de la vida una obra de arte, alíñala con la retórica de la palabra (como un grabado en piedra): vuelve la vida como un calcetín o un guante (huellas de tus caminos y tus tactos) y vívela desde la emoción del artificio. “Ars longa, vita brevis”
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Vivir en los tiempos implícitos de las películas, en los huecos de su fundido, en las secuencias rechazadas. Ser una toma falsa de verdad y ahondar en la necesidad de esa transparencia, de ese latir en los pliegues de la realidad.
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Anónimo dijo…
ResponderEliminarYo vivo, querido Ábradas, en uno de los pliegues de la realidad de los que hablan tus "Destellos". Soy un silencio entre los fotogramas de una película no estrenada que fue pálpito ardiente y ahora es poco más que esta presencia fantasmal en los limbos. Si: el arte es ancho (y me fue propio) y la vida es breve (y ya me es ajena).Algo de lo que fui en vida puede seguir siendo válido, en forma de poesía, ahora y aquí.
No soy anónimo. Simplemente estoy muerto: soy José María Quiroga Plá.
Frente al Cabo de Cope la mente debe fluir como las olas para dejar destellos clarividentes... o oscuros...
ResponderEliminarHola Ábradas:
ResponderEliminarPase a retribuirte la visita y conocerte. Vendre con más tiempo a leer tus entradas. En esta de pensamientos encuentro muchas reflexiones entre los destellos.
Saludos
Muy filosòfico, aunque lo bastante eglucorado con literatura para que pase desapercivido. Yo, personalmente, no me arriesgaria a describir a Dios. Tales cuestiones metafísicas tienen serias problemáticas.
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