Memoria de las palabras, 110 años después. ¿Qué queda del que fue? |
Poner “Destellos” como la gallina pone los huevos: poiesis ovípara. La eclosión de las ideas se produce fuera del nido y del gallinero en el que pienso: es el lector quien incuba las palabras y las da a la vida. La mayoría de esos embriones fueron, sin embargo, semillas gestadas en la oscuridad del vientre antes de ser huevo. Poiesis vivípara: demasiadas ideas juntas hacen incompatible su crecimiento en la limitada placenta.
Poética viviovípara: la mirada engendra una idea; el vientre la gesta hasta que, como huevo, a medio vivir, sale a la luz. Al aire de la vida, las palabras la alimentan y completan su ser.
No sé si Unamuno y José María Quiroga Plá, a quienes pertenece la base de esta analogía, aceptarán esta metamorfosis. Quizás todos somos siempre semilla, huevo, esperma, óvulo provisional de una realidad por cuajar en otro lugar y otro tiempo.
Liturgia de la palabra. Sus hilvanes a las ideas, como uña y carne anestesiada, buscan la connotación del sacerdote que la pronuncia como inventada y le da, juanramonianamente, raíz y alas.
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La ausencia es una muerte reversible: en otro espacio, en este tiempo. La muerte vive en un tiempo paralelo y diferente al nuestro y al del muerto que, con el cuerpo abandonado, se pierde en su espacio, mental e infinito, lleno de intersecciones y cavernas hacia nosotros. La materia de nicho reposa, tranquila, haciéndose naturaleza, a pesar del enterrador que la tapió con pulso firme y movimientos de yeso certeros.
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Una mujer con gafas de sol. Rostro incompleto: mitad realidad, mitad imaginación.
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Con la vana pretensión de hilvanar el poema a su vida. Hay versos con un corazón sin hilos. Esa tristeza que viene de lejos ya no tiene puerto ni coso en el que atracar o pelear para seguir siendo. La tristeza, al fin y al cabo, no es más que el prólogo o el epílogo de la alegría.
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Como una abeja que liba flores muertas: así puede llegar a ser el amor.
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La vida da argumentos a la poesía, pero cada poema tiene sus propias vidas
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Divertirse no es olvidarse de uno mismo. Es todo lo contrario: es centrarse en la alegría de ser y de darse
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Vida: acumulación de motivos para poder ser recordado en la muerte, sin pretensión de trascendencia. Ser es activar desde la existencia los argumentos que deben tener los que nos sobreviven para construir nuestra memoria en la otra orilla del tiempo, que ya no nos pertenece.
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Los epitafios son los últimos destellos que nos quedan, con o sin faltas de hortografía.
ResponderEliminarHoy te veo más optimista. Eso está muy bien. Vamos a ver, mis tres aforismos preferidos son el de la abeja y el amor, el de divertirse y el fina, que define el concepto de vida. Por cierto, vida, desde un punto de vista científico, es uno de los conceptos más difíciles de definir.
ResponderEliminarPor otro lado, los epitafios rara vez cuentan con el veneplacito de su cadáver, y aún es más raro que éste los haya escrito.
Querido Ábradas:
ResponderEliminarla analogía fisiológica que elaboras a partir de la que yo mismo hice descender de la de Unamuno, me parece muy acertada. Esa “poiesis viviovípara” es, sin duda, la combinación más equilibrada de dar vida a vidas cuajadas en palabras. Me gustan estos "destellos" que hablan de todo sin centrarse sistemáticamente en nada: son un reflejo de la hiperactividad en la que os movéis, pero con la serenidad relativa que supone el centrarla lingüísticamente. A falta de tiempo (que siempre se puede encontrar) para transformar las ideas en poemas, pueden ser buenas estas píldoras cuyo efecto viene una vez que se está en otra cosa. Como presentabas en otras entradas, este “género” es nuevo pero viejo: tienen algo de aforismo y de greguería, de” Aerolitos” de Carlos Edmundo de Ory, de poema en prosa, de lirismo juanramoniano, de proverbio machadiano... Pero todo ello sin sonar a antiguo, con un estilo que lo pone al día. Hay mucho de reflexión sobre la muerte desde la vida, salpimentado con apreciaciones eróticas e, incluso, románticas (aunque desde un romanticismo “deshumanizado”, si me lo permites). Estos “Destellos” parecen SMS o “twits” que contienen alguna pretensión comunicativa más allá de la compulsión con las que muchos “dialogan” ahora. Sigue con ello, tienes, por lo menos, un lector fiel y expectante, aunque muerto.