Imágenes poéticas iconoclastas y fundacionales. Diálogo con la realidad de caligrafía confusa en anotaciones en los márgenes de la vida: diario vital transcendido por la palabra, taquimecanógrafa de los detalles del universo, auscultadora de su música y su significado. El movimiento mental se fija en las letras: el lector las resucita y las hace andar como Lázaros redivivos que son ya transferencias a imágenes mentales, sugerencias de realidades que hay que ayudar a parir y que pueden nacer como poemas visuales. El blog, con su cronología impuesta, redimensiona la vida.
Luna de París desde el aire. Fotografía de Carmen Gálvez Navarro |
La vida es vertical. Lo horizontal invita a la muerte. El mar es la horizontalidad vertical: toda la vida y toda la muerte en un mismo espacio.
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No hay atajos hasta ti: es necesario aprenderte en la friega del día a día que extiende el tiempo, el espacio y el conocimiento exactos entre tú y yo.
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Cucaña de luna. Al final de la ensebada verga espera el esférico premio, lúbrico, regalando su zumo selénico.
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El tiempo se diluye en la vida. ¿“Tempus fugit”? No: “tempus involvens”. Las horas nos rodean hasta fagocitarnos.
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El poema es lo que dice y lo que contiene es lo que hay dicho en él. No hay poesía fuera del poema.
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Alambique del recuerdo: abrir una brecha de viento en el aire.
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La verdad es lo que rebosa de la mentira, su excrecencia, sus flecos, sus sobras.
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La impostura, la hipérbole de la poesía: respuesta a la necesidad humana de exagerar para centrar la verdad. La desconfianza en el calibrar del tú, que creemos que tiende a rebajar la dimensión de lo narrado (como hace el yo) teje la paradoja de la mentira para fundar verdades.
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Bajo los escombros de la palabra yace la palabra precisa que centra el silencio a su alrededor y se hace diana de las ideas. Las ondas que provoca hacen vibrar las orillas del sentimiento y zarandean el pantalán de lo inefable, estremecen el pantalán de lo pensable.
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Mi querido Ábradas, te veo muy positivo últimamente; y romántico en el tercer aforismo. Me alegro. Nada como un poco de optimismo para vivir más años y, en cualquier caso, mejor.
ResponderEliminarComo siempre que paso por tu blog, me queda el labio colgando de admiraciòn luego y primero de emoción. La reflexión llega en pocos instantes. Y como cada vez, me quedo sin palabras ante tus palabras. Me sale aquello de "Leblansky estuvo aquí" a modo de guiño o de marca de navaja en corteza de arbol, y poca cosa más. És el placer de leerte.
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