A
la intersección entre la vida y la literatura, en su simbiosis vital, vienen a
habitar estos sonetos de carne. Podrían ser simples Destellos domados, pero son mucho más. El verbo se hizo carne y
aquí la carne se ha hecho verbo.
Como
en los “Sonetos votivos” de Tomás Segovia, el sexo explícito busca en la
palabra la duración del orgasmo que lo trascienda.
Aquí
va el primero.
Cuando
te haces flor y buscas tu eje,
un
ramo de sangre entra en tu centro
y
las hormigas bajan a su encuentro
entre
los vaivenes del desmadeje.
En eso, el beso: risa bivalva
que
libera una lucha de moluscos
contorsionistas
que buscan los bruscos
espasmos
de la raíz que nos salva.
Desde dentro, violento, te culmino.
Desde
dentro, telúrica, me siembras.
Haces
denso el instante que fulmino.
Escrutaba
tu rosa de mis vientos:
perdido
entre malezas sin camino,
en
ti encontré el caos más perfecto.
Esta combinación, querido Ábradas, arriesgada pero acertada, ya la intenté yo también en mi Morir al día y en mis Sonetos a Sibila. Encauzar lo magmático en la estrecha senda del soneto le da vida, mantiene lo efímero en el cuerpo incorruptible del verso. Cuanto más artificiosamente natural, más vivo. Claro, que te acercas más a la ofrenda soneteril de Tomás Segovia que a la mía.
ResponderEliminarSigue ensayando esta fórmula que encierra la gracia de consolidar la fugacidad del placer carnal para poder revisitar la misma duración del goce. Este soneto no es su víspera: es su celebración consumada.
Sexo mental, querido don José María. La carnalidad de la retórica: un oxímoron vital en los senescentes, supongo. La vida se extiende ante nosotros, pero cada vez es menos nuestra. Y el sexo es la médula misma de la vida. Hacer el amor con la palabra no deja de ser una de las versiones onanistas de la soledad.
EliminarEl soneto, efectivamente, proporciona el cuerpo perfecto (cuadriculado pero abierto, rígido pero flexible, amoldable a los compases de la imaginación o de la descripción).
Usted fue mi maestro en el arte del soneto.
buenísima entrada,
ResponderEliminarsaludos
Gracias por pasearte otra vez por aquí. Ya sabes que en estos Limbos seguimos, a pesar de la nieve de la vida impuesta, echando leña al fuego de la poesía.
EliminarGracias, José María Souza Costa. No hay idea (ni blog) simple: la mente que lo piensa y los ojos que lo leen siempre pueden encontrar su conexión profunda si se busca el tiempo y la intención y hay algo que compartir. Gracias por tus deseos: fortaleza, paz, amistad y felicidad nunca sobran.
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