Parménides
y Heráclito, amigos de borracheras, pasean una mañana de resaca, presocráticos,
por la ribera de un río.
El
río fluía, inmóvil.
Heráclito,
con la cabeza embotada, reta a Parménides a bañarse, si tiene cojones (era su
diciembre, como lo llamaran en el siglo V antes del machito metrosexual de la
cruz), dos veces en la misma agua.
“Los
tengo para bañarme las veces que haga falta en la misma corriente”-le contesta
sardónico Parménides.
Heráclito
le empuja al río y ríe:
“Ahora
y aquí eres el centro del alrededor que huye”
Pero
el río, caudaloso, arrastra a Parménides. Heráclito empieza a preocuparse y a
correr junto al cuerpo de su amigo que fluye amorfo hacia no sabe dónde. Una
rama lo detiene: la fuerza del agua golpea sus testículos cuando intenta salir
del caudal. Heráclito le ayuda.
En el
camino otra vez, se ríen de la situación creada. Parménides para en seco y le
dice a su amigo:
“El agua,
es verdad, nunca es la misma. Mis cojones lo atestiguan. Pero el río sí. ¿Cómo
lo reconoceríamos como tal, si no? ¿El ciclo del agua no la devuelve al cauce?
Hay una esencia que hace las cosas, aunque se muevan”.
En estas
estaban cuando llega, corriendo sin moverse o moviéndose sin correr, Zenón.
“¡Cómo os
gusta marear la tortuga!” –les dice.
Y
caminando caminando los tres llegan al
estuario del delta del río. Zenón les explica que ese es el lugar de la
duración, la frontera entre el ser una cosa y pasar a ser otra, que sigue siendo
la misma transformada. Allí es donde piensa la paradoja de Aquiles y la
tortuga.
Y los tres
se quedan contemplando el mar, esa dualidad única. Trenzan en aire una duda que
no verbalizan: “¿es el mar un río muerto?”. En sus cabezas, al unísono, cantan unos
versos:
“La
mer, la mer, toujours recommencée!
Ô
récompense aprés une pensé
Qu’un
long regard sur le calme des dieux!”
El río es volátil y está en las nubes, esperando caer para volver a ser río y mar.
ResponderEliminarParles, estimat Galderich, des del temps de déu, amb visión estelar. És una mirada que tenim vedada. Hem de ser corrent, no aigua, cabal, no fluir. Qui posa nom al riu és qui pesca a les seves aigües. Mai ser i estar alhora ha estat tan difícil. Gràcies per seguir intentant ser i ser-hi.
Eliminarhecho con genialidad, mi admiración
ResponderEliminarsaludos