Éxtasis de la beata Ludovica Albertoni de Gian Lorenzo Bernini. Mármol y jaspe. 1671-1674. Iglesia de San Francesco a Ripa (Roma) |
El éxtasis es la parada
consciente del tiempo, vivir en la duración del momento. Para experimentar ese
arrobamiento se necesita una preparación: el entrenamiento lo da el contrapelo
de los instantes, la huida de la pegajosa actualización.
Los destellos son el parto de
esos agujeros en el tiempo, pantalanes extáticos que siembran duración en la
aceleración.
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Idealización del momento. Mitificación del instante. Esté este lleno o
vacío, de amor o de aire.
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Siento el universo en el cabo de tus manos.
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Cuando hacer las cosas con calma no cabe en la calma
alimentamos el desasosiego.
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Ante el espejo
de tu vida, ver y reconocer, superpuestos, todos los que has sido, los que has
querido ser y los que no has sido. Así de compleja es la identidad del zarpazo
de la mirada.
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El vuelo loco
de las golondrinas sigue, para unos, un plan oculto meticuloso y es alegoría,
para otros es, simplemente, álgebra geométrica. Ellas, ajenas a la
especulación, siempre vuelven a retorcerse en el mismo cielo como intrépidas
funambulistas acrobáticas del aire.
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No
hay más salida para el solipsismo que fundar el yoltros:
yo
+ otros.
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Abrázame hasta enraizarme para poder volar.
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Desquererse para aprender a ser amado con un querer
diferente al ensimismado.
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Para Narciso todos los ojos son espejos.
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