Imagen de Aykut Aydogdu, ilustrador turco de una sugerente sensualidad. Cultura inquieta. |
“El
instinto sexual no es nada más que la voluntad absoluta de vivir”
Arthur
Schopenhauer
No hacía
falta que Freud lo hiciese ciencia y literatura. Es una evidencia vital. El
movimiento es puente en la diferencia de potencial: a cada extremo, la potencia
del deseo. El camino lo crea la tendencia. Y desear y ser deseado anclan los
polos del volatinero fluir del funambulista que somos en el amor. El sexo
acerca los cuerpos y aleja la muerte. La realidad es deseo.
Esta
quimera de aire de carne
es
destino y camino del encuentro:
arabescos
y atajos son el centro
de
la espiral del vértigo insaciable.
Sexos centripetados y abarcables
son
un ovillo de venas y nervios
que
llenan de sangre y placer ebrios
los
arrebatos de un caos palpable.
No hay anillo más ensimismado
que
dos cuerpos armándose de amor,
dos
lenguas amándose sin reparos
en
su estuario sinestesiador.
Los cauces anegan abrevaderos
y
sobra sed para tanto deseo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario