lunes, 21 de mayo de 2018

Destellos XC







 
Puerta al campo. Puerta a la ruina, desde dentro. Ventanuco al interior de la incógnita. Lo demás es aire de alrededor.
          

           Ramón Gómez de la Serna me susurra al oído ocurrencias. Quizás ahora fuese un militante de Ciudadanos, pero su sorna zumba hoy y yo la traduzco desde el escepticismo fértil del contrapelo ucrónico. Como en botica, o en cajón de sastre, como en la vida misma, hay de todo en estos Destellos que se desbocan para vivir, libres de miradas, en Limbos.

         Vivimos en un caos organizado por unos cachondos guionistas que nos tratan como anarquistas en un viaje del Imserso.
        



Agazapado en la siesta, ese agujero de sueños, caigo en los horizontes clonados de trece “stripes”, en el universo de croma de cincuenta “stars”.


A ciento veinte kilómetros por hora, sobre mi prótesis de velocidad (el animal que conduce, corazón paleolítico, sigue viviendo de un ritmo de bombeo de sangre atávico) avanzo con tres retrovisores y una memoria que me permite conducir y reconocerme conduciendo. Hay experiencias de futuro, claro (eso nos venden): pero sin experiencia real no se construye nueva vida. Las hojas, las flores y los frutos nacen de la savia de sus raíces.


La raíz del arcoíris de alimenta de unicornios en putrefacción.


Los habitantes de todo sitio globalizado sufren “jet lag” por abuso en el uso de los husos horarios sin moverse.


Secuencia del progreso:

Palabra: Metáfora: Símbolo: Alegoría laica: Emoticono.



Leyó en un viejo muro una consigna derrotista de algún pesimista de aquel mayo francés: “Paren el mundo, que yo me bajo”. Él, abatido por algo que había dicho un “youtuber”, le preguntó a su amiga Siri cómo se hacía eso.
-Descárgate la aplicación de App Store –le respondió, sensual, Siri.


Hombre contemporáneo: enhebrador de “flashes”, ensartador de “shocks” deslavazados, agricultor inmaculado del vórtice particular del caos colaborativo.


Había conseguido el estéreo perfecto: oía música en “Spotify” y la escuchaba en vinilo. Para culminar la laicísima trinidad la vivía en los conciertos en directo.

Al alba, un pañal usado es sinécdoque de albañal. Al alba, con su mono añil, aquel hombre se convierte en albañil.




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