sábado, 26 de mayo de 2018

Orgasmo destilado


 
Emoticonízate: la felicidad habita en estos monstruos mediáticos de la emoción.



         La sobreexcitación, el turisteo clientelar por el mundo diseña dos mundos: el de los que, adánicos prepecado, infantiles, gozan desde el encefalograma plano y el bombeo sistólico-diastólico inconsciente la vida; y el de los que, pecadores, salmones en el río de la felicidad, acotan la dicha en la corriente de la vida. Un orgasmo perenne deja de serlo. Como ensartar hilos en ojos de agujas, el placer está en el reto de hacerlo posible, no en la inercia de gozar el trámite enhebrador. La potencia es el corazón de la diferencia de potencial: hoy, entre comprar en el mercado mensual ecológico y en el BonÀrea de Guissona, en la decisión de concretar la posibilidad, estaba el dulce anzuelo de la felicidad.

         Dos redondillas asonantadas dan cuenta de un trayecto binario, de acompasados pasos que son dinamo para la azotea del pensar.




Como un grifo que gotea,
su pene va destilando
ínfimas dosis de orgasmo
mientras su cuerpo pasea.

    El esfínter del deseo,
almorranático y público,
laxo de tanto anuncio,
infantiliza el criterio.

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