A Manel Garcia Rodes y Jaime Velázquez Arenas (in memoriam)
A
Esther Calopa Mars y Ángela Moriana Vico
(vivencia presente)
A
Ovidio (a contracorriente del olvido, presente siempre)
Omnibus amatis amantibusque
Imágenes de una secuencia de Un chien andalou (Buñuel y Dalí, 1929) |
¡Pues ahora voy a estudiar latín!
(“Nam nunc linguam latinam discam”- adelantó su deseo a su
conocimiento)
Viva las lenguas muertas y las minoritarias porque de ellas es el Reino de los Cielos! Aunque tengamos que pintarlas en los rostros seguiremos manteniendo y resucitando lo que haga falta!
ResponderEliminarLas lenguas naturales, querido Galderich, nacen (por una necesidad), crecen, se adaptan al uso y las nuevas necesidades, evolucionan, se degeneran, se enriquecen… Pero su muerte siempre es, como la extinción de la flora y fauna, un motivo de alerta y de posicionamiento para evitar el empobrecimiento de la pérdida. Siempre se puede argumentar que frente a la imposición militar y cultural del imperio romano, el sutil caballo de troya de la globalización democrática, deseada y magmática de la cultura en inglés es un don.
EliminarPodemos pintarnos la boca: la barra de labios hablará inglés.
Buena combinación, querido Ábradas, de lo nuevo, lo viejo y lo viejo que fue revolucionariamente nuevo. El gesto de la actriz (Simone Duverger, creo) es enérgico y explícito a la luz de las palabras que pones en su boca. Ese repasarse el perfil de la boca para reivindicar su expresión, arrebatada por una alternativa que supone enmudecer la lengua propia, tiene mucha fuerza. El surrealismo es lo que tiene: que en su iconoclastia puede crear imágenes memorables. Por esos años, Salinas, garcilasianamente, ya te estaba previendo: “Mas, con la lengua muerta y fría en la boca, / pienso mover la voz a ti debida”.
ResponderEliminarHay en el inglés, como lo había en el esperanto, una posibilidad ecuménica loable. Lástima que responda a intereses mucho más espurios. Y sé de qué hablo.
En el mundo se hablan, querido don José María, unas 7000 lenguas, aunque solo unas treinta se reparten el mayor número de hablantes (chino mandarín, inglés, español, hindi, árabe, ruso, portugués, bengalí, francés, indonesio, urdu, japonés, alemán, italiano…) Las lenguas minoritarias no tienen una cultura despreciable: la globalización no debe pasar, como una apisonadora, sobre la diversidad. Debe intentar compartir el progreso sin calcinar ni reculturizar. Una lengua asesinada no resucita: y hay asesinatos activos y pasivos, por asfixia lenta. Los hablantes son los únicos garantes de la pervivencia. Y las lenguas artificiales con vocación de lingua franca, nacen muertas porque no tienen el don de la vida, uso y herencia. Como al consultar unos apuntes, siempre está bien separarse de las inercias y volver al origen para centrar sentidos.
EliminarUsted, traductor de profesión y poeta de vocación, sabe el valor que tiene ese patrimonio inmaterial que debe luchar contra la materialidad y pragmatismo.