Postal coloreada. |
Maqueta de Pascual Jiménez Carrasco |
El faro de Punta Negra entre un temporal de 1971. Instante robado al olvido por Antonio Navarro García. |
En presente, lo que queda. El sol, el mar y el cielo son los mismo en su perpetuo renovarse para seguir siendo y siéndonos. |
“Todo lo inventa el rayo de la aurora”
Jorge
Guillén. “Amanece, amanezco” en Cántico
(Y
su víspera necesaria es la noche)
La
misma ruta siempre es nueva. Piensas, al vaivén de las bielas de los pasos,
iluminaciones que matizan el paisaje recorrido. La sístole y diástole del
recordar se entrelazan con proyectos: en ese espacio presente que se desplaza
bajo tus pies tejes la trama que es tu vida.
Águilas
recibe el nuevo día del nuevo año con nubes. Las primeras claridades revelan
los restos del naufragio de la noche.
Por
la esquina roma de una nube, el sol se hace puntero láser y quiere, ígneo, dar
carmesí al horizonte. Los haces encarnados en día se multiplican y,
perpendiculares al mar, centran la Bahía de Levante como un castillo de fuegos
contemplados por un Paseo de Parra vacío (aunque conteniendo todos los momentos
en que rebosa magmático gentío)
Desde
el rompeolas verás mejor este abrirse del día. Te encaramas a los vestigios del
viejo faro de Punta Negra, bajo la esbelta silueta de la nueva antorcha a los
pies de la fortaleza, y te paras a disfrutar el momento. Es todo tuyo. Todo
está en él.
El
rojo va haciéndose naranja y ampliando su foco. La copa de las nubes
emblanquece hasta amarillear en
levedades matizadas de grises que parecen elevarse horizontales sobre el ya
ámbar de la paleta celeste que hoy solo tendrá de malva la vocación. Cruzan
embarcaciones, gaviotas y un acrobático cormorán. Todavía no hay sombras de
esta luz recién nacida. Cuando el sol consigue
tramontar la cordillera de nubes y coronarlas el pueblo despierta y el
milagro de la amanecida queda ya para los coleccionistas de pérdidas. Mañana
tendremos otra oportunidad de merecer esta epifanía que nos regala cada día.
Cuando el azul primario haga suyo el naranja y lo anestesie en blanco, dejaremos
de mirarlo y seremos en él felices paseantes del día. Poco a poco, indiferente
a las miradas, el cielo se va aborregando hasta conducir su ganado, pastor de
horizontes, hacia el redil de poniente, donde volverá a prenderle fuego al
aire.
Sobre
los casi invisibles vestigios del viejo faro desnaufragador de 1860, a la
sombra imposible de la nueva luz atalayada desde 1973, el día nos abraza para,
sol mediante, hacer nuestro este 2017 en
pañales desde sus primeras horas de luz. No hay mejor faro que el día para
marcar rumbos y dirigir sombras.
"El cielo se va aborregando hasta conducir su ganado, pastor de horizontes, hacia el redil de poniente, donde volverá a prenderle fuego al aire". |
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