martes, 3 de abril de 2018

Cronos devorando a sus hijos


 
Ser sombra para dar aire a la luz.






A Isabel Hernández Méndez, raíz del verso, epifanía de viernes santo en la calle Ancha


                            Volverán las oscuras golondrinas…”
Gustavo Adolfo Bécquer.





         Hijo de tierra, Gea, y cielo, Urano, Cronos, el más joven de los Titanes, casado con su hermana Rea, castró a su padre con una hoz y fue tragándose a sus hijo en un parto invertido que frustraba la posibilidad de que se rebelasen contra él. Zeus, el sexto por fagocitar, vino al mundo en la oscuridad clandestina y sobrevivió fuera del estómago de su padre, amparado en su abuela Tierra. Rea le dio a Cronos una piedra en vez del nuevo retoño. Zeus creció y se hizo copero de su padre y le indujo a ingerir un brebaje que le obligó a vomitar a sus cinco hermanos y la piedra suplantadora y, devueltos a la realidad, se aliaron contra los Titanes, los vencieron y los desterraron al Tártaro, bajo la piel del  mundo.

Zeus es el presente, cima de todos los tiempos, tiempo supremo que, desde la atalaya del instante, va entrojando la vida vivida para alimentar la posibilidad del futuro.




Presión del pasado hacia arriba,
pleamar de raíz del ser.
Horizonte en el que creer,
presión del futuro hacia abajo.

    Presente, cáscara de nuez,
hoy de ahora atomizado,
posibilidad hecha vida,
vacío lleno de querer.

    Poniente: en un mediodía
sin levante en el que nacer,
aprender a durar y ser
proyecto y deseo cuajado.

    Fagocita hoys el después,
convergen en manantial cabos,
somos norays que se suicidan
desarraigando amanecer.

    Llenar la nuez nos capacita:
que ser dueños de nuestro ayer
fertiliza nuestro prever,
provee de vida la vida.

    El pulpo no era el que es,
aunque habite la misma tana.
La ola es la misma y es otra.
El árbol crece sin crecer.

    El tiempo, en fin, nos hace ser
siendo lo sido, enhebrando
el hilo con el que coser
los futuros en que esperarnos.

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