A
Isabel Hernández Méndez, raíz del verso, epifanía de viernes santo en la calle
Ancha
“Volverán las oscuras golondrinas…”
Gustavo Adolfo Bécquer.
Hijo
de tierra, Gea, y cielo, Urano, Cronos, el más joven de los Titanes, casado con
su hermana Rea, castró a su padre con una hoz y fue tragándose a sus hijo en un
parto invertido que frustraba la posibilidad de que se rebelasen contra él.
Zeus, el sexto por fagocitar, vino al mundo en la oscuridad clandestina y
sobrevivió fuera del estómago de su padre, amparado en su abuela Tierra. Rea le
dio a Cronos una piedra en vez del nuevo retoño. Zeus creció y se hizo copero
de su padre y le indujo a ingerir un brebaje que le obligó a vomitar a sus
cinco hermanos y la piedra suplantadora y, devueltos a la realidad, se aliaron
contra los Titanes, los vencieron y los desterraron al Tártaro, bajo la piel
del mundo.
Zeus es el
presente, cima de todos los tiempos, tiempo supremo que, desde la atalaya del
instante, va entrojando la vida vivida para alimentar la posibilidad del
futuro.
Presión
del pasado hacia arriba,
pleamar de raíz del
ser.
Horizonte en el que
creer,
presión del futuro
hacia abajo.
Presente, cáscara de nuez,
hoy de ahora
atomizado,
posibilidad hecha
vida,
vacío lleno de querer.
Poniente: en un mediodía
sin levante en el que
nacer,
aprender a durar y ser
proyecto y deseo
cuajado.
Fagocita hoys el después,
convergen en manantial
cabos,
somos norays que se
suicidan
desarraigando amanecer.
Llenar la nuez nos capacita:
que ser dueños de
nuestro ayer
fertiliza nuestro
prever,
provee de vida la
vida.
El pulpo no era el que es,
aunque habite la misma
tana.
La ola es la misma y
es otra.
El árbol crece sin
crecer.
El tiempo, en fin, nos hace ser
siendo lo sido,
enhebrando
el hilo con el que
coser
los futuros en que
esperarnos.
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