Georges de La Tour. Aparición del ángel a san José (1640). Óleo: 93 x 81 cm. Museo de Artes de Nantes. El sueño revelador del marido de María, la madre de dios hecho hombre. |
En
la tradición medieval heredera del “Risus Paschalis”, san José, excipiente
humano y burocrático para la dinastía divina transustanciada de todo a carne,
dinamiza, tutoriza y se responsabiliza de la gestión de un epicentro salvador.
Un carnaval de magos soberanos, como “banners”
que ondean rígidos en la pantalla, implementados por un destello de publicidad
patrocinada por una ausencia de ánimo de lucro muy lucrativa, se postran ante
la hipérbole de la posibilidad ovillada sobre el banco de la sala de espera de
un aeropuerto del aeropuerto que es ya el mundo.
La
naturaleza, la vida en estado puro, tiene sus ciclos. La cultura los humaniza
si sus extremos no los pervierten confundiendo civilización con usura.
El
solsticio de invierno (ese sol quieto), con la oscuridad de su día, inaugura el
año que celebra la luz en san Juan (la natividad luterana). El nuevo sol celta,
al calor del tronco en llamas, baila en honor de la fertilidad y el amor, del
control de la lluvia y el tiempo. Bajo el árbol sagrado, los druidas, de
muérdago coronados, visten de ceremonia el rito del traspaso. La huida de las
tinieblas romana inventa el carnaval pagano en sus saturnalias. Los esclavos
son amos, los patricios, plebeyos y la plata regalada, andarivel de la
generosidad, hace brillar las vías y los agros. Las incipientes fuerzas del
yang, masculinas, rinden tributo al cielo y son promesa de expansión tras la
introspección fértil de su prólogo femenino.
Yule, Saturno,
Dong Zhi, Natividad: san Negocio global.
Hermes,
heraldo de “fake news” inconsciente,
se dejó embaucar por el “Big Good”
del espejo del cielo. Fue su palabra la inseminadora de la transustanciación (“María,
¡alégrate: llena eres de gracia porque el Señor es contigo!”. Fue su verbo
onírico el que incubó paternidad putativa en el carpintero. Fue su palabra la
que anunció el nacimiento de quien, inspirado por la intuición del universo,
cifró en la palabra la creación y bautizó a Jesús, verbo hecho carne.
Hay una
larva de bárbaro en cada uno de nosotros, divinos y humanos, centauros
ontológicos, eslabones blandos de la cadena de un progreso de buenismo egoísta
con estética híbrida entre de testigos de jehová y de Benetton vestidos en Zara.
Hemos pervertido la palabra, símbolo de la cultura, para afilarla como puñal o hacerla
emoticono.
La
naturaleza, ajena a nuestras tribulaciones, persiste en su querer ser mientras
pueda. Pronto pediremos, gracias a la aplicación de Amazon de nuestros “smartphones”, dosis de realidad sin
envasar para poder respirar entre tanta felicidad impostada.
Feliz
natividad de cada instante de cada día, sin aditivos industriales ni más “wiffi” que la de la inspiración del
espíritu (laico o santo), en el aeropuerto sin ingenieros de de cada persona.
El
talento del espíritu santo
inseminó de idea a una hembra
que concibió en su vientre una era
numerada desde un mito encarnado .
La
paloma y la mujer se pensaron.
José, padre ignorante de tal
siembra,
putativo, feliz con la cosecha,
busca el calor del hogar para el
parto.
Vagan
por las terminales del mundo,
aeropuerto sin raíz, lastrado
de tanta ala sin vuelo profundo,
y,
sobre la paja de un duro banco,
dan a la luz un infante desnudo.
Los
banqueros van a esponsorizarlo.
Tallat amb bisturí, dissecció total!
ResponderEliminarIronía aguda, querido Galderich: de la que cura al cortar. Reivindico al carpintero y su valor como agente paciente, por encima del talento infuso por no acaba de saberse bien quien. María, la hembra, utilizada para el trasbordo. Todo muy actual. Gracias.
EliminarSuperb, com sempre. Quina enveja.
ResponderEliminarGràcies, Joan.
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