El heraldo es el mensaje y el mensaje la excusa para el negocio |
A Francesc Gomila Lluch, maestro en magisterios
A mis estudiantes
y aprendices, con más amor que pedagogía
Al poeta y juez Andrés de la Orden, por haber sido agente y paciente
de un agravio
(y por tomarle prestada mi interpretación de su estilo lírico)
Al ser Gabriela
Amorós Seller, por el estuario vital de fraguas
A Pilar Navarro Aragoneses,
base y capitel de todos mis fustes
A Wim Mertens, por su lenguaje sin lengua
El multimetaverso
es ya un universo paralelo e impostado de simulacro. Platón expulsó a los poetas,
paridores de versos, de su república ideal: por mentirosos, por recrear las
sombras y por ser incapaces de ascender dialécticamente hasta la noesi. Siempre
han sido malos los tiempos para la lírica y por eso sigue en la resistencia y
sus juglares en un exilio interior. El engaño de la poesía, sin embargo, es
semilla de verdad.
Los
zuckerbergbelivers (metonimia del emprendimiento salvaje en la selva entrópica
digital más civilizada) lo han hecho mejor que Aristocles, el de espalda ancha:
los han invitado a quedarse y a diseñar la mentira y a buenizar con mariposas
las tripas podridas del mundo, usura con disfraz espiritual que todo lo muele
en su máquina de hacer churros costumizables.
Cheerleaders pedagógico-estadísticos fundan el “logueros”: una
fusión de “logos” y “eros” sazonada de selfies y memes para las
neodiscusiones bizantinas: el sexo de los ángeles revolotea sobre las ruinas de
la cultura, en el naufragio de la atrofia intelectual, en la hipoxia cerebral
de la sobrestimulación digital infrahumanizante. Progresismo prosaísta falaciofelizocrático
sobre evidencias pseudoneorocientíficas. El dios-razón de Descartes es un
algoritmo usurero.
Hipotiempo en
el hipertiempo: flujo exponencial
inasumible desde un cuerpo si no se descorporeíza. Blockchain humano de
nódulos y eslabones de la cadena del sistema. Chaplin en tiempos
poscontemporáneos de mecanicismo digital, engranado, engranaje y engranante en
un presente espídico de mineros del bit. Dios o la matemática
algorítmica: lo oculto siempre presente que dice Kafka. El exhibicionismo de la
ocultación de la transparencia del espejo negro de las pantallas. Lustre de
neolilustración de una pragmática usurera y lucrativa para lo efímero de ser
flor y estéril y castrante para ser raíz que da tronco y frutos.
La revolución,
la falsa disrupción, es hoy un simulacro conducido por el auriga de la
estadística, traducido a voz en cada domicilio (es el nuevo fuego de hogar) por
las asistencias humanoides de Cortana, Siri, Alexa…El faro de naufragios
felices que iluminan, actualización del espíritu santo que convierte la idea en
carne y la orden en acto, es el éxito del mayor de los fracasos: la razón vital
de la persona-masa. La teletienda de cada televisor de cada casa ha cuajado en
pantallatienda del mundo en todas las manos de todos los clientes que
reverencian al gurutecnólogo icono del Forbes actualizado en nuestro
ciberdelirio.
El ser humano
es, ontológicamente, frágil, vulnerable, precario, paciente e inventor de
esperanzas. Su médula existencial ha sido una resiliencia lírica apuntalada por
el talento técnico, la imaginación y la conciencia consciente de finitud. El
solipsismo era un riesgo que el alrededor curaba. La mutación humana,
consecuencia del humanismo mismo, nos obliga a no poder salir del yo como
clientes del colaboracionismo. Pensamos como opinadores del selfi, refractarios
al trauma que nos hace. La hernia de vivir es el florero en que progresamos
haciendo germinar botánica de plástico. Impostamos un emprendimiento épico como
tirita para la herida lírica. Esa es nuestra paradoja contemporánea: la
metafísica, ideologizante, nos acota y doma lo que existe fuera del tiempo y
del espacio y convierte lo inmutable, eterno y universal en producto costumizado
y comprable. El relativismo es ahora absolutismo metafísico del “hogar”
de Jeffrey Bezos.
La idea
primera de este villancico se ha desbordado en silva de versos blancos para,
humildemente, intentar dar luz en la oscuridad del gris brillante del mundo.
Desde un estilo tan impostado como el modelo de neolengua sobre el que
naufragamos en éxito. Perdón por la diáspora concentrada, como el sol en una
lupa, en este espacio sin lugar.
Vivir en la
insatisfacción es un don para progresar. Los mundo felices son una trampa del
poder que no es nuestro. Vivimos de resonancias, consonancias y disonancias,
humanamente, sin más prótesis tecnológicas que las que puedan compensar huecos.
Cuando al técnica es tecnología y esta una ideología controladora de un sistema
social, cuando la matemática es estadística usurera colonizadora del
pensamiento, cuando incorporamos los datos al ser humano y lo datificamos,
estamos abriendo las puertas de Troya al dolo, festivos, ingenuos y alienados,
alineándonos con quienes (que son empresas) diseñan el “Brave New World”.
(Perdón:
quizás el genio maligno cartesiano me ha engañado y nada de lo que he dicho y
voy a seguir diciendo puede erigirse como evidencia racional -científica y
mecanicista-. Lo confieso: soy humanamente lírico y muy ingenuo -etimológicamente-.
Quizá la modernidad no sea más que una moda en el tiempo de dios y los
protocolos una contingencia humana en la aspiración a ser infinito en la
gramática de ser absoluto).
“En el combate entre tú y el mundo, secunda al
mundo”
Franz Kafka, Aforismos de Zürau
“Yo soy la luz del mundo, aquel que me siga no
andará en las tinieblas, pues tendrá la luz de la vida”
La Biblia: Juan, 8:12
“Quitad esto de aquí. No hagáis de la casa de mi Padre
una casa de comercio”
La Biblia : Juan, 2:17
“¿Y algo de
publicidad
móvil
en las
sotanas?
Por supuesto,
nada
de marcas
de condones”
Tomás
Soler Borja, “Capitalismo 2.0”, Cash
“¿No ves que toda el agua del mundo es agua
bendita?”
Miguel
Serrano Larraz, Cuántas cosas hemos visto
desaparecer
“Il vecchio mondo sta morendo. Quello nuovo tarda a
comparire. E in questo chiaroscuro nascono i mostri”
Antonio
Gramsci
“El arte es un mediador entre lo conceptual y lo
concreto”
Robert Musil. El hombre sin atributos
Smarthome de Belén
El vagido del niño
va trenzando en el aire
el rebuzno rapeado de Kronos
con el lento mugido de Kairós.
Revolotea un
algoritmo cuántico
preñador de yermos con simulacros
de fértil panamor.
Postrados, en altura
holográfica (y tictoqueando)
los magos de occidente
inoculan sus cookies esmailantes
(intrusivas y caballo de Troya)
que extruyen felicidad asperjada
en epifanías bannerizadas.
La madre, amor, contempla,
abrazo de labios y umbilical.
El padre, putativo y pedagógico,
implementa la posibilidad:
poseído, sacrifica a Kairós
para el monopolio monetizable,
ciberevanescente,
de los bitcoins de Kronos.
Todos
devoramos ya a nuestros hijos
y la calidad de la cantidad
a la trágala dulce,
a contradigestión.
La aureola
del niño
es una hostia led patronizada
patrocinada.
Pastores en
la tolva del progreso
vierten sus presentes obsolescentes
para proyectar instantaneicidios.
(El largo brazo de ángel enramado
los lleva al cementerio del Icloud
preñado de selfis que inmortalizan
lo eterno de la nada
-una nada más que rellena el todo-)
Membrana del
magmático universo,
fascia conectiva del alma humana,
sincronía de tiempos,
aquí distópico de la utopía
hecha con jirones de la esperanza:
¿inmanente inminencia,
canto de sirenas, implementada
por esta tecnolibertología?
Sobre lodos asépticos,
la anatomía mística
(¿ser dejándose ser,
ser dejando de ser?)
vibra en la cámara oscura del mundo
del exhibicionismo
y el universo datificado
se concentra y destila
su haz de
luz sobre la frente de Cristo.
Llora y parece que ríe de niño.
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