El beso (1907-1908). Gustav Klimt. Österreichische Galerie Belvedere (Viena). Óleo sobre tela, 180 cm x 180 cm. Entre el abigarramiento y el desamparo, la certeza del beso. |
La
posverdad tiene un corazón de mentira. A otros ritmos, ha sido desde siempre un
motor de la civilización. Incluso con el logos por bandera, el mito ha fundado
y justificado parte de los que somos. Pero con una destilación de alambique sin
prisa, sedimentando la verdad en capas y capas del humus de la flor de la
mentira diacrónica. Ahora, sincrónica, la realidad inventada y
multicentrifugada hasta hacerse corazón, irriga en afluentes el río de la vida,
que es ya un océano abigarrado de todos vacíos.
Americanizados
(Baudelaire dixit), le hemos dado una vuelta de calcetín al axioma: de
especializados en ignorancia a ignorantes en la totalidad. La ignorancia
competencial guiando al pueblo que es el robapantallas sobre la balsa de la
Medusa. Una revolución disrumpe los rumbos: ¿cooperativismo colaboracionista
contra el neoliberalismo, o es al revés? ¿La persona como soluto en el
excipiente de la felicidad? ¿La felicidad como substancia de la disolución? ¿La
motivación como disolvente del individuo?
Las
viejas fórmulas de pensamiento (de Mandela, Gandhi…) son paradojas en el nuevo
paradigma. Los valores, de revisados y revisionados, se vacían y se llenan de
posibilidades usureras: libertad, igualdad, fraternidad; respeto, tolerancia,
amor… se hacen tópicos vendidos al mejor postor.
Hemos
perdido el eslabón de la cultura.
“Quien
mucho abarca, poco aprieta”
Adagio
popular.
“Raíces
y alas. Pero que las alas arraiguen y las raíces vuelen”
Juan Ramón Jiménez, “Hacia el mar”, Madrid, 17 de enero
de 1916, en Diario de un poeta recién
casado.
“La razón de la sinrazón que a mi
razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la
vuestra fermosura”
Cervantes, El
ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 1, I. Alonso
Quijano cita de memoria las intricadas razones de Feliciano de Silva.
RAÍZ:
Beso.
Todo
en él.
Aquí
y ahora
colmados
de presencia.
Tú
y yo
plenos
de nosotros.
ALAS:
Infinitas bocas.
Incontables lenguas
Océanos de saliva.
Atomización.
Dispersión.
Disgregación.
Relativismo globalizado.
Siempre y ubicuo,
un nosotros ajeno,
huérfano de tú y yo,
busca su arraigo en la nada
de este todo
disolvente
de utopías
abortadas
en
su exceso.
Alas
y raíz: envés y haz de la confusión inducida.
El
amor infinito, en cambio,
empieza
y acaba en ti.
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