jueves, 2 de noviembre de 2017

Infinito concreto o el ancla del amor



 
El beso (1907-1908). Gustav Klimt. Österreichische Galerie Belvedere (Viena). Óleo sobre tela, 180 cm x 180 cm. Entre el abigarramiento y el desamparo, la certeza del beso.




         La posverdad tiene un corazón de mentira. A otros ritmos, ha sido desde siempre un motor de la civilización. Incluso con el logos por bandera, el mito ha fundado y justificado parte de los que somos. Pero con una destilación de alambique sin prisa, sedimentando la verdad en capas y capas del humus de la flor de la mentira diacrónica. Ahora, sincrónica, la realidad inventada y multicentrifugada hasta hacerse corazón, irriga en afluentes el río de la vida, que es ya un océano abigarrado de todos vacíos.

         Americanizados (Baudelaire dixit), le hemos dado una vuelta de calcetín al axioma: de especializados en ignorancia a ignorantes en la totalidad. La ignorancia competencial guiando al pueblo que es el robapantallas sobre la balsa de la Medusa. Una revolución disrumpe los rumbos: ¿cooperativismo colaboracionista contra el neoliberalismo, o es al revés? ¿La persona como soluto en el excipiente de la felicidad? ¿La felicidad como substancia de la disolución? ¿La motivación como disolvente del individuo?

         Las viejas fórmulas de pensamiento (de Mandela, Gandhi…) son paradojas en el nuevo paradigma. Los valores, de revisados y revisionados, se vacían y se llenan de posibilidades usureras: libertad, igualdad, fraternidad; respeto, tolerancia, amor… se hacen tópicos vendidos al mejor postor. 

         Hemos perdido el eslabón de la cultura.



             Quien mucho abarca, poco aprieta

                                               Adagio popular.



             Raíces y alas. Pero que las alas arraiguen y las raíces vuelen

Juan Ramón Jiménez, “Hacia el mar”, Madrid, 17 de enero de 1916, en Diario de un poeta recién casado.


La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura

Cervantes, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 1, I. Alonso Quijano cita de memoria las intricadas razones de Feliciano de Silva.
                  


                                                                 



                                                                 
RAÍZ:



Beso.
Todo en él.
Aquí y ahora
colmados de presencia.
Tú y yo
plenos de nosotros.
                                                                                             



ALAS:


                           
Infinitas bocas.
Incontables lenguas
Océanos de saliva.
Atomización.
Dispersión.
Disgregación.
Relativismo globalizado.
Siempre y ubicuo,
un nosotros ajeno,
huérfano de tú y yo,
busca su arraigo en la nada
de este todo
disolvente
de utopías
abortadas
en su exceso.

                                              

Alas y raíz: envés y haz de la confusión inducida.

El amor infinito, en cambio,
empieza y acaba en ti.









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