jueves, 1 de noviembre de 2018

Sonetos de carne XII




                                     

        
Crece el haiku y se hace soneto: haiku de aire; soneto de carne. Trasmina el sentimiento en el vaivén del amor, entre el cielo y la tierra, generador de energías. Una rosa preside el prodigio del gestar y gastar de los días sin usura.
                                              



                                                                 
Compartían una flor cultivada
en el cauce abierto entre sus piernas.
                                   La almenara sobre la caverna,
hecha almendra como vela encarnada,

         ilumina con cera derramada
tanto fluir sereno hacia la esencia.
El incienso toma cuerpo, incendia
el centro fundando un nido de agua.

         La placenta del deseo es nube,
envuelve con su lluvia a los amantes
que, encuerpados y encendidos, se uncen

         a la luz de olor de amor que nace
percutiendo la piel con su perfume.
Florece y sabe a vida cuando yacen.




                                     




2 comentarios:

  1. Vaya crecimiento ha tenido el haikú gracias al amor fertilizante...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gràcies, Galderich. El haiku és aire: entre la realitat i la paraula hi rau la transparència de la imatge. El sonet és carn: necessita la llavor d'un haiku per arrelar, créixer y prendre cos.

      Eliminar