Crece el
haiku y se hace soneto: haiku de aire; soneto de carne. Trasmina el sentimiento
en el vaivén del amor, entre el cielo y la tierra, generador de energías. Una
rosa preside el prodigio del gestar y gastar de los días sin usura.
Compartían
una flor cultivada
en el cauce abierto
entre sus piernas.
La almenara sobre la
caverna,
hecha almendra como
vela encarnada,
ilumina con cera derramada
tanto fluir sereno
hacia la esencia.
El incienso toma
cuerpo, incendia
el
centro fundando un nido de agua.
La placenta del deseo es nube,
envuelve
con su lluvia a los amantes
que,
encuerpados y encendidos, se uncen
a la luz de olor de amor que nace
percutiendo
la piel con su perfume.
Florece
y sabe a vida cuando yacen.
Vaya crecimiento ha tenido el haikú gracias al amor fertilizante...
ResponderEliminarGràcies, Galderich. El haiku és aire: entre la realitat i la paraula hi rau la transparència de la imatge. El sonet és carn: necessita la llavor d'un haiku per arrelar, créixer y prendre cos.
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