domingo, 1 de agosto de 2021

Diálogo de tiempos en verde madurado

 


Recuerdo de esa fotografía más de lo que hay en ella. Pero es la fotografía la que me lo trae. He crecido sobre ese niño. El jarrón que me corona sigue habitando el mundo a setecientos kilómetros de distancia. La sombra de la lámpara sigue dando luz. Vive, que algo queda. Así se construye la identidad.

 

                     


         Ingenuidad de la inocencia. La verdadera patria del hombre no es la infancia, como escribió Rilke: es el exilio del niño que fuimos en el país de la persona adulta que somos. La libertad de nacimiento en la que somos niños, libres de culpa, cándidos, sin maldad, sin voluntad de perjudicar, la vivimos sin consciencia: hay que perderla para valorarla. En esta nostalgia alegre buceamos y voceamos (que cuando infantes no necesitamos hablar ni podíamos). “Se canta lo que se pierde”, dice Machado. Pero el niño que fuimos sigue vivo, no se ha perdido aunque ya no sea: lo objetivamos para comprendernos, lo rescatamos y bebemos a sorbos. Ser adulto pide inventar una noria en el alma mental en la que elevar en el tiempo de la duración cangilones de alegría que alimenten el presente amarillo con aquellos presentes verdes.

         Este destello ha sido domado por dos aurigas: es un soneto colaborativo escrito a cuatro manos y dos mentes que han complementado inquietud lírica. Es un soneto asonante franco-hispano, metonimia de lo ecuménico, aguileñizada.

         Sin puntuación, el soneto mantiene un diálogo en diferentes niveles: entre los autores; entre los autores y Baudelaire; entre los autores adultos y su infancia; entre lo francés y lo español; entre el alma y el cuerpo; entre el campo y el mar; entre las palabras que riman; entre la forma y el fondo… Un detalle filológico: “sembraron” podría haber sido “han sembrado” pero el matiz de un acto acabado en el tiempo del pretérito perfecto simple de indicativo da un sentido más cabal: la infancia acabó; lo que no ha acabado (pretérito perfecto compuesto de indicativo) es su actualización.

         El yoga ha concertado, en una playa, aquello que fluía en cauces diferentes.

         Gracias, María Seng, por la complicidad fértil.

        

 

 

« Mais le vert paradis des amours enfantines »

 

« Moesta et errabunda », Les fleurs du mal, LXII

 

 

 

« Le génie c’est l’enfance retrouvée à volonté »

 

Le peintre de la vie moderne

 

                             Charles Baudelaire

 

 

 

Busco desconsolada aquella foto

salpicada de alfalfa regada

tras correr tú y yo entre las jaras

y girasoles gigantes de sol

 

       Busco esperanzado aquel recuerdo

bañado en horas sin tiempo cuajadas

en el amor de una mar cabalgada

por la luz eterna de mi presente

 

mientras todo alrededor lanzaba

su reclamo cuando nada acallaba

los pájaros que cabían en ti

 

       Alma y cuerpo del antes y el aquí:

Brisas de campos y risas de aguas

sembraron esta renovada infancia.

 

 

 

                                   María Seng y Pascual Gálvez: 29 / VII / 2021


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